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Carlos Arias: “He visto condenar a clientes que consideraba inocentes y absolver a culpables”

Carlos Arias, Decano del Colegio de Abogados de Córdoba

Alejandra Luque

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Por caprichos del destino, el 20 de mayo de 1981, José Carlos Arias López (Córdoba, 1960) aparecía por primera vez como colegiado en el Colegio de Abogados de Córdoba. Aunque lo desconocía totalmente, comenzaba para él una fructífera carrera en el mundo del ámbito penal. De trabajar en un pequeño bufete a montar su propio despacho y hacerse cargo de la acusación o la defensa de grandes casos judiciales acaecidos en Córdoba. Cuarenta años después, y el mismo día, cogía el micro en un Colegio de Abogados -ya renovado- para agradecer la victoria en las elecciones. Cuatro décadas más tarde de aquel joven colegiado, Carlos Arias es hoy el decano del Colegio de Abogados de Córdoba.

Recibe a CORDÓPOLIS en su despacho, su segunda casa, en Doctor Fleming. Ganar los comicios le ha hecho saltar a la agenda mediática local y reconoce que se siente abrumado ante la respuesta que ha tenido su victoria. En estos años en ejercicio, nunca antes se presentó al decanato, aunque sí ha estado en la junta directiva del anterior decano, José Luis Garrido. Su trabajo como abogado lo ha compaginado con la labor desarrollada en las comisiones de Derecho Penitenciario y de Menores y como responsable del Defensor del Colegiado.

Considera que su participación en las elecciones era ahora o nunca. Y venció. Su decanato no tiene fecha de caducidad, por el momento, pero sí supondrá el fin de la etapa profesional de este abogado que siempre ha llevado por bandera la defensa del colegiado. “Es mi gente”.

PREGUNTA (P). Hablabas en el vídeo de la suerte. ¿Cuánta has tenido en estos 35 años?

RESPUESTA (R). Mucha, porque por ahora no he metido la pata. He tenido suerte porque he tenido muy buena gente a mi alrededor. Empecé en el despacho con Antonio Ballesteros y después se fueron incorporando más compañeros como Antonio Muñoz Centella, José María Ruiz Mateos... Y yo en 2006 decidí, por la forma de mi trabajo, montar mi propio despacho. Pero, fundamentalmente, la suerte más grande de mi vida es cuando conocí a mi mujer. Si no hubiera estado conmigo, que era de mi promoción y también abogada, yo desde luego no estaría aquí. Para mí esa es la suerte. He ido teniendo clientela y poquito a poco he ido teniendo más y se ha ido corriendo la voz. Hay muy buenos abogados y no tienen suerte. Considero que he tenido un trato bueno con la gente y creo que eso también es la suerte, esa cercanía. Cualquier persona que trabaja y funciona bien es porque el factor suerte es muy importante. 

P. ¿El trabajo del abogado es muy solitario?

R. La soledad del corredor de fondo. El despacho es muy solitario. Antes se decía: “Piensas más que un abogado”. El despacho no es hacer cortas y pegas, sino que un abogado tiene que pensar mucho para ver los asuntos desde distintas perspectivas. Eso no se hace en la bulla, sino que necesitas un sosiego, una tranquilidad, que sólo te la da la soledad. Lógicamente, es fundamental. No puedes ser buen abogado si vas corriendo o no preparas los asuntos. Cuando estaba en el otro despacho yo me iba los viernes a las 6:00 cuando no tenía juicios. Me sentaba en el despacho, me ponía a ver los casos que tenía, programaba la semana siguiente... Después eso se estropeaba porque llegaba y había un asunto más importante (risas), pero tú tenías un esquema de lo que iba a ser la semana. Pensando los asuntos es como puedes buscar la jurisprudencia. La soledad es muy dura y te tragas muchos sinsabores. Cuando uno pierde un juicio duro, puf...

La Justicia Gratuita se paga a costa del pellejo de los abogados

P. ¿Cómo te recompones?

R. No te recompones. Había un dicho que decían los abogados antiguos: “Luchar los casos como propios y perderlos como ajenos”. Tienes que intentar pensar y decir que tú has hecho todo lo posible. creo que esto es aplicable a cualquier profesión, como los médicos. Tienes que tener empatía con la gente, pero hasta cierto punto porque, sino, te mueres cuando le dices a una persona que tiene que entrar en la cárcel. Es complicado pero bueno, hay que hacer eso: lucharlos como propios y perderlos como ajenos porque, sino, no tienes posibilidad de seguir con esto. Es muy duro y difícil. Luego, también, tienes muchas satisfacciones, como cuando ganas un pleito o una absolución. El caso de los joyeros, por ejemplo, ha sido una satisfacción muy grande porque ha sido un asunto de tantísimos años... Todo embargado, muchas empresas han ido a pique, después de tantísimo trabajo de los funcionarios, de los jueces que han ido pasando, de los seis meses de juicio y se quedó en nada. 

