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Lucena desbloquea los trámites para excavar uno de los yacimientos arqueológicos más desconocidos

Parte de la necrópolis del 'oppidum' de Morana

Alfonso Alba

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El paraje en la actualidad se llama Morana (Laderas de Morana, Dehesa de Morana, cortijo de Morana o, incluso, dehesa del Cortijo de Penes). Es un monte que se levanta rodeado por el histórico río Anzur en su confluencia con el arroyo del Infierno, en el término municipal de Lucena. Y en su vientre esconde uno de los secretos mejor guardados de la arqueología cordobesa que puede desvelarse en los próximos años. El Ayuntamiento de Lucena ha logrado desbloquear, tras más de dos décadas, la compra del suelo y tiene previsto iniciar a lo largo de los años varias campañas de excavaciones para comprobar, efectivamente, qué es lo que hay en una zona que ya ha sido declarada Bien de Interés Cultural y donde se sabe que existió un importante poblado ibero.

El arqueólogo municipal de Lucena es Daniel Botella, uno de los profesionales más interesados en la excavación de un antiguo oppidum que controlaba una enorme extensión de terreno pero especialmente la histórica ruta de la calzada Corduba-Malaka. “Lo que vamos a encontrar, no lo sabemos, todavía no hemos hecho una prospección geofísica” en la zona, detalla Botella, que precisa que algo sí que se sabe. El yacimiento es conocido, al menos, desde el siglo XVIII. En los años ochenta se hicieron algunas prospecciones y se excavó parte de una necrópolis. Pero a simple vista se aprecian unas estructuras defensivas imponentes.

Botella explica que el oppidum está formado por una doble línea de muralla, con paredes en talud y casamata. En el interior existe un conjunto de cisternas o aljibes, “interesantes por su planta y su sistema constructivo”, con más estructuras visibles, con corredores y cámaras laterales que se han llegado a interpretar como tumbas ciclópeas de origen ibero. Además, se ha recogido cerámica que certifica la ocupación de la zona desde al menos la edad del Bronce precolonial, la época ibera, la dominación romana (en periodos republicanos e imperiales), una interrupción y material islámico. Se sabe, además, que la zona estuvo ocupada hasta el siglo XVII.

“Solo una investigación seria y un correcto plan director que planifique tanto conservación, como investigación y difusión, nos permitirán descubrir este magnífico tesoro que nos espera con Morana. Un auténtico pastel para nuestros ciudadanos y un buen ejemplo de como realizar bien las cosas”, explica el arqueólogo lucentino.

La excavación podría arrojar luz sobre muchas cosas. ¿Es o no una gran población ibera que dominaba el territorio? ¿Cuál fue su papel real durante la dominación romana? La zona a excavar tiene unas ocho hectáreas de superficie, aproximadamente.

El Ayuntamiento de Lucena lleva al menos dos décadas intentando adquirir la zona, pero sin éxito. Esta semana, la Comisión Provincial de Patrimonio de la Consejería de Cultura ha autorizado la desagregación de la finca. Esto significa que el propietario puede acudir al notario para dividir en dos una enorme parcela sobre la que se asienta el yacimiento. El dueño podrá seguir cultivando sus olivares en la zona y el Ayuntamiento podrá comprarle, si acepta la oferta, el suelo sobre el que se asienta este yacimiento.

El Consistorio lucentino ha previsto una inversión de unos 200.000 euros en la excavación, dentro del plan plurianual de inversiones recién aprobado. Fuentes del Ayuntamiento señalan que si hay acuerdo para adquirir la finca no habría problema alguno en adelantar el dinero para iniciar ya la excavación de la zona. “Lo que parece que ha sido un largo recorrido municipal para su adquisición, está a punto de concluir y de llegar a buen puerto…”, escribía esta semana el arqueólogo Daniel Botella. “Podremos iniciar el conocimiento, a través de prospecciones geofísicas o excavaciones, del poder íberoturdetano de nuestras tierras, o las relaciones comerciales que, desde fase orientalizante o tartésica, se establecieron con colonias fenicias y griegas”, ha detallado.

Morana se encuentra en un área apartada del término municipal de Lucena, camino de la aldea de Jauja y a escasa distancia del paraje natural de la Laguna Amarga. Desde hace años, el yacimiento ha sufrido el ataque de los expoliadores, algo que han advertido en la zona los amantes del patrimonio. A pesar de su protección como BIC, muchos de esos ataques no pudieron repelerse. Ahora, si se consigue la titularidad, el Ayuntamiento de Lucena pretende proteger la zona, antes de iniciar la que será una de las grandes excavaciones arqueológicas en la provincia de los próximos años.

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