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Nadie quiere un camión y “un trabajo no recompensado”

Un joven, en un examen de camión.

María Berral

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Normalmente, al llegar al supermercado, el cliente no se imagina el proceso por el que un producto está en una estantería. Detrás de todo un complejo sistema logístico están los camioneros que transportan de un punto de España a otro todo tipo de productos. Las imágenes de supermercados desabastecidos en Reino Unido por falta de transportistas empiezan a ser comunes. No tanto en Córdoba, una provincia que produce gran mano de obra de transportistas. O producía. El sector cordobés admite la falta de conductores profesionales jóvenes. Los mayores se jubilan pero no hay recambio. Nadie quiere ser camionero.

Tomás Aranda es presidente de la patronal en Córdoba, Atransmesco, y ha sido transportista toda su vida, desde que tenía 18 años, por ello conoce bien el trabajo que señala “es duro” y “no está recompensado”. Sin embargo, tras todos los años al volante, cree que las comodidades son más: “los camiones no son como los de antes”, ahora llevan “cama, frigorífico, televisor”. Además, apunta “es solo mover el volante porque son automáticos”. Pero en la barrera que ven los jóvenes para dedicarse a esto es el tiempo que pasan fuera de casa, “no quieren ese sacrificio, quieren estar libres por las tardes y estar en sus casas”, lamenta.

En esto coincide Rafael Cruz, presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Córdoba, quien reconoce que “de un tiempo a esta parte los permisos profesionales están más enfocados en tema de oposiciones” más que para dedicarse al transporte. Es por esto la falta de personal que hay en el sector, a pesar de la gran demanda de conductores que existe, “tenemos contactos que nos piden conductores, pero no hay”, explica Rafael. “Hay dos millones de parados y nosotros necesitamos chóferes”, señala Tomás.

Otro de los problemas que encuentran los pocos jóvenes que piensan en dedicarse al sector es que hasta los 21 años no pueden acceder al permiso, según explica Rafael. Por tanto, “cuando tienen la edad, ya han enfocado su vida laboral hacia otro lado”.

Los camioneros se plantan ante las exigencias al sector

A pesar de que Tomás Aranda reconoce que el trabajo “está bien pagado” porque, según detalla, “un conductor que haga rutas nacionales puede cobrar 1.600” euros al mes, cada vez le exigen más. Esto ha hecho que el Comité Nacional de Transporte haya programado una huelga para los días 20, 21 y 22 de diciembre. Tomás Aranda, que a sus 69 años es presidente de la Asociación de Transporte de mercancías de Córdoba, Atransmerco, y lleva toda una vida al volante, sabe bien lo que supondría que esta huelga se llevase a cabo en fechas navideñas en una época en la que “no hay almacenes” y “todo es de hoy es para mañana”.

Tomás Aranda no concibe que el Gobierno vaya a permitir que todas las empresas “se queden sin suministros durante tres días” ya que no hay otro medio para hacer llegar las mercancías. “El 98% de las cosas se mueven por carretera”, apunta Tomás.

El papel de los camioneros durante la pandemia

El representante de Atransmerco, recuerda que durante el confinamiento fueron ellos quienes se arriesgaron “para que los supermercados no se quedaran sin suministros y todos pudiéramos comer”.

Durante lo más duro de la pandemia, estos trabajadores fueron quienes “con mascarillas y guantes” se montaron en sus camiones para que no faltara ningún producto en ninguna casa de España. Sin embargo, explica Tomás, “es un trabajo que no está recompensado, no está pagado”, por lo que están “dispuestos a llegar hasta el final”.

Los transportistas han conocido una serie de normas a las que tendrían que adaptarse, como que se carguen más los camiones “hasta 45 toneladas”, pero “cobrando lo mismo”; o la propuesta de añadir “viñetas”, es decir, una pegatina para saber que has pagado “un impuesto para utilizar las autovías” cuando, al igual que cualquier vehículo, estos ya pagan el impuesto de circulación.

Otras peticiones para el Gobierno

Con la huelga planteada quieren reivindicar diez puntos, entre los que se encuentran, además de los mencionados anteriormente, una mejora en las áreas de servicio ya que las actuales “no están vigiladas y te pueden abrir las lonas y robar la mercancía”, explica Tomás Aranda. Esta es una situación que les impide descansar con tranquilidad las 11 horas que tienen para hacerlo tras conducir nueve horas seguidas, o en los tres cuartos de hora tras cuatro horas y media de carretera.

Denuncian, de igual modo, que se tengan que descargar las mercancías, “después de nueve horas un chofer no tiene ni debe de hacerlo”; o la revisión de la subida del precio del combustible, que representa el 40% de los costes de estos trabajadores. Por esto buscan “que vaya por ley, que aunque haya un contrato firmado con el cliente que sea, si sube o baja tú puedas también subir o bajar el precio”.

Además, protestan contra “las empresas buzón”, aquellas que, según explica el presidente de la Atransmerco, pagan impuestos en otro país como Francia o Portugal pero vienen a España a por su carga. Así, dejan desprovistos a los transportistas españoles.

Tras dos años denunciando estas situaciones ante el Comité Nacional de Transporte por Carretera, y sin haber recibido respuesta, los camioneros se han “hartado”, por lo que, “o se soluciona esto, o se para”, concluye Tomás. A la espera de una solución para sus peticiones, y de nuevos compañeros al volante, los camioneros continúan llevando de un lugar a otros los productos que, día a día, utilizamos y consumimos, luchando porque su labor no pase desapercibida.

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