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Luz de Capuchinos

Vía Crucis de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Ante su imponente figura se abren las puertas. Testigo del tiempo y, año tras año, del fervor popular permanece siempre presente. Varias velas ponen rubrica a la devoción que entre no pocos cordobeses levanta. El Cristo de los Desagravios y Misericordia espera la noche entre los muros encalados de uno de los lugares diferenciales de la ciudad. En Capuchinos, el conocido como Cristo de los Faroles es luz en la oscuridad. Al igual que lo es Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia en la noche de ese martes que anuncia la proximidad de los días de Pasión. Todavía ha de llegar la luna. La tarde languidece poco a poco, pero es clara. Aún con el sol como corona, se abren las puertas de la iglesia conventual del Santo Ángel. En torno al templo, numerosas personas aguardan el instante en el que el Señor comienza su recorrido por las calles céntricas de Córdoba.

Sobre las ocho y media de la noche, que en estas fechas todavía no lo es, tuvo lugar el inicio del Vía Crucis de la hermandad de la Paz con la imagen de su titular. Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia apareció, como es habitual en esta ineludible cita del final de Cuaresma, sobre parihuelas. Vestido de manera sencilla pero especial, la talla que saliera de las gubias de Juan Martínez Cerrillo abandonó con paso firme pero calmo la iglesia conventual del Santo Ángel. Lucía una túnica morada que era novedad, gracias a hermanos de la corporación del Miércoles Santo. El cortejo comenzó entonces su recorrido por la feligresía del templo de Capuchinos, ante el que se reunieron no pocos fieles y cofrades en general. El día invitaba a tomar la calle y buscar el blanco de la plaza. El incienso abrió el camino del Señor.

A diferencia del pasado año, en el que una llovizna generó incertidumbre antes de la salida, la tarde resultó agradable. El día poco a poco se cubrió de un manto oscuro con la luna como detalle de bordado. Con el avance de las manecillas del reloj, la comitiva transitó por el entorno de la plaza de Capuchinos. Pero también junto a un templo que permanece muy presente para la hermandad de la Paz. El rezo del Vía Crucis con la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia también tuvo lugar a las puertas de San Miguel, antes de iniciar el regreso de la iglesia conventual del Santo Ángel. El retorno ante la mirada del Cristo de los Faroles sí fue ya en la noche, que tuvo la luz del Señor.

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