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El plan del Casco del Ayuntamiento plantea “regular” la conversión de viviendas en pisos turísticos

Colas para entrar a un patio de San Basilio

Alfonso Alba

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El borrador del Plan de Gestión del Casco Histórico de Córdoba plantea entrar de lleno en una de las grandes preocupaciones de los vecinos de la zona: la transformación de viviendas en pisos turísticos, algo que siempre se ha considerado como la principal causa de la gentrificación de las zonas más afectadas, como la Judería. El documento, que ya ha sido presentado a los diferentes grupos de trabajo de la ciudad y que ha sido redactado por la Unión Temporal de Empresa (UTE) formada por Amascé, Fernando Osuna Pérez y Geoinnova, ya está siendo discutido y analizado.

El plan propone un centenar de objetivos que nacen de diez principios rectores que son los que sostienen todo el documento. A su vez, estos principios rectores provienen del planteamiento de la Unesco para la conservación de los espacios considerados patrimonio mundial por su “valor universal excepcional”, como es el caso del casco histórico de Córdoba, vinculado a la Mezquita Catedral (no se trata de dos declaraciones diferentes, sino de una, la de la Mezquita de 1984, que se amplió al casco en 1993).

El caso de los pisos turísticos y su regulación nacen de los dos primeros principios rectores: “el reconocimiento del patrimonio cultural como un derecho humano y una fuente de cohesión social” y “la integración de la conservación del patrimonio cultural y el desarrollo urbano sostenible teniendo en cuenta los aspectos sociales, económicos y ambientales”.

De estos principios rectores nacen unos objetivos “específicos” en el plan, que tienen mucho que ver con el urbanismo y con la gentrificación. Es lo que ocurre con los cuatro primeros “objetivos específicos”, donde los redactores detectan varios riesgos que “afectan al bien” declarado patrimonio de la Humanidad, el casco histórico. El primero de ellos es la alta ratio de “vivienda vacía y solares”. Aquí se propone “fomentar la rehabilitación de viviendas y la ocupación de solares abandonados”. De hecho, se desarrolla una “acción estratégica” para lograrlo que se bautiza con el nombre de HABIcor, que se sostiene en tres líneas: fomentar la rehabilitación de las viviendas, “implementar políticas para atraer y retener a la población local” y “fomentar la convivencia y el respeto entre vecinos”.

El segundo objetivo reclama acabar con el “desequilibrio” o “la pérdida de población residente” en el casco histórico, por lo que reclama, como en el punto anterior, desarrollar esas políticas públicas para atraer a nuevos vecinos a una zona muy tensionada por los siguientes dos riesgos: la “pérdida del comercio local y de proximidad” y “la transformación de vivienda habitual” en pisos turísticos, según señala el documento.

Ante estos riesgos, se plantea una intervención y regulación. Primero, apoyando y promoviendo en la zona “pequeños negocios tradicionales”, por un lado, y por otro, regulando y controlando “la conversión de viviendas en alojamientos turísticos”.

En estos puntos se crearían diversas acciones estratégicas ya bautizadas incluso. Estaría Córdoba Equiactiva, con el objetivo de “apoyar y promover pequeños negocios locales”, “regular y controlar la conversión de viviendas en alojamientos turísticos”, “redefinir las áreas de carga y descarga” en el casco histórico y “equilibrar el turismo con las necesidades de la comunidad”. También se propone otro plan llamado Oportunidad Única para “apoyar y revitalizar las prácticas culturales locales” y “fomentar la colaboración y promoción de la creatividad local”.

Un plan de gestión con retraso

El centro histórico de Córdoba es uno de los cascos antiguos más grandes de Europa. En 1994, la Unesco expandió a gran parte del casco antiguo de la ciudad el título de Patrimonio Mundial que había otorgado diez años antes a la Mezquita de Córdoba. La Unesco fijó en 2008 unas directrices por las que los monumentos declarados Patrimonio Mundial, como era el caso del Casco Histórico de Córdoba, debían contar con “un plan de gestión para conservar el valor universal del bien”.

Han pasado casi 15 años de aquello y el Ayuntamiento tendría que haber elaborado un plan director. El presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos, por sus siglas en inglés), Jordi Tresserras, reprochaba en julio de 2021 al consistorio que siguiera sin impulsar el citado plan director. “No tener un plan director podría entenderse como una falta grave”, explicaba Tresserras, recordando que en 2022 había que presentar los informes periódicos sobre la conservación y gestión de los sitios Patrimonio Mundial“.

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