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Priego, la reserva del reino de las setas

Recogida de setas en Zagrilla Baja | MADERO CUBERO

Carmen Reina

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En la aldea prieguense de Zagrilla Baja se encuentra el único jardín micológico de Europa | Bautizado como La Trufa, allí conservan las variedades de setas y hongos de los distintos ecosistemas andaluce

La Trufa

En la Edad de Bronce, allá por unos 2.000 años antes de Cristo, las utilizaban como yesca para encender el fuego y por sus propiedades medicinales. En la Grecia antigua eran protagonistas de la cocina del más alto poder, llegando a tomar el nombre del propio césar. Para la cultura maya fueron deidades en sí mismas y se utilizaban en rituales religiosos. Y en la Edad Media, alrededor de donde crecían se hacían los corros de brujas y sus aquelarres.

Tan singulares episodios en la historia están protagonizados por las setas y los hongos, unos seres vivos que cuentan siglos de vida en la naturaleza y que, en nuestros días, encuentran su espacio con nombre propio en ámbitos tan distintos como la gastronomía, la medicina, la conservación del medioambiente o el turismo.

Para dar a conocer toda su historia, sus funciones y propiedades, para enseñar a cogerlas del monte pero, sobre todo, para protegerlas y conservarlas, en Zagrilla Baja -una pequeña aldea de Priego de Córdoba- se encuentra el Centro Andaluz de Micología La Trufa, donde se ubica el único jardín botánico de Europa dedicado en exclusiva a las setas y los hongos. Y es que los climas y suelos andaluces son capaces de desarrollar distintos ecosistemas y ambientes donde existen unas 3.500 variedades de setas y hongos, diecisiete de las cuales se encuentran en peligro y protegidas en este centro por sus rarezas que les hacen contar con pocos ejemplares.

Allí, en Zagrilla Baja, un terreno de monte de aproximadamente una hectárea se divide en ocho zonas que recrean con su flora los distintos tipos de bosque que se encuentran en Andalucía, donde crecen las variedades de setas y hongos de cada ecosistema. Ocho formaciones vegetales donde el visitante puede pasear en un mismo lugar por un pinsapar, un pinar, un alcornocal, un encinar, un castañar, una zona de ribera, un pastizal o el monte con matorral y jaras propio de la Subbética prieguense.

Bajo esos árboles, con los arbustos y plantas propios de cada zona con los que viven asociados, nacen y se desarrollan también las setas y hongos de este particular jardín botánico. La seta de cardo, la barbuda, la senderuela, la amanita pantera, el boletus, el níscalo, el pie azul, la negrilla, la seta de álamo, la colmenilla o la seta de la risa son variedades de hongos que viven en esta reserva natural del reino de las setas.

Con el mimo y los cuidados que los hongos necesitan, un jardinero especializado se encarga de atender este trocito de bosque. Nada de cavar la tierra, ni desbrozar con máquina, sólo quitar a mano las malas hierbas, humedecer la tierra si es necesario y esparcir periódicamente las esporas de setas trituradas para repoblar el terreno. Toda una labor de jardinería de precisión para que las setas no sufran impacto humano alguno y se reproduzcan de la mejor manera posible.

De esos cuidados y de sus funciones en la naturaleza se da buena cuenta en este centro de interpretación del mundo de las setas. En varias salas de exposiciones, el visitante puede conocer el modo de vida de los hongos o sus funciones en el ecosistema; aprender curiosidades tan importantes sobre ellas como que algunas setas, por su capacidad de alimentarse absorbiendo sustancias de su alrededor, se emplean para descontaminar terrenos o en la lucha biológica contra plagas.

Su historia a través de las distintas civilizaciones y sus usos en la medicina, como en el descubrimiento de la penicilina, o su participación en la producción de alimentos como el pan o quesos, son otras características destacadas que se muestran de estos particulares seres con pies y sombreros.

Y junto a todo ello, el cara a cara del aficionado con las setas. El visitante del Jardín Micológico La Trufa puede aprender a distinguir las especies tóxicas de las comestibles y cómo cogerlas en el campo con las actividades de formación del centro, donde se ofrecen los consejos más útiles a la hora de echarse al campo a coger setas. Una actividad que sirve para fomentar el denominado micoturismo –el turismo de aficionados a coger setas- que es otro de los pilares de este centro, donde se realizan actividades permanentes con visitas guiadas y también actividades programadas con todo lo que tiene que ver con el mundo de estos pequeños seres: desde un taller de fotografía de hongos a una ruta de identificación de variedades. A partir de ahí, cesta en mano, la época de otoño e invierno -y también la primaveral propia de algunas especies- se abre para los amantes de las setas.

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