P. Chocó mucho aquella sentencia.

R. Sí. Mira, una justicia tiene sus tiempos, pero una justicia tan lenta no es justicia. ¿Dieciséis años después? Eso no es justicia y no puede ser. Tuve una experiencia de otro de los juicios grandes que hubo aquí en Córdoba, la famosa Operación Membrillo, sobre tráfico de drogas. Un tema muy complejo con cerca de 40 personas procesadas y con muchos asuntos distintos. El error de ese procedimiento es que en un mismo juicio se acumularon asuntos que podían tener relación o que podían haberse hecho en juicios distintos para no estar tanto tiempo. Quizás el resultado hubiera sido de otro. A mí no me gustan las macrocausas porque digo una cosa: si soy capaz de llegar a un 10%, el fiscal, a un 20%; y la jueza, a un 30%, es un 30%, pero no el 100%. Tú no puedes dominar 300.000 folios. No se puede porque entiendo que no hay capacidad. Todo se diluye y es muy complicado de defender. 

P. Hay quien considera que que estas dilaciones en el tiempo son fruto de lo garantista que es el Estado de Derecho de España.

R. ¿Garantista para quién? En el tema de los joyeros, los abogados no hemos hecho recursos importantes ni hemos ido recurriendo todas las cosas. Aquí ha habido mucho tiempo entre una declaración y otra, muchos jueces que han ido instruyendo y luego se han ido... Garantizarle a una persona es hacerle un juicio pronto, con sus derechos y los mecanismos de defensa y su derecho al acceso a la prueba, pero no 16 años después. Eso es cargárselo todo. En los procedimientos penales, que son los que yo más conozco, cuando presentas un recurso de apelación puede ser a doble efecto: cuando se suspende el procedimiento y se va a la Audiencia. Pero en la mayoría de los casos, siempre es a uno y el procedimiento sigue haciéndose. Si luego la Audiencia dice que no a lo que sea, pues ya se verá. Ha costado mucho trabajo conseguir todo los derechos que están en la Constitución. Pedir una prueba de ADN, por ejemplo, no debe dilatar mucho un procedimiento. Ahora bien, siempre incido en lo mismo: la falta de medios. Por ejemplo: si pides una prueba caligráfica que es importante porque queremos ver si un documento es falso o no, se lo das al servicio de criminalística y te dicen que te esperes, que cuando les dé tiempo cogerán mi caso. ¿Cómo están las Unidades de Valoración Integral de Violencia de Género? No dan abasto. El problema no creo que sea de voluntad, sino de falta de medios. En EEUU, un juicio grave lo tienes hecho en seis meses. El juicio este de George Floyd, en España estaríamos en los inicios de la instrucción. 

P. En un año se ha jugado.

R. Sí, sí. Y es un ejemplo. Y allí tienen una justicia muy garantista. No podemos decir que haya grandes diferencias entre EEUU y España, pero vamos a dar medios. La Administración de Justicia es la Cenicienta de cualquier presupuesto. Ahora se vanaglorian con que están pagando los turnos de oficio, por favor. El tema de la Justicia Gratuita se dice muy bonito pero, ¿quién lo paga? A costa del pellejo de los abogados, ojo. Nos pagan una miseria. Yo no te digo que sea lo mismo que te pagan en un procedimiento privado, pero al menos unas medias y unas cantidades dignas. Que se cobre a trabajo hecho. Nada es verdad ni mentira, sólo el cristal por el que se mire, como decía Quevedo. Vamos a ver: dicen que se están cumpliendo con los plazos. Claro, pero si los comparas con antiguos tiempos y eso no vale. Que sí, que ahora hay un calendario que se está cumpliendo, como dijo el vicepresidente Juan Marín. Mire usted, estáis pagando el trimestre y debería ser mes a mes. Trabajo hecho, trabajado pagado. Los Colegios estamos preparados para hacer las liquidaciones conforme se nos van pidiendo. ¿Por qué tengo que esperar tres meses a que me lo paguen si ese dinero está ahí? Yo lo diré y me harán caso o no, pero esa es mi lucha.

