Postrera, 28: el patio cordobés, en “miniatura”
Este recinto del Alcázar Viejo es el segundo menor en superficie de los que participan en el Concurso y cuenta con más de 400 macetas dispuestas entre las paredes y la balaustrada de madera
El patio de la calle Postrera, 28 es un arte en “miniatura”. Aunque esta acepción se refiere en su mayor parte a pinturas de pequeño tamaño, la Real Academia Española también define miniatura como “objeto artístico de pequeñas dimensiones”. Y este recinto del Alcázar Viejo, el segundo menor en superficie, es el fiel reflejo de un arte que se respira en pocos metros cuadrados.
Pero estas dimensiones no “le quitan solera al patio”, tal y como señala su propietario, Rafael Córdoba. Cada rincón está aprovechado: desde la entrada hasta el final de este patio, que sigue disfrutando del pozo romano y árabe, aún en funcionamiento. Es el patio que más macetas tiene por metro cuadrado. En total, más de 400, que se extienden por el suelo, las paredes y las barandillas.
Córdoba cuenta que “esta casa data del siglo XVI, al menos es lo que dicen los expertos” y “siempre ha estado llena de gente”. De hecho, los abuelos del propietario compraron esta vivienda y toda la familia se trasladó a vivir aquí. Recuerda que “cuando la compraron, había ya dos inquilinos” pero, “supongo que mi abuelo los acabaría echando porque era cantaor flamenco de tabernas y muy pesado”. En tan sólo 125 metros cuadrados de los que consta la parcela, han llegado a vivir hasta tres familias enteras.
Antes de cruzar el zaguán, el visitante se encuentra con una mesa repleta de elementos antiguos de cocina, pequeñas planchas de hierro para la ropa y varios candelabros. En la pared cuelgan algunos diplomas que acreditan la exitosa trayectoria de este patio en el Concurso: en los 21 años que ha participado, ha conseguido 26 galardones.
Atravesar el zaguán sobre el suelo de cantos traslada al visitante a unas vistas donde el blanco de las paredes se percibe con claridad en unos de los laterales. Y es que, las macetas de color azul son las protagonistas de este patio. En ellas florecen rosas, buganvillas y claveles de todas clases. “Los más especiales son los reventones, que ya no hay, pero que en mi patio los hay de todos los colores, hasta pistacho”, apunta Córdoba.
Como novedad para este año, el propietario llama la atención de los visitantes para que se fijen en la sulfinia. “Ésta es la única planta que he comprado este año. El resto son cuidadas durante todo el año. Sólo así se mantiene un patio de verdad. Un macetero preside en cierta manera este patio. Y en el, un limonero.
Córdoba y su prima, Pilar Bueno, son los únicos que siguen viviendo en esta casa. Y aunque el paso de los años le ha obligado a reformar algunas dependencias, Córdoba explica que “lo importante era mantener todo lo que formaba parte del patio, por eso hemos dejado la pila, el pozo, los arcos y la balaustrada de madera”. “Y yo, que también soy Patrimonio de la Humanidad”, cuenta entre risas a unos visitantes.
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