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Carlos Arias: “Corren malos tiempos para ser el decano de la Abogacía de Córdoba pero, aún así, estoy contento”

José Carlos Arias López, decano del Colegio de la Abogacía de Córdoba

Alejandra Luque

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Hace dos años que el abogado penalista Carlos Arias se convirtió en el decano del Colegio de la Abogacía de Córdoba, en aquel momento, Colegio de Abogados. El cambio de nombre se ha producido durante su mandato en una clara reivindicación por la igualdad, por el lenguaje inclusivo y por querer mostrar la paridad que existe en esta profesión. En la siguiente entrevista, el decano aborda cómo ha cambiado el Colegio en estos dos años, periodo que ha sido de todo menos una balsa de aceite. Reconoce que aún queda mucho por hacer, aunque aún restan casi dos años para que finalice un mandato que, insiste, no pensaba que iba a ser tan complicado.

PREGUNTA (P). ¿Qué balance hace de estos dos años de mandato?

RESPUESTA (R). Muy positivo, teniendo en cuentas las circunstancias por las que hemos pasado. Cuando tomé posesión seguíamos en pandemia, pero consideré que ese acto se tenía que realizar para dar también un motivo de ilusión y para recobrar poco a poco la normalidad. Después hemos tenido la huelga de los letrados judiciales y ahora la de los funcionarios, que nos ha roto muchos esquemas. Estamos a mitad de mandato y hay muchas cosas que aún no hemos hecho, también provocado por estas circunstancias externas.

P. ¿Qué destaca de estos años?

R. Hemos modificado la formación para que los cursos tengan mucha calidad. Esto es algo en lo que insiste mucho el Consejo General de la Abogacía. Estamos también fomentando mucho la mediación como la última esperanza antes de llegar a un juicio y como la tabla de salvación que ayude a solucionar el colapso judicial al que vamos abocados como esto siga así. También hemos trabajado en materia de violencia de género, dando asistencia a las mujeres desde el primer momento. Eso da un vínculo de unión tremendo porque desde el minuto uno que acuden al Colegio se sienten asesoradas. Además, ellas sienten ese amparo y ese calor humano previos a ir por primera vez al juzgado.

Asimismo, hemos modificado la Escuela de Prácticas Jurídicas para que sus programas sean mucho más prácticos, aunque lo teórico no lo podemos perder de vista. Hemos hecho convenios con muchas personas, entidades, colegios de abogados y para mejorar la seguridad jurídica de nuestros asociados. Otro éxito ha sido que en la Ciudad de la Justicia se colocaran pantallas informando sobre los juicios y su lugar de celebración porque es mucho más operativo para los abogados.

En definitiva, creo que hemos conseguido cercanía, abrir las puertas del Colegio a nuestros asociados. No critico a la anterior junta directiva porque yo estaba ahí, pero me refiero a nuestra impronta. Somos una junta abierta a los compañeros. El colegio es suyo.

P. ¿En Córdoba se respetan a los abogados?

R. Es una cuestión en la que estamos trabajando. Ahora hemos tenido el caso de una compañera a quien la jueza de Puente Genil no le ha querido suspender unas declaraciones “porque eran importantes”, con la que está cayendo en lo que se refiere a suspensiones de juicios. Esta abogada estaba de baja por lumbalgia y tenía un embarazo gemelar de alto riesgo. El Consejo General de la Abogacía dio amparo a la joven y hemos puesto una queja ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. En el respeto hacia los abogados voy a ser inflexible. Mira, si estuviéramos hablando de un caso donde hay un muerto o una causa en materia de violencia o en el ámbito sexual, vale, pero es que no era así. La jueza celebró las declaraciones y decía que no era su problema. Pero vamos a ver, ¿usted qué sensibilidad tiene? Es que, de verdad, no lo voy a permitir y eso lo saben los jueces.

