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El joven cordobés experto en discursos que asesora a políticos internacionales

Jorge Lucena | TONI BLANCO

Carmen Reina

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Desde que comenzó a participar en la Liga Universitaria de Debate, a Jorge Lucena le picó el gusanillo de la oratoria y se despertó en él su vocación profesional. Este joven cordobés, de 29 años y licenciado en Historia, consiguió ser subcampeón del mundo de debate universitario en 2014 y dos veces subcampeón mundial de discursos (2014 y 2016), una valía demostrada que le ha llevado ahora a hacer de su talento su dedicación profesional asesorando a políticos nacionales e internacionales.

Tras cursar un Máster en Comunicación Política por la Fundación Ortega y Gasset en Madrid y un Máster en Marketing y Asesoría Política en la Universidad de Santiago de Compostela, el último hito en su aún corta trayectoria profesional ha sido el de impartir un curso intensivo a asambleístas nacionales de Ecuador donde les ha enseñado las mejores técnicas para que su oratoria sea eficaz y brillante.

Llamado para ello por la Cámara de Comercio de Quito, unas 32 personas entre políticos y asesores formaron parte del auditorio que esta pasada semana recibió las enseñanzas de Jorge Lucena en la capital ecuatoriana, donde su asesoramiento ha servido para que estos particulares alumnos aprendan, en la teoría y en la práctica, a desarrollar habilidades de comunicación y sepan realizar un discurso eficaz, con una argumentación correcta.

Este ha sido “un primer salto hacia Latinoamérica”, una zona donde existe “un campo de trabajo muy amplio” y donde “se valora la tarea de un asesor técnico” que de manera externa al partido político y profesional se hace cargo de mejorar la oratoria de los políticos, explica Lucena.

Similares enseñanzas ya las ha impartido también en España y en Italia -junto a unos compañeros- a distintos políticos de cara a unas elecciones. Lugares distintos para impartir enseñanzas similares y desterrar errores de comunicación política que pasan por no saber expresarse en público correctamente, hacer un mal uso de la gesticulación facial y de manos, abusar de la emotividad en los discursos o no conectar con el auditorio, no controlar volumen y tonos de la voz, además de trabajar diversos registros para utilizarlos en la oratoria según el contenido y situación donde se habla.

La experiencia internacional de este joven cordobés que pronto creará su propia empresa de comunicación política “ha sido muy positiva”, señala. Se trata de un reconocimiento a su valía que le ha venido a nivel local e internacional, y hacia el que apunta su horizonte profesional. Ya se sabe: quien no comunica, no existe.

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