Mi despacho es abierto y he defendido a gente de derechas y de izquierdas

P. ¿En qué estado se encuentran los abogados de oficio en Córdoba?

R. Dentro de lo que cabe, bien, pero con muchos matices. Bien en el contexto general, pero es que este contexto es muy malo. Con el presupuesto que se nos adjudica tenemos que organizar todos los partidos judiciales y guardias y si tengo para un abogado, no tengo para dos. Si ese abogado tiene que ir a tres partidos judiciales y en los tres juzgados hay declaraciones ese día, no se puede dividir. Y no hay ninguno más importante que otro. Quiero a ver si se nos ocurre ver cómo lo podemos racionalizar porque Córdoba es muy extensa y tienes que tener desde Priego hasta Peñarroya y tenemos, además, tres horas desde que detienen a una persona para ir, salvo alguna complicación. Lógicamente, no das abasto, y hoy en día, determinados procedimientos tienen un papeleo y una burocracia espectacular, como ocurre con la violencia de género. Un sólo asunto de este tipo se come una mañana y ahora me están esperando, a lo mejor, en Posadas. 

P. ¿Esta situación ha hecho que descienda el número de abogados de oficio?

R. Al revés. El turno de oficio es obligatorio para cualquier abogado del Colegio de Abogados, pero como hay más demanda que oferta, decimos que mientras que se cumplan los objetivos de abogados, el que no quiera, que no lo haga, pero es obligatorio. Ahora bien, hay abogados suficientes en las listas. Pero la crisis que estamos sufriendo y que venía de antes hace que muchos abogados que dedicaban su tiempo a empresas, bancos, compañías de seguros o sociedades, ahora no tienen trabajo y acudan al turno de oficio. Estos son los más mayores. Es un ingreso que tienes. En segundo lugar, los jóvenes tienen que pasar por ahí. Mi hija está en el turno de oficio porque es la única manera de ingresar en esta profesión. Antiguamente estaba la pasantía y en ella te cogía tu abogado y había poca gente y pocos asuntos. Está la Escuela de Prácticas Jurídicas y si hay colaboración con despachos y tienes suerte, a lo mejor puedes ir metiéndote, pero no es el concepto de la Escuela. Y luego está la tercera razón: el turno de oficio se ha multiplicado y no es como antes. Ahora es el 80% de los asuntos penales, cláusulas abusivas, desahucios, reclamaciones de cantidad, violencia de género...

También hay mucha competencia entre abogados y es una forma de acceder al mercado, que es como empezamos mucho. Si se quedaba contento el cliente, al año siguiente si su hermano tiene un problema, te llamaba. El boca a boca hace mucho y es una profesión de tiempo. El turno de oficio es una fuente de ingresos más o menos fija que puedes tener. Yo sabía que iba a darse un aumento porque estamos viéndolo venir. El abogado no tiene un sueldo fijo.

P. Un autónomo más. 

R. Sí. Depende de que el cliente te pague y si este tenía un negocio y tú le hacías las nóminas, ya no cobras por eso. Si había uno que se dedicaba a una inmobiliaria y hacía contratos de compraventa y ahora no se venden ni se compran pisos, tampoco trabajas. Eso es así y está generalizado. Las circunstancias en las que estamos son duras y difíciles y creo que van a durar bastante tiempo porque creo que es un espejismo lo que hay, esto de los bares. La gente estaba muy deseosa y se ha sufrido mucho. Es un poco de desahogo pero no tienes nada más que darte un paseo por Cruz Conde y ves los locales vacíos. Eso era Córdoba, que no tiene industria, sino comercio. Están las grandes superficies, que se mantienen como pueden porque también están haciendo EREs, pero los pequeños comerciantes no tienen mucho porvenir. Los únicos que pueden estar mejor son los bares, pero todo no son bares. 

P. Comentabas antes que había muchos abogados de oficio pero no sé si también excesiva judicialización en detrimento de la mediación.

R. La mediación de antes no es la de ahora y no llevamos mucho tiempo. Algunas veces es muy difícil. Por ejemplo, en las cláusulas abusivas. Los bancos no quieren mediar y eso está machacando a los juzgados. Los bancos quieren juicio, con condenas y costas porque pagan dentro de tres, cuatro o cinco años. En temas de procedimientos de otro estilo, algunos juzgados son más propicios a la mediación, como en Familia, pero todavía no está enraizada en la sociedad. También hay que tener en cuenta que España tiene sus peculiaridades. Cuando hay un divorcio, mediar es complicado y se pelean por un lápiz o una colcha de croché. Mira, te lo voy a contar: con Pepe Rebollo tuve un asunto de divorcio hace muchos años y ahí es donde forjé una amistad con él. No me acuerdo quién llevaba a quién pero cuando ya estaba todo arreglado y solucionado -porque con Pepe Rebollo era difícil no llegar a un acuerdo porque era la persona más encantadora que había y la más lista, tolerante y comprensiva- resulta que hubo un problema: la colcha de croché. La abuela de él le había hecho esa colcha para cuando se casaron y ella decía que como se la habían regalado en el matrimonio, era de ella, aunque el regalo fuera de la abuela de él. Él decía que era de su abuela. Mira, si hubiera sido una lavadora, Pepe y yo decíamos entre nosotros que la comprábamos y ya no había problema (risas). Pero el tema es que era una colcha de croché.

