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Hallan los restos de una torre semicircular romana junto a la muralla de Córdoba

Los sillares de la antigua torre, aflorando junto al Arco del Portillo.

Alfonso Alba

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La antigua Corduba romana es una ciudad fosilizada a la actual. La prueba está en que a poco que se excave aparece lo que se debería encontrar. Aunque en ocasiones, por sus dimensiones, arroje ciertas sorpresas.

Una fosilizada via de la antigua Corduba, que sube por la actual calle San Fernando, está escoltada por una hilera de casas que se apoyan directamente sobre las piedras de calcarenita que un día instalaron los romanos (cordobeses) para levantar una muralla que hacía las funciones de defensa. La muralla romana de Corduba se amplió poco antes del siglo I, justo después de que las tropas de Julio César arrasaran una ciudad que le había sido fiel a los hijos de Pompeyo. Corduba pasó de ser una ciudad de barro y madera a otra monumental, de mármol y piedra. El antiguo perímetro, de poco menos de 50 hectáreas, casi se duplicó, y la ciudad que se había trazado en la zona alta (en el entorno de Las Tendillas actuales) bajó hacia el río.

Fue entonces cuando se construyó la muralla. Y también, por lo que se acaba de descubrir, unas murallas que defensivamente estaban muy bien dotadas. Una excavación arqueológica en marcha en el solar de una casa que se apoyaba sobre la muralla y hacía esquina en el Arco del Portillo acaba de descubrir los restos de una torre semicircular romana, según han confirmado a este periódico varias fuentes. El hallazgo ha sido totalmente inesperado y ya ha sido comunicado a todas las autoridades pertinentes, especialmente al servicio de Arqueología de la Gerencia Municipal de Urbanismo.

Las torres semicirculares romanas eran construcciones habituales de las murallas de las ciudades. Las más famosas y las que mejor se conservan en la Península Ibérica son la de Lugo. Pero las dimensiones de las de Córdoba siempre fueron mayores. La muralla original, la republicana, tuvo un perímetro ya mayor que la de Lugo (cerca de tres kilómetros). La posterior, la imperial, casi se duplicó.

Durante 2.000 años, la muralla se ha integrado en la ciudad. Se ha solapado como un guante y ha servido tanto para separar una zona de otra como incluso de muros de muchas viviendas, que han ido dejando su huella. Los pobladores que sucedieron a los romanos aprovecharon sus murallas y las reconstruyeron. Es fácil distinguir sus distintas fases. También la construcción de hasta siete puertas que hasta mediados del siglo XX seguían funcionando como entrada a la ciudad.

En los últimos años de la Córdoba moderna, muchas de las viviendas que se apoyaban sobre la muralla han ido desapareciendo poco a poco. Algunos históricos edificios, como la ermita de la Aurora, incluso se vinieron abajo. Hace casi cuatro años se desprendió otro lienzo apenas unos metros más abajo. La demolición de una vivienda provocó que la falta de apoyo sobre la muralla hiciera que se desprendiera. Aún hoy hay un tramo de acerado cortado por una gran valla de protección.

Ahora, el proyecto del solar en el que se ha localizado la torre semicircular preveía la construcción de una nueva vivienda. De momento, se están estudiando los restos de la torre y se está documentando. Sobre el papel, sus enormes piedras ofrecen a los arqueólogos información suficiente como para interpretar la altura y fuerza que podían tener las defensas de la Córdoba romana. El informe definitivo será emitido por el Ayuntamiento y la Delegación de Cultura de la Junta. En muchos de estos casos se plantea la integración de los restos sobre la construcción posterior, una tendencia que está proliferando en la ciudad. El mejor ejemplo está en los restos de unos antiguos baños árabes del hotel El Conquistador. O en cómo se conservó una calle romana en perfecto estado bajo un edificio de viviendas junto al Rectorado de la Universidad de Córdoba.

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