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El pueblo gitano cordobés celebra su día con el reto de erradicar la segregación escolar

Visita de El Defensor del Pueblo al CEIP Albolafia.

Alejandra Luque

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Marcos Santiago forma parte de ese grupo de familias gitanas con más de cuatro hijos. En apenas unas semanas, volverá a ser padre, en este caso, de una niña. En Córdoba, la media del número de hijos de un matrimonio gitano aumenta conforme la edad de la pareja es mayor. Así lo detalla un informe realizado desde la Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Gitanas Kamira, que ha dejado constar la segregación escolar a la que se enfrenta la etnia gitana. Este pueblo celebra este lunes su efeméride teniendo que afrontar el reto de erradicar dicha segregación, pero también, viendo con orgullo cómo hasta cuatro gitanos forman parte de las listas electorales de los próximos comicios  del 28A.

La segregación escolar en Córdoba se aprecia claramente en el CEIP Albolafia, un centro escolar de Educación Infantil y Primaria en el que la mayor parte de sus alumnos son de etnia gitana. Este hecho llega a convertir al centro en una especie de gueto escolar, suponiendo una traba más de desarrollo personal de los más pequeños. La situación de segregación es de tal enjundia que el Defensor del Pueblo -a petición de la Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Gitanas Kamira y la Asociación de Enseñantes Gitanos- solicitó al Ministerio de Educación información sobre si hay más centros que viven la misma situación que la del CEIP Albolafia y cuáles son las medidas que se están llevando a cabo para evitar dicha segregación. Según ha informado Kamira a este periódico, el Ministerio de Educación todavía no ha respondido a la cuestión, que es clave para el devenir del pueblo gitano en Córdoba.

Los hijos de Marcos Santiago son una muestra de que la integración se tiene y se debe llevar a cabo. Manifiesta que sus hijos nunca han sentido la discriminación que todavía sigue desarrollándose en la etapa adulto. En este sentido, recuerda que “en momentos puntuales” sí ha vivido el racismo que todavía se transmite hacia su etnia, pero que sólo se elimina “haciéndoles ver a esas personas, a través de tus logros, que están equivocados”.

Frente a esta posición se encuentran aquellos padres que “prefieren no enviar a sus hijos a colegios en los que abunden los alumnos romaníes”, apunta Kamira en un informe, fomentando de esta manera una discriminación indirecta y encubierta.

Es imposible determinar cuántas personas gitanas viven en Córdoba por cuestiones de inconstitucionalidad, pero lo que sí se puede constatar cuáles los principales barrios donde  viven: Palmeras, Moreras y Guadalquivir, tres de las zonas más deprimidas de Córdoba. El pueblo gitano cordobés se enfrenta, así, a la lucha diaria contra la falta de recursos económicos, que hasta 2016 veía en la venta ambulante su principal fuente de ingresos.

En materia de empleo, Córdoba cuenta con la ardua labor de la Fundación Secretariado Gitano, que desarrolla todo tipo de acciones encaminadas a mejorar las condiciones de vida de las personas gitanas y a promover la igualdad de trato. No obstante, las organizaciones que trabajan por esta etnia tienen muy difícil romper con los estereotipos que de ella se tienen. Durante el transcurso de las entrevistas realizadas por Kamira para elaborar un diagnóstico de la situación de los gitanos en Córdoba, fueron varios los jóvenes los que manifestaron cómo ser gitano supone, en ocasiones, un punto en contra para conseguir empleo. “En un trabajo, el empleado gitano tiene siempre que hacerlo mejor que el que no lo es, e incluso en ese caso nos miran con escepticismo” o “Cuando me presento para un puesto de trabajo, nunca digo que vivo en Guadalquivir” son algunas de las contestaciones que dieron los jóvenes.

Ante ello, Marcos Santiago afirma que “el gitano tiene que demostrar que es mejor para poder ser normal”, pero “bendecido sea ese lastre, porque ayuda a los gitanos a ser mejores personas”. Si nos referimos a diferentes ámbitos, este abogado saque pecho por el terreno en el que se siente como pez en el agua, la justicia, y reconoce que “donde no hay racismo es en los juzgados”. “Por el banquillo pasan todo tipo de personas y los juristas tienen un campo de visión mucho más amplio” para establecer juicios de valor que no se correspondan con la realidad ya que “los gitanos suponen la cifra menor de los presuntos criminales”.

Pero algo está cambiando en la sociedad. Así lo vaticina Marcos Santiago cuando se le pregunta por los cuatro gitanos que, por primera vez en la historia de nuestro país, concurrirán a unas elecciones. “Hay personas no gitanas que, al final, están cambiando. Para nosotros, este hecho es un punto de inflexión”, explica. ¿Y si todo fuera producto del marketing político? “Pues bienvenido sea porque ha sido bueno para los gitanos. Ya era hora de que todos se concienciaran de que los gitanos y las gitanas también podemos colaborar en ayudar a los no gitanos. Siendo un poco optimistas, para nosotros finaliza ya en este momento la Transición”, afirma el abogado, que asegura que si recibe la llamada de algún partido, la desestimaría. “Ya hay muchas y muchos que pueden dedicarse a ello. Nadie es imprescindible en política, pero yo sí para mi esposa”, concluye el abogado.

Para la federación Kamira, la presencia de los cuatro gitanos en las próximas elecciones es el resultado de un “periplo largo” realizado por este pueblo para verse representado en el Congreso de los Diputados. Esta llegada a la esfera política suscribe algunas reivindicaciones comunes como son “la creación del Alto Comisionado por la Igualdad Real y Efectiva de la Población Gitana, una Ley Integral de Igualdad y Protección específica que refuerce la lucha contra el antigitanismo, la eliminación de la segregación escolar o la implementación de programas específicos de la salud”.

En aras de que no el pueblo gitano viva el olvido comparable al de las víctimas del franquismo, desde Kamira reclaman “la puesta en valor de la Memoria Histórica” y un esfuerzo para que la formación académica de los jóvenes gitanos “tenga una recompensa visible en el espacio laboral, lejos de la estigmatización y los prejucicios”. Sin todavía haber pisado el Congreso, Sara Giménez Giménez (Ciudadanos), Beatriz Carrillo de los Reyes (PSOE) Juan José Cortés Fernández (PP) e Ismael Cortés Gómez (En Comú Podem) ya han hecho historia para el pueblo gitano.

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