Si alguien tiene veleidades políticas, que no cuente conmigo

P. Tampoco os ibais a poner a coser.

R. Claro (risas). ¿Qué hacemos entonces? ¿La cortamos como Salomón cortó al niño? Hasta que eso llegó a término... Luego con el tiempo siempre teníamos la broma: “Acuérdate de la colcha de croché”. Hay cuestiones que muchas veces no pueden ir a mediación, pero los tiempos van por ahí. En temas de Violencia te puede solucionar muchas cosas. Es el futuro, pero no va a ser inmediato. Es un proceso y todos tenemos que mentalizarnos. Queremos dar cursos de mediación específicos y si podemos, subvencionarlos. Intentar meterlos en la Escuela de Prácticas Jurídicas y en las facultades para que sea una práctica. Conseguir un acuerdo antes de llegar a un juicio es mucho más rápido pero ojo, que no es no la panacea. En realidad, aquí no hay nada que sea una panacea. Son cosas que pueden ir solucionándose pero es difícil.

P. ¿Le ha sorprendido el porcentaje de votación en las elecciones?

R. Sí, aunque no tanto si las comparamos con otras eleciones porque tampoco ha habido muchas más. De las últimas elecciones a ahora, el censo de abogados ha crecido mucho, pero es verdad que se ha votado bastante porque el voto telemático ha dado unas facilidades extraordinarias. Además, la votación telemática creo que es la más libre porque si vas al Colegio, te encuentras al Decano, a compañeros, y quizás de alguna manera te pones un poco violento aunque tengas tu candidato. El voto telemático ha sido muy fácil y para la gente de los pueblos ha sido más cómodo, o para gente que vivía en Sevilla o Madrid pero está colegiada aquí. Me consta que despachos de Madrid han votado de esa manera. En la soledad de tu tranquilidad tal vez puedes pensar más y es comodísimo. En un minuto has votado y cumple con todos los estándares. Eso también es el futuro y pienso que se podrán hacer así votaciones políticas. Antes había muchos votos por correo, que era un engorro, y ha habido muy poco en estas elecciones. Además, somos un colectivo muy grande y nadie sabía qué iba a pasar. En otras podías hacer un cálculo. 

P. ¿Te esperabas la victoria?

R. A ver, yo me presenté para ganar porque soy muy competitivo. Cuando me presenté es porque yo ya había recogido unas sensaciones y mucha gente me lo proponía. Yo he llevado el Defensor del Colegiado y no te imaginas lo que yo he oído y he hecho, como acompañar a un compañero porque le han puesto una demanda e ir para estar con él aunque yo no hubiera hecho nada. Desde eso a ejercer la acusación particular de Diego Notario cuando le pegaron un tiro. Por otro lado, para mí fue un espaldarazo que, recién llegado al Defensor del Colegiado, me encontrara con una sentencia pionera. Ocurrió cuando a un compañero recibió un puñetazo de su propio cliente. Eso era un juicio de faltas y yo decía que no, sino un delito, que nosotros somos Administración de Justicia. Lo recurrí y tras hacer el juicio, muy duro, conseguí que se condenara por el artículo 462 del Código Penal. Le metieron un año y medio de cárcel. Yo no hice eso por el año de prisión porque yo no quiero eso, sino por la necesidad de empezar a considerar al abogado como miembros y personas que cuando estamos en el desempeño de nuestra profesión, tenemos que tener una especial protección. Hay una corriente que pretende equipararnos a los médicos o profesores como agentes de la autoridad y es verdad que con eso estarían mas regulados estos actos, pero tenemos el 462 y el resultado es el mismo, pero teníamos que conseguir una sentencia que lo dijera. Y ya la tenemos. Miguel Ángel Pareja fue valiente y dictó esa sentencia. Esa es la lucha definitiva que yo tengo: yo no quiero ser ni más ni menos que otros, pero los abogados no somos justiciables, sino la cuarta pata de la mesa. No es que yo vaya en contra de los fiscales o jueces, pero cada uno en su sitio, que se nos valore. Sin abogados, un Estado de Derecho no existe. Ojo, pero también tenemos que tener autocrítica y un comportamiento ajustado a las normas porque en todas las profesiones hay de todo. Yo no puedo ir a un juzgado, que no me atiendan pronto y que me espere porque están atendiendo a personas ajusticiables o de otro tipo, porque yo estoy trabajando. No es un trato especial, sino el que creo que nos merecemos. Es lo que llevo haciendo toda mi vida y si ahora desde el Decanato puedo hacer más fuerzas, pues mejor, pero yo no me voy por ahí peleando con la gente. También te digo, he tenido la suerte de caer bien a la gente y me he llevado muy bien con los fiscales y con los jueces. Son 35 años trabajando y nunca he tenido un problema, pero quiero que eso se traslade a todos los demás. Si yo soy un poco más seco, no me tienes por qué tratar mal. O si soy más tímido. Para ser un buen abogado no tengo por qué ser un legionario. 

