Las inundaciones de avenida del Corregidor: una “urgencia” recurrente cuya solución lleva décadas en dique seco
Ni un fenómeno aislado, ni algo que no podía evitarse, ni un episodio producto de una geografía/arquitectura peculiar. Los vecinos del barrio del Corregidor, en Córdoba, se niegan a aceptar ninguna de estas expresiones cuando se valora lo que ocurrió el pasado sábado, 15 de noviembre. Una nueva jornada en la que tuvieron que ver cómo un episodio de lluvias copiosas se convertía en unas inundaciones que ponían en riesgo no solo cuestiones materiales, sino, en este caso, incluso la vida de algún residente.
Los vecinos de esta zona, ubicada a escasos metros del concurrido barrio de San Basilio, en un área residencial amplia y demandada, por su cercanía a la Ribera, en realidad se han malacostumbrado a las anegaciones que, por efecto del cambio climático, se han convertido en un problema recurrente que se agrava año tras año. Un problema para el que las soluciones llevan paralizadas casi quince años. Es el tiempo que llevan las administraciones oyendo pero no atendiendo las advertencias de estos residentes.
Juan Prieto, portavoz de la asociación vecinal, recuerda que en el barrio hay dos colectores instalados, que datan del 2002. A su juicio, ineficientes y obsoletos. Y no por el episodio de este sábado. “En 2005 ya reventó uno y reventó también en Conde de Vallellano 8, que está cerca. Cada vez que llueve fuerte hay un amago de inundación”. La situación, añade, no ha mejorado: “En 2010 otra vez se volvió a inundar”.
A su juicio, se trata de un fallo estructural que trasciende cualquier episodio puntual: “El urbanismo en Córdoba está siendo deficiente en este barrio y no lo toman en serio”. El portavoz denuncia que el desarrollo urbanístico en la sierra está agravando las escorrentías: “No puedes urbanizar en la sierra sin parar. Lo que antes era tierra virgen y drenaba, ahora es cemento. Y lo que hace es desaguar de la sierra hacia el río. Para cuando llega a nuestra zona, los desagües están desbordados”.
Prieto asegura que este efecto no solo afecta al Corregidor: “Se ha visto que no solo hemos sido nosotros: Gran Vía Parque también se ha inundado. Todo lo que cae desde la sierra desborda cuando llega a la zona sur”, explica este residente, que insiste en que no es un problema puntual.
Arroyos desbordados y avisos ignorados
Los arroyos situados al norte de la zona urbana —Arroyo del Moro, San Cristóbal, Los Morales y Maestrescuela— recogen las escorrentías de una cuenca cada vez más alterada por el crecimiento urbanístico. Este contexto, señalan los vecinos, explica la magnitud de unas inundaciones que se repiten en los mismos puntos críticos.
Los residentes alertan de que esta falta de actuaciones genera una situación de inseguridad para el vecindario. La declaración emitida tras las inundaciones de noviembre de 2025, recuerdan, es prácticamente una copia de la publicada un año antes, prueba de que nada ha cambiado.
La última reunión formal entre la Asociación Vecinal y la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) tuvo lugar el 30 de enero de 2025. En ella se expusieron proyectos redactados desde 2013, entre ellos el encauzamiento de arroyos, la instalación de un tanque de tormentas y otras infraestructuras de desvío y alivio. Urbanismo admitió que no se había avanzado por falta de acuerdo entre administraciones, citando a Emacsa y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). El compromiso de una nueva reunión nunca llegó a materializarse.
Las denuncias vecinales, sin embargo, se remontan a mucho antes. En 2020 ya se había advertido de que la frecuencia de los episodios de inundación aumentaría con el cambio climático, y que la respuesta municipal había sido insuficiente. También con otras corporaciones. Es una urgencia que nunca ha llegado a abordarse como tal.
Este lunes, sin embargo, el portavoz del Gobierno municipal, Miguel Ángel Torrico, defendía que la situación exige un planteamiento integral: “Allí hace falta una actuación muy seria conjunta de varias administraciones, Ayuntamiento y CHG”. Torrico reconocía la complejidad orográfica de la zona: “Todos conocemos las características de esa avenida, una vaguada por debajo de Vallellano… Sinceramente, no sé cómo en su día se pudo permitir la construcción de viviendas de esa forma”.
Respecto a la respuesta ante las lluvias, afirma: “A día de hoy, cuando se producen lluvias fuertes, tenemos que hacer que los efectos sean los menores posibles, con labores de prevención y actuar rápidamente”. Y subraya que no se trata de un problema exclusivamente municipal: “Está donde está. No solo depende del Ayuntamiento, sino también de la CHG”.
El portavoz además ha rechazado que el fallo esté en el mantenimiento: “¿Culpa de los imbornales? La culpa es de la cantidad de agua que cayó. Cuando dejó de llover, los imbornales funcionaron y la ciudad quedó desaguada”. Torrico recordaba que en este último episodio se registraron “74 litros por metro cuadrado en dos horas, algo muy difícil de prever” (curiosamente, el alcalde, el mismo sábado, había cargado contra la Aemet por no haber previsto la magnitud de las precipitaciones).
El proyecto técnico que sigue sin ejecutarse
Aunque los vecinos insisten en que lo primordial es actuar de urgencia para aliviar el sistema de colectores, también recuerdan que hay una actuación específica para la conexión del Arroyo del Moro con el Arroyo San Cristóbal. Está incluida en el Proyecto de Encauzamiento de Arroyos de la Sierra de Córdoba, redactado en 2013, tras un convenio entre Emcsa (entonces con José Antonio Nieto de Alcalde) y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) -también en manos del PP-, con una prometida inversión de 7,8 millones, de los que la CHG iba a poner el 80% (con cargo a los fondos Feder) y la empresa municipal de aguas el 20% restante.
Aquello no se llegó nunca a ejecutar aunque, sobre el papel, era un proyecto importante para la ciudad: su finalidad era sacar de la red municipal la mayor parte de los caudales que hoy saturan los colectores, actuando sobre los cuatro arroyos que descienden desde la Sierra. El conjunto del proyecto contaba con un presupuesto de 8.050.410,97 euros, con 6,44 millones procedentes de fondos europeos y la previsión de que Emacsa asuma explotación y mantenimiento.
Los informes técnicos avalaron su viabilidad pero los fondos europeos nunca llegaron y, tres corporaciones municipales y tres gobiernos nacionales después, sigue en el dique seco, pese a que el proyecto logró solución técnica y consenso sobre la urgencia. Mientras tanto, cada tormenta vuelve a poner en evidencia que los vecinos del Corregidor siguen expuestos a una situación que lleva más de una década diagnosticada… y todavía sin resolver.
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