P. Le vimos bastante enfadado en su última rueda de prensa abordando la huelga de los funcionarios judiciales.

R. Es que la situación está siendo tremenda. A la de los letrados judiciales, que duró dos meses, se une ahora la de los funcionarios judiciales y la de los jueces y fiscales está aún por ver. Los únicos que pagan el pato son los ciudadanos y nosotros, porque no facturamos nada: juicio que no haces, juicio que no cobras. Las suspensiones están suponiendo un descalabro brutal para cualquier proyecto o calendario presupuestario que puedas tener en tu familia. Hay gente que se está endeudando y otra está comiéndose sus ahorros porque los gastos fijos están ahí. Es una angustia tremenda. Los funcionarios judiciales piensan que les critico cuando digo que son privilegiados y no es así. Yo estoy exponiendo una realidad. Venimos de una pandemia durante la cual, en el caso de los abogados, no hemos cobrado nada. Sin embargo, los funcionarios sí percibían íntegramente sus salarios. Ahora que nos estábamos recuperando, volvemos a las mismas. Los funcionarios tienen derecho a hacer sus reclamaciones, pero es que hay víctimas. Ante esto yo pido un Pacto de Estado por la Justicia. Ya se lo dije a la ministra de Justicia, Pilar Llop, cuando aún ni siquiera habían empezado las huelgas. Todos los partidos políticos se tienen que poner de acuerdo, pero no interesa. Y, de verdad, que no es dinero en comparación con lo que se destina a Educación, Sanidad o Defensa. El problema está en que no se tiene consciencia de que la Justicia es un servicio público de primera necesidad. Y lo repito: es la Cenicienta de todas las administraciones porque no se le dan los medios que debe tener. Estamos en un país moderno y la justicia debe ser primordial. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no funciona, los jueces están disgustados, no hablemos ya del turno de oficio… Además de la falta de medios personales y técnicos, la justicia adolece de un sistema obsoleto, como la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que es del siglo XIX y ha tenido muchos parches. José Luis Rodríguez Zapatero hizo un proyecto y no se ha aprobado nada.

P. ¿Cómo está siendo el trabajo con quienes día a día están en el Colegio?

R. Hay una colaboración máxima. Hemos hecho una remodelación interna de la regulación laboral y salarial de los empleados mediante la creación de un convenio acorde a los tiempos que corren. Para mí es una satisfacción contar con su ayuda porque, sin ellos, esto no funciona. Estamos también en una época de austeridad y buscamos sacarle el máximo partido a los recursos pero, ¿de dónde quitas? Hemos reducido gastos de representación, por ejemplo, y buscamos que los cursos tengan financiación. Tenemos que ofrecer el mejor servicio a coste cero.

P. ¿Contempla una subida de las cuotas?

R. No. En 2013, cuando la crisis económica empezaba a dar la cara, se subvencionaron las cuotas y se bajaron proporcionalmente. Esto se ha mantenido hasta el pasado año, pero es que ya no podemos soportar los gastos. Así que, lo que hemos hecho ha sido no subvencionar tanto y son seis euros más lo que deben pagar los colegiados. No es mucho, pero entre todos permiten nivelar el desfase entre gastos e ingresos. En la cuota van incluidas las bases de datos que ofrecemos y un seguro de responsabilidad civil. Siempre he sido partidario de que esto último fuera incluido en la cuota y que no quedara al albor de si el abogado puede pagarlo o no porque he visto muchas tragedias personales. Cuantos más casos lleves, más probabilidad hay de que pase algo. Eso es así. Para ayudar también al asociado queremos desarrollar aún más el Estatuto del Defensor de Colegiado.

P. Aún quedan casi dos años de mandato.

R. Sí, sí. En dos meses creo que estará. Son cosas que se van quedando atrás sobre lo que las que estamos trabajando. Pero, en líneas generales, estoy contento, pero me han tocado muy malos tiempos.

P. No corren buenos tiempos para ser el decano de un colegio de la abogacía.

R. No, no, porque hay problemas por todos lados.

P. ¿Se lo imaginaba así?

R. Para nada, pese a que yo tenía experiencia porque estuve en la anterior junta directiva. Cuando vas de subalterno es una cosa, pero cuando tienes que torear al toro, es otra. No creía yo que el toro iba a ser tan bravo. Y vienen tiempos peores. Eso de que no tengamos agua, de que la gente no siembre y no recolecte… Es un círculo vicioso. Ojo, que han dicho que no va a haber restricciones de agua, pero espera a que pasen las elecciones. Tú te acuerdas del “Fino Anguita”, ¿no? Hubo una crisis muy grande y Anguita subió el precio del agua un montón y costaba más el agua que el vino, por lo que la gente hablaba del “Fino Anguita”. Aquí será fino Bellido o quien sea. Si no llueve, en Córdoba va a haber restricciones. Otro problema también es, quizás, la mala interpretación que se hace de mis palabras.