P. ¿Siendo Defensor del Colegiado ha recibido muchas quejas sobre el trato recibido en la Ciudad de la Justicia?

R. Exactamente no, pero sí quejas puntuales de determinados jueces o funcionarios. Un día mal lo puede tener cualquiera, pero si eres una persona que trabaja de cara al público, tú no puedes pagar nada con una persona que esté allí. Muchas veces me dicen: “Es que eres radical”. No, no lo soy, pero sí en determinadas cosas, como las sensibilidades que afectan a hombres y mujeres. Por ejemplo, si tengo un juicio señalado a las 11:00 y mi hijo sale a las 14:00 del colegio y son las 13:00 y aún no ha empezado, le digo al juez que tengo que ir a por los niños y me dice: “Ese no es mi problema”. ¿Cómo que no es su problema? Claro que sí, se suspende el juicio. Ahí me encuentran. Es una injusticia total. Es que se te monta un problemón... Primero, que son tus hijos y si no vas a recogerlos, están solos. Algunas veces puedes tirar de alguien pero otra veces, no. Segundo, si no vas, también te puedes encontrar con un problema en el Juzgado de Familia o que pase algo. Eso no es tolerable. Quiero que se haga un protocolo de conciliación. Pasa lo mismo con las mujeres embarazadas y hay quien dice: “Bueno, como te faltan sólo diez días para dar a luz...”. Mire usted, que estoy muy mala o psicológicamente no estoy preparada porque estoy en otra historia. Este tipo de cosas tienen que estar previstas y de eso sí he tenido quejas, aunque luego se ha solucionado bien. Todo esto también es cuestión de educación. 

Hay que tener en cuenta también otra cosa. Cuando estás una hora y media esperando un juicio, tú no estás solo, también están tus clientes. Cuando entras a la sala, ¿qué mínimo que decir: “Perdonen ustedes, pero esto se ha demorado por lo que sea”? Eso ya hace que desaparezca todo el cabreo que puedas tener porque estás viendo que está así el sistema, pero se han puesto de tu parte. Pasa mucho con las videoconferencias, que muchas veces son muy complicadas por las circunstancias. Esto de las videoconferencias es muy bonito pero después no funciona igual. Yo digo que eso es una sesión de espiritismo porque empiezan a decir: “¿Se me oye?, ¿se me ve?, ¿estás presente?”. Eso demora mucho un juicio. Somos personas, no perros, y muchas veces se nos olvidan los clientes. Mi familia era normal y si a mi madre le llegaba una citación del juzgado, se hubiera descompuesto. Si el juicio que tiene se retrasa muchas horas, a mi madre le da un infarto porque toda esa espera es un sufrimiento para la gente normal. Eso es terrible y lo que tenemos es que intentar que no pase. Pero si el juez o un funcionario va saliendo de vez en cuando y le dice que se espere un rato, que dentro de nada entramos, te va dando tranquilidad. Yo quiero hacerle la vida un poco más fácil a la gente porque yo no puedo prometer la luna ni dar lo que no depende de mí. Yo puedo dar una cercanía a la gente pero que te paguen más en el turno de juicio no depende de mí. Yo puedo luchar e insistir, pero el político es quien suelta el dinero. El legislativo es el que tiene que hacer la ley. Yo puedo hacer iniciativas y de diez que haga, a lo mejor una me la admiten, como me pasó cuando yo estaba en la comisión de Derecho Penitenciario y Menores.

Los bancos no quieren mediar y eso está machacando a los juzgados

P. Los eslóganes de las tres candidaturas apelaban a la unidad. No sé si el Colegio se encontraba en un punto muy fragmentado.

