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Las obras en la Cuesta del Reventón se retrasan

Obras en la Cuesta del Reventón

Alfonso Alba

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Las obras de reforma de la Cuesta del Reventón, el sendero más popular y usado de todo el término municipal de Córdoba, aún no han concluido. Deberían haberlo hecho en el mes de septiembre, pero pese a que el grueso de los trabajos ya se ha ejecutado los trabajos siguen sin ser recepcionados por la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba, que es quién los encargó.

Según han confirmado fuentes municipales a este periódico, los trabajos se han dilatado por un problema detectado con las escorrentías. La empresa que desarrolla la obra, Sercli Paisajismo y Construcción S. L., está aplicando un tratamiento con cal al principio del camino, en el lugar donde la pendiente es mayor. El objetivo es evitar que las escorrentías se lleven el material ya depositado y vuelvan a aparecer las famosas cárcavas que tan popular (y peligroso para los senderistas) hicieron a este sendero.

El camino, que une la ciudad con las Ermitas en el corazón de Sierra Morena, es usado por centenares de personas, especialmente durante los fines de semana. A los senderistas se unen los ciclistas. La Cuesta del Reventón ha sido sometida a una profunda restauración, que ha ampliado el propio sendero en la mayor parte de su trazado y que ha asentado el terreno, dejando en la mayor parte del recorrido una pista compacta y muy diferente a la de esta pasada primavera.

En mayo del año pasado, cuando se anunció la intención de arreglar la Cuesta del Reventón, se recogieron centenares de firmas ya que se temía por un proyecto con “bordillos” y “zahorra” que desnaturalizara el camino. Cuando la Junta restauró hace años el camino construyó unas tajeas de piedra que hacían que el agua escurriera. Esos sistemas estaban muy deteriorados. Su mal estado provocó que con la lluvia el agua corriese por el sendero. Por eso, el proyecto ha restaurado las tajeas, que han sido reconstruidas en muchos puntos. En otros se han ampliado.

En el camino en sí, el tratamiento se ha centrado en rellenar las cárcavas con material granular, tipo balasto. El objetivo es que cuando llueva ese material no sea arrastrado, como sí que ocurriría con arena o zahorra. Después del relleno, la zona se ha compactado con material de menor granulometría hasta “alcanzar los niveles deseados de transitabilidad, en el recorrido del sendero con anchos variables (1,5 a 3 metros) en función de las posibilidades del mismo”, detallaba el proyecto de obra, que se ha ido cumpliendo.

Ahora, además, se está trabajando con cal para evitar que las escorrentías destrocen en cuando arrecien las lluvias todo lo que se ha construido.

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