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Cuatro décadas después desaparecerá la marca Cajasur, el bautizo del Monte de Piedad que impuso Castillejo

Antiguo logo de la paloma en la oficina central de Cajasur

Alfonso Alba

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Cajasur no nació como marca comercial en 1995, cuando se fusionaron El Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba con la Caja Provincial de Córdoba. Lo hizo una década antes, a mediados de los años ochenta. En 2026, Cajasur dejará de operar como tal. Desde 2010, la entidad es propiedad primero de BBK y hoy Kutxabank. El año que viene, tras la absorción definitiva de Cajasur, los miles de clientes de Córdoba operarán ya exclusivamente con la marca comercial de Kutxabank.

Llegará el final del nombre que impuso Miguel Castillejo, el histórico cura banquero, y que alumbró a mediados de los años ochenta. El logo de entonces, hoy para coleccionistas, era una flecha muy similar a la del resto de cajas de ahorro en España, que inspiraban esa especie de paso adelante de los años de expansión económica, los de la beautiful people al calor del Gobierno de Felipe González.

El Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba pasó a operar con otro apellido más, Cajasur, en 1985. El objetivo era acortar el nombre de una marca, que popularmente era conocida como El Monte de Piedad y confundida con otras entidades similares en Andalucía, como la de Sevilla. Entonces, el propio Castillejo lideraba unas negociaciones en el Ministerio de Economía en las que logró que se permitiera a las instituciones eclesiásticas, como el Cabildo de Córdoba, mantener el control de una caja de ahorros. Castillejo, que había llegado a la presidencia de la caja a finales de los años setenta, logró esta especie de adenda que permitió que Cajasur fuese propiedad de la Iglesia hasta la Feria de Córdoba de mayo de 2010, cuando fue intervenida por el Banco de España y vendida a BBK.

Desde 1985 a 1995, el Monte de Piedad operó con el logo de la flecha. En esa década, Castillejo negoció la fusión de El Monte de Piedad (una entidad creada en el siglo XIX) con la Caja Provincial (alumbrada por la Diputación en los años cincuenta del siglo XX). El 31 de diciembre de 1994 firmó la fusión con el presidente de la Caja Provincial, Alfonso Castilla. Y peleó porque la futura caja de ahorros conservase el nombre que alumbró: Cajasur. Ahí fue cuando nació la famosa paloma, el espíritu santo, que pobló España y que llenó de publicidad a medios de comunicación, instituciones deportivas, culturales, lúdicas y festivas de cualquier rincón de la provincia de Córdoba, Jaén, Sevilla o Granada.

La paloma de Cajasur voló durante los años de la gran expansión del ladrillo en España, hasta que la burbuja estalló en 2008. Como Ícaro, tenía una especie de alas de cera que se derritieron cuando se acercó a un enorme sol de deuda. En mayo de 2010, los consejeros del Cabildo, con mayoría frente a los políticos que heredaron los puestos de la antigua Caja Provincial, optaron por la intervención del Banco de España y rompieron la fusión con Unicaja.

En una operación fugaz, el Banco de España vendió Cajasur y todos sus activos a BBK, un banco vasco, que tras la fusión con más cajas de ahorro de la zona norte de la Península se ha convertido en Kutxabank. En 2010, BBK optó por mantener la marca comercial de Cajasur, muy presente en la memoria colectiva de miles de andaluces. El objetivo era mantener el negocio y evitar la fuga de clientes, mientras se ponía orden en la casa.

Eso sí, Cajasur cambió su logo. La paloma fue sustituida por un logotipo con unas letras similares a las de BBK. Y poco después se le añadió la K de Kutxabank. Hasta ahora. Cuarenta años después.

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