R. No, no, sólo que hay distintas maneras de ver las cosas. Mi candidatura transmitía que el Colegio va a estar a tu lado, que tu decano y su junta de gobierno va a estar a tu lado. Ojo, no quiere decir que antes no lo estuviera, pero eso es lo que yo voy a mejorar y acentuar. Lo que quiere el colegiado es que su colegio esté con él. La defensa del Colegio es lo que siempre me ha definido. Estoy aquí porque me ha elegido mi gente y estoy para defenderlos a ellos. Que no se me diga que eso es corporativismo. Mire, no. En todos sitios hay sindicatos que defienden a los suyos y luego a los trabajadores. El Defensor del Colegio lo quiero ampliar y hacer una oficina donde no sólo se trate esto que estamos hablando, sino también la organización de despachos, por ejemplo; subvenciones o formación específica. Yo quiero reagrupar la formación e integrar la Escuela de Prácticas Jurídicas porque ahí están los mejores profesionales de Córdoba. Que los abogados vengan al Colegio como quien va a su casa y muchas veces no se ha sentido así.

P. ¿Será un Decanato presidencialista?

R. No, no. Eso ya te lo garantizo. Yo he salido en la prensa cuando he tenido que salir, pero por mis trabajos profesionales. Los tiempos han cambiado mucho y esto es un órgano colegiado. Creo que no vamos a tener problemas.

P. Formabas parte de la anterior junta directiva. ¿En estos últimos diez años se han tomado decisiones que no habrías tomado?

R. Claro, pero me vas a permitir que no te las diga. Ha habido cosas que me las he tenido que tragar, pero no te digo cuáles. Yo tengo mi decana, que es Concha Ortega, una persona con una valía extraordinaria. El resto de los componentes de mi candidatura, igual, y la gente que viene de otras, igual. Yo soy amigo personal de ellos y me consta su valía y sé que no vamos a tener problemas. Ojo, hay cosas que por definición tengo que asumir, pero puedo alegar muchas cosas. Para ir a comprar el pan no voy a hacer una junta, pero para unas cosas de más enjundia, sí. Esa es mi intención. 

P. Entre sus objetivos está transmitir una nueva imagen de la Abogacía ante el ciudadano. ¿Qué imagen se transmitía antes?

R. Busco una imagen más cercana y con más respeto. Tener más proyección con la gente y estar más en la calle.

Los abogados no somos justiciables, sino la cuarta pata de la mesa

P. También tienes prevista la creación de un Comité de Sabios.

R. Sí, sí. Es una idea que tuvimos y que la aportó María Dolores Azaústre porque lo había visto en cuestiones de Familia. Esta profesión es de experiencia y de tiempo y no sólo de conocimientos teóricos, sino también saber cómo enfrentarte a determinadas situaciones. Tenemos abogados de mucho prestigio y es una lástima perder esos conocimientos. No los voy a tener trabajando allí todos los días, pero cuando haya cuestiones importantes, contar con ellos y hacer reuniones. Otro de los eslóganes de mi candidatura era experiencia y renovación. Para poder afrontar un problema tienes que saber cómo funciona la maquinaria. ¿Cómo vas a arreglar un reloj si no sabes cómo está hecho por dentro? No puedes hacerlo. Sería una barbaridad desprestigiar ese legado.

P. ¿Salen buenos abogados de la facultad?

R. De la facultad salen buenos licenciados. Los abogados se hacen. Puedes ser muy buen estudiante y ser mal abogado o al contrario. La Abogacía es de mucho tiempo y puedes ser muy buen opositor pero ser capaz de ponerte la toga y subir al estrado. Tengo amigos que son incapaces y son magníficos opositores, o gente que no tiene habilidades sociales. Ojo, yo soy una persona muy vergonzosa aunque no lo pueda parecer, pero cuando se trata de mí y de mis cosas. Soy un echado para adelante cuando me tengo que poner la toga, únicamente. Pero hay gente que no tiene ese espíritu. He conocido a muchos amigos que han empezado y lo han tenido que dejar porque para ellos era un suplicio, con premios extraordinarios de carrera y matrículas. En Córdoba se prepara muy bien a la gente, pero aquello de que quitaran un año de las carreras nunca lo he entendido porque era quitar determinadas cosas que eran importantes. Cuatro años me parecen pocos y ahora están los másteres, que son más años al fin y al cabo. El mismo perro pero con el mismo collar (risas), lo que pasa que el collar vale más caro. En la Facultad de Derecho de Córdoba hay muy buenos profesores, eso sí, pero el abogado es mucho más que un licenciado en Derecho. 

