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La mascarilla sigue siendo 'tendencia' entre comerciantes y clientes en el primer día sin uso obligatorio

Primer día sin uso de mascarilla obligatoria en interiores

Carmen Reina

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La mascarilla ha seguido siendo 'tendencia' entre quienes estaban de compras en comercios de barrio en el primer día sin obligatoriedad de llevarla en espacios interiores. La mayoría de los tenderos y también de los clientes llevaban enfundado el tapabocas para atender y realizar sus compras, entre quienes lo hacían “por costumbre”, “por precaución” y “de momento, hasta ver cómo va todo después de Semana Santa”.

En fruterías, hornos de pan, cafeterías, estancos y hasta alguna tienda de ropa, los comerciantes han mantenido puesta su mascarilla y, entre los clientes, la mayoría de ellos también. “De cincuenta que han entrado hasta ahora, solo uno ha venido sin mascarilla”, señalaban en la frutería Ayala, en el barrio de Santa Rosa de Córdoba capital. Y como su ejemplo, el de la mayoría de los comercios de la zona. En un recorrido rápido a media mañana de este miércoles, solo se veían sin mascarillas a algunas clientas de la administración de Loterías -mampara mediante con quien les atendía-, y los clientes de las cafeterías que tomaban su desayuno. En el resto de comercios, la mascarilla seguía siendo una prenda habitual y, por supuesto, en los lugares donde hay que seguir llevándola obligatoriamente: farmacia, una clínica de análisis, el centro de salud del barrio o entre quienes esperaban el autobús para coger este transporte público.

“Es algo que se tenía que quedar ya para siempre en los comercios, por respeto a los demás. Y no solo por el Covid. Nos evitamos ya más gripes, resfriados....”, argumentaba Verónica, una clienta mientras compraba en la frutería ante una tendera con la mascarilla también puesta y un tendero sin ella. Hasta media mañana, reiteraban, la gran mayoría de clientes habían llevado puesto el tapabocas, salvo uno.

Pareciera que, de momento, la costumbre de llevar la mascarilla puesta en los comercios de alimentación del barrio no haya desaparecido. Y que cada cual decide dónde quitársela, según su necesidad: “Yo misma vengo del gimnasio ahora y allí sí me la he quitado, porque me asfixiaba, se empañan las gafas....”, explicaba la propia Verónica mientras sí usaba la mascarilla para hacer sus compras.

En el estanco de al lado, Ana atiende a los clientes con la mascarilla puesta: “Por ahora, la voy a mantener puesta”, dice mientras se dirige a los clientes que llegan -también con mascarilla-, desde el otro lado del mostrador, a apenas medio metro de distancia y sin otra protección.

Lo mismo ocurre con el local de venta de jamones y productos cárnicos Rometo Torres. Allí atiende Eva, con la mascarilla también enfundada: “Todavía sí, vamos a ir viendo cómo va todo. Cuando veamos cómo va funcionando, veremos. De momento, mi intención es llevarla puesta”. Y enfrente, Isabel, una clienta, asiente con la cabeza mientras lleva la mascarilla también puesta. “Pienso usarla, ya es costumbre. Y en los comercios del barrio siguen igual”.

De hecho, en la calle, son bastantes las personas que también la llevan puesta, ya sea por esa costumbre o por no tener que quitarla y ponerla cuando entran y salen de comercios y otros establecimientos. Y no solo son personas mayores, también de mediana edad y jóvenes. Es una estampa muy parecida a la de días anteriores.

En el Horno Santa Rosa, mientras venden todo tipo de pan, dulces y otros productos de alimentación, las tenderas llevan su mascarilla puesta también. Y entre los clientes, la mayoría: “Alguno iba a entrar sin mascarilla y al ver que nosotras la llevamos, se la han puesto”, indica Mª Ángeles tras el mostrador. “No les vamos a decir nada si no la traen, pero de momento se la ponen”. Y, como comerciante, apunta una perspectiva también a tener en cuenta: “Los que somos autónomos, tenemos que tener más cuidado”, dice sobre un posible contagio y una baja por ello.

Al otro lado del mostrador, Teresa se lleva su pan y asegura que “de momento, voy a mantener la mascarilla en los sitios cerrados, hasta que vea qué ha pasado en Semana Santa”, dice en referencia a las aglomeraciones de personas en esos días, sin mascarilla la mayoría en la calle y la posible incidencia en los contagios del virus que haya podido tener esto.

La mascarilla ha seguido siendo 'tendencia' en el recorrido por el barrio de Santa Rosa durante la mañana de este miércoles, con camareros usando también el tapabocas en cafeterías como La Tostá o Roldán, tenderas de ropa o perfumerías. Eran contados los comercios donde alguno de los tenderos no llevaba la mascarilla puesta, como el caso de la frutería o en una churrería del barrio, donde unos sí y otros no, el uso del cubrebocas era decisión personal. La imagen donde el final de la obligatoriedad de la mascarilla en interiores sí se ha visto ha sido en alguna oficina, como una sucursal de seguros a pie de calle, donde tres empleadas trabajaban sin mascarilla en su interior después de más de dos años de pandemia.

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