P. ¿En qué sentido?

R. Por aquella rueda de prensa en la que hablé de los funcionarios judiciales. Tras esto les escribí y les dije que yo no era el foco de sus disgustos y que, si querían, nos juntamos y yo les explicaba. No han querido, pero yo estoy abierto. Soy el único decano de los abogados de Córdoba que se ha reunido en esta misma sala con los representantes sindicales de los funcionales judiciales. ¿Se ponen en huelga y no dicen nada? A los letrados judiciales también se lo dije: “¿Qué pasa? ¿No podéis avisar de las suspensiones de los juicios?” Les pedí que lo hicieran, pero algunos me aseguraban que si lo hacían, perdían fuerza. Pero eso era un daño innecesario. Otros me decían: “¿Y si a las 4:00 se desconvoca la huelga”? Pues mire usted, el juicio ya se ha suspendido y nos vemos en unas semanas, pero por lo menos evitemos el trago de ir a los juzgados y encontrarnos con un cartel informando de la suspensión. Es que había gente que, incluso, venía del extranjero y se encontraba con su juicio suspendido.

P. Proporcionalmente, ¿qué huelga está haciendo más daño?

R. Por el tiempo, la de los letrados judiciales. ¿De verdad han hecho falta dos meses? Para la huelga de los funcionarios he pedido que no pase ese tiempo. También es verdad que en España hay muchos funcionarios y a ver eso cómo se articula, aunque también te digo que a ellos le han ido actualizando el IP. Yo les exhorto a que lleguen pronto a un acuerdo.

P. Y, ¿cómo puede ser que el turno de oficio lleve 13 años cobrando lo mismo?

R. Así es. No puedo criticar a quienes nos han antecedido, pero se debería haber conseguido algo. En el tiempo que llevamos hemos logrado una actualización del 4%. Ojo, que lo que se ha subido es una limosna, pero ahí está. También te digo, que si todo se soluciona con huelgas, pues habrá que pensárselo, aunque ya el Tribunal Supremo nos dijo que los abogados no podían hacer huelga si era por mera cuestión económica porque estaban en juego derechos fundamentales como la tutela judicial efectiva. Por otro lado, no se puede hablar de una “administración moderna” y de justicia gratuita porque eso vale dinero y no puede ser a costa de los abogados. Hay que pagarla y el volumen de trabajo es muy alto.

P. Durante esta primera mitad de mandato también le ha tocado la aprobación de la ley del solo sí es sí. ¿Cómo la valora?

R. A ver, no quiero ser crítico, pero soy penalista. Los partidos políticos tienen una ideología que plasman en la legislación, vale, aunque eso no debería ser así. Pero una ley tiene que armonizarse con el resto del ordenamiento jurídico porque no puede vulnerar otras normas. ¿Cómo se hace eso? Pidiendo consejo a entidades como el Consejo de Estado, el CGPJ o el Consejo General de la Abogacía. No se han previsto las consecuencias de la ley y eso es lo que está pasando. Siempre debe imperar la ley favorable al reo. Eso es de primero de Derecho. También han incorporado el consentimiento cuando eso ha sido el nudo cordial en todos los procedimientos de agresiones sexuales. Se han equivocado en la terminología y ahí están los jueces para dar sentido a las cosas. Se ha generado un problema muy grande porque, ahora, las mujeres víctimas ven cómo su violador o su agresor está en la calle. Yo soy abogado y tengo siempre que cumplir la ley, y si eso beneficia al reo, tengo que hacerlo. De otra forma me acusarían de prevaricación. Yo no le puedo decir a mi cliente: “No, perdona, quédate en la cárcel que se está muy bien”. ¿Que yo soy machista? ¿Por qué? Para nada. Yo sólo estoy aplicando la ley.

P. Cuando tomó posesión de su cargo comentó a Cordópolis que su mandato no tenía fecha de caducidad. ¿Ha cambiado de opinión?

R. Pues no lo sé. Si veo que se me han quedado muchas cosas pendientes y me encuentro con ganas, seguiré. Hoy hablar de futuro es muy complicado. El futuro es hoy. Tuvimos una pandemia que nadie pensaba que íbamos a pasar. Ahora estamos con una guerra en Europa que nos está dejando indiferentes, como decía la canción. La vemos como si visualizáramos un anuncio. Cinco meses antes de las elecciones te lo diré porque también tengo que consultarlo con la familia.

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