Mira, yo siempre he tenido la idea de que los hijos de abogados que se han metido a esa carrera ha sido porque han oído a sus padres hablar bien de ellos. Los que han hablado mal de su profesión, sus hijos han hecho Medicina u otra cosa. Para mí, la Abogacía es lo mejor del mundo. Soy un enamorado de la profesión, no hay otra igual. Eso se lo he inculcado yo a mi hija pero la otra está haciendo Medicina (risas). Defiendes a la gente, defiendes injusticias, luchas por muchas cosas, eres imaginativo y creativo y aprendes muchas cosas. Yo aprendí hace muchos años en un juicio lo que eran los calibres de las pistolas. Aprendes cosas de la vida que me pregunto: “Si no hubiera estado aquí, ¿cómo lo habría aprendido?”. Después, ves la esencia humana de la gente. Ser abogado te hace ser muy tolerante y tener empatía. Cuando se me sienta el cliente, me pongo en su pellejo y mi hija me dice: “Papá, ¡cómo puedes con las cosas que te está diciendo!”. Siempre le veo el lado humano de la persona, yo no soy un radical en ese sentido. La esencia humana tiene múltiples facetas y los abogados la vemos en nuestro trabajo. 

El mundo de los menores me encanta y muchas cosas que se hacen se traslada luego a los mayores. ¿Qué voy a decir del Derecho Penitenciario? Mi gente, mis presos, mis internos, que son personas. La gente más educada con la que he estado han sido algunos internos. Después, resulta que esa persona era más mala que la mar y te preguntabas: “¿Cómo puede ser este tío así y luego es de otra manera?”. Tengo mucha empatía con los presos y he dado muchas conferencias y en Córdoba tenemos la suerte de tener una muy buena directora de prisiones, Yolanda, que está haciendo un trabajo espectacular.  Mi hermano Manolo es jefe rehabilitador y va a la prisión y me dice: “No he tenido pacientes más agradecidos y más educados y que me han satisfecho más, que los internos de la prisión de Córdoba”. Para él ha sido una experiencia espectacular. 

P. El abogado Joaquín Urías nos comentaba en una entrevista que España daba a los presos uno de los peores tratos de toda Europa. ¿Esa es también su percepción?

R. No estoy de acuerdo. Eso lo dicen determinados abogados de asociaciones. Lo que yo veo es qeu hay malos tratos como en todos los sitios y cosas mejorables, pero tenemos los medios que tenemos. En la cárcel hay gente buena pero, también, gente muy mala. Ahora hemos tenido varios episodios ahí que, tela. Me llegan quejas pero puntuales. Yo no estoy de acuerdo con esa afirmación. Aquí somos siempre en decir que lo mejor está fuera. tenemos cosas que mejorar, pero otras muy buenas. Si a un interno le han pegado, vamos a solucionarlo. Conozco funcionarios que trabajan estupendamente y, como todo, habrá unos más bordes que otros. Eso de que te encierran en una sala de torturas.. ¿qué dices? Muchas películas. Que no me cuenten milongas porque ahora eso lo dice cualquiera, lo saca un periodista y se forma un follón que no veas. Ahora tenemos en Instituciones Penitenciarias a Ángel Luis Ortiz, que siempre ha llevado a cabo una lucha por los presos. 

P. Desde que empezaste, ¿ha cambiado mucho la forma de ejercer la Abogacía?

R. Sí, muchísimo. He procurado mantenerme en un término medio. Cuando empecé escribía con máquinas de escribir y con copias de papel de carbón. De aquellos tiempos a estar ahora con los ordenadores y las pantallas... Pero en esencia creo que no debe de cambiar. Esto que te digo de que tu cliente se siente contigo, que se sincere y te cuente la verdad... Al final, va a ser siempre así. Hoy en día, hay un ejercicio más tecnológico y se está importando el sistema americano de abogados, que son más empresas y holding. A mí no me gusta. Me gusta el despacho mediano, del tú a tú, de la confianza. Este tipo de empresas está ahí pero es una máquina... A mí me gusta la relación y quizás se vaya acabando pero dentro de mucho tiempo porque el cliente quiere ese trato. Tampoco puedes quedarte obsoleto. La esencia del abogado debe ser siendo la misma.

La defensa del Colegio es lo que siempre me ha definido

P. ¿Las compañías low cost se están cargando a pequeños y medianos despachos?

R. Cada uno es libre de ejercer la profesión como quiera, pero ¿tú te pondrías en manos de alguien que te está diciendo que por 100 euros tienes el divorcio como si te estuviera vendiendo una paletilla de cordero? Además, no encierran verdades porque luego vienen los problemas. Son low cost por la consulta, pero en el momento en el que haya la más mínima complicación, de una oposición o una modificación, ya entramos en la caja registradora. Y que no haya que liquidar gananciales, que es en la mayoría de los casos, que te sacan la espada. Yo desde luego no me fiaría y es desprestigiar la profesión. Los consumidores y los clientes son lo bastante inteligentes para saber a quién acudir porque encima, luego, nos llegan las quejas y los problemas. Eres un ingenuo si piensas que por 100 euros vas a tener un ingenuo. 

