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Nos separamos... ¿y ahora quién se queda con el perro?

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Alfonso Alba

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El perro, el gato, la iguana o hasta el cerdo vietnamita que convive en una casa se ha convertido ya en un miembro más de la familia. A falta de que se aprueba la proposición no de ley que tiene que considerar a los animales como seres vivos y no como cosas, uno de los grandes dramas de las rupturas de parejas en el siglo XXI es quién se queda con la mascota. Y a esa pregunta ha tratado de dar respuesta el Colegio de Abogados de Córdoba, que ha acogido la tertulia Animales domésticos y crisis de pareja, impartida por las abogadas Lourdes Cano García, miembro de la Comisión de Protección Animal y Medioambiental del Colegio de Abogados de Córdoba y María Pérez Galván, de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA).

Pero, ¿entonces quién se queda con el perro? En pleno siglo XXI existe poca jurisprudencia al respecto. Las dos abogadas han coincidido en que en la mayoría de las ocasiones, casi siempre, la custodia de la mascota se decide en los despachos de los letrados y que casi nunca acaba en los juzgados. Pero estos casos están empezando a llegar. “Ha habido convenios que han costado mucho trabajo negociarlos y cerrarlos precisamente porque costaba el destino del animal”, detallaba Lourdes Cano.

Pero cuando se llega a juicio, “se confunde titularidad y propiedad con apego”, explica María Pérez Galván. “El que tiene el microchip puesto a su nombre se entiende que es el dueño. Pero hay que tener en cuenta que como en la convivencia se ha compartido cariño la persona que no tiene a su nombre el microchip no tiene derecho a desvincularse. Como el abuelo, el pariente o el padrino con respecto de un niño”, explicó en una de las conclusiones más interesantes del debate.

“Los jueces aún no están sensibilizados. Hasta ahora los abogados no lo habíamos planteado por miedo al ridículo”, explica, sobre el motivo por el que de momento no hay mucha jurisprudencia al respecto. “La titularidad se quiere asimilar a la de los hijos menores y hay jueces a los que esto le choca. Es cuestión de cambiar. El animal no es una cosa. Tiene vida”, insistió.

De hecho, consideró que el debate del futuro será cómo los jueces tendrán que decidir con quién se queda el perro por las mismas circunstancias que evalúan con quién se quedan los hijos. Así, las abogadas detallaron que no es lo mismo que se lo quede una persona que apenas va a poder atenderlo, que va a estar 12 horas fuera de casa y que no va a tener tiempo suficiente para pasearlo, que otra que sí que disponga de cuidados. “Hay que plantear cómo va a vivir, quién lo va a cuidar, etcétera”, explicaban.

Pero, antes de que llegue la separación las abogadas recomiendan que “cuando las cosas van bien” la pareja firme “un pacto” y que se decida el futuro de la mascota. Y dan un consejo, que “en el mismo pack” que los niños vaya el animal.

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