P. Hablábamos antes de cómo la tecnología se ha incorporado a la Ciudad de la Justicia y uno de los grandes cambios ha sido Lexnet. Hace unos años, desde el Colegio se pidió su suspensión.

R. Lexnet es magnífico porque te permite mandar documentos a la hora que quieras. Yo no puedo ir en contra de eso porque es el futuro. Nosotros por lo que luchamos es por cuestiones como la guerra que tuvimos el año pasado en agosto. Ese mes es el único que los abogados hemos tenido siempre para poder irnos de vacaciones porque no había juzgados. Algunos agostos me he tenido que quedar en Córdoba porque era el mes más caro. Pero no nos pueden mandar el 10 de agosto, que estoy yo en Torrox, una notificación de que tengo tres días para subsanarla cuando llevo cinco años esperando eso. Tengo un asunto en Posadas desde 2006 y el 14 de agosto me dieron tres días para calificar. Me tuve que venir a Córdoba. A eso no hay derecho. Cosa distinta es que hayan matado a una persona o han detenido a alguien, pero un tema de trámite, no. Decía el ministro de Justicia que quería arreglar en agosto el retraso de la Justicia. Hombre, por favor. Nos comimos todos el mes de agosto y eso puso a la Abogacía en pie de guerra. Había jueces más comprensivos y a otros les daba igual. Ojo, y muchas veces ni ellos, sino los funcionarios. Con esto no se respeta a los abogados. Pero, ¿y los procuradores? Las criaturas, en pleno mes de agosto que no encuentran a sus abogados. Ellos son nuestros hermanos y lo que les pase a ellos, nos pasa a nosotros. 

P. ¿Y cómo puede ser que en Córdoba se estén fechando juicio en lo Social para 2023? ¿Qué se le dice a esa gente que sufre un despido improcedente?

R. Es que los jueces no dan abasto y las causas llegan a cientos. ¿Qué van a hacer? Si tienes capacidad para hacer diez, puedes hacer 15, pero no 200. En la Audiencia Provincial hay una sola sala de lo Civil para todas las apelaciones que hay. ¿Qué van a hacer? Los jueces se hartan de trabajar. También te digo que las sentencias no son churros y tienes que estudiar cada caso. No hay medios que se le debería dar a la Administración de Justicia para que funcione. El que no lo quiera ver, que no lo vea. 

La gente más educada con la que he estado han sido algunos presos

P. Antes hablabas de Pepe Rebollo y en octubre se cumplirá un año de su fallecimiento. ¿Qué ha perdido la Abogacía?

R. El referente del abogado. Pepe reunía todos los requisitos y lo mejor que puede tener un abogado: era buena persona, super listo, tenía una preparación extraordinaria, un sentido del humor espectacular, un trato fabuloso con la gente... En él se encarnaba todo lo mejor que puede tener un abogado. Su sentido del humor era legendario... Se le ocurrían unas cosas... Para mí fue muy duro perderlo. Ahora hace poco también ha muerto Pepe González Santacruz, que era una persona excelente. Se murió también Pepe Guiote, para mí, uno de los mejores abogados. No he visto una cabeza como la suya. Cuando tenía un juicio con él decía: “Me va a ganar, pero voy a aprender un montón”. Son personas que se te van quedando por el camino pero es la ley de la vida... Luego, Rebollo estuvo hasta el último momento en el juicio de los ERE, que ya estaba malo. Llegaba a Sevilla malito... Hasta el último momento. Esto también le ha pasado a Pepe González, que hasta hace dos meses estaba trabajando. Una gente con una categoría especial.

P. ¿Ha visto condenar a inocentes?

R. Sí. Y lo gestiono mal. Lo luchas como propios y lo pierdes como ajenos. También he visto absolver a culpables. Te duele. A mí me han condenado a inocentes y es mi apreciación. Entiendo que cuando lo han condenado es porque, quienes lo han juzgado, no lo han visto así y yo soy muy respetuoso con las sentencias. Mira, a los encuentros con los presos, los llamo encuentros en la tercera fase porque ya es otra historia. Un abogado, en la defensa de cualquiera, tiene tres fases. La primera, ganar el juicio. La segunda, si no lo consigo, aplicarle todas las teorías y atenuantes para que sea la pena más pequeña posible. Y, la tercera, si lo condenan, que el tiempo que esté en la cárcel sea lo mínimo posible y en las mejores condiciones posibles. Y todo depende de que el abogado se mueva. Así es: encuentros en la tercera fase. Cosas que yo digo (risas).

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