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“Hola, mamá”: el ansiado reencuentro en el cementerio con quienes fallecieron durante la pandemia

Inma y su familia han podido ver el nicho donde está enterrada su madre | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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El nicho de María apenas tiene sus iniciales y la fecha de su fallecimiento, el pasado 17 de marzo. Aún no tiene lápida y las flores tendrán que esperar. El de la madre de Inma luce el mismo aspecto, como todos los que fallecieron en Córdoba desde el inicio de la pandemia por el coronavirus. La crisis sanitaria ha privado a los familiares de María e Inma de poder realizarle un velatorio y un funeral, tan tradicionales en nuestra cultura occidental. El virus también les impidió besarse y abrazarse mientras observaban cómo el féretro y la urna de las cenizas descansaban para siempre en el camposanto de San Rafael.

Ahora, cuando parece que Córdoba empieza a ganar esta batalla, la empresa pública Cecosam - presidida porel concejal Antonio Álvarez - ha puesto en marcha una iniciativa que consiste en visitas con cita previa para aquellos familiares que perdieron a un ser querido desde el inicio del estado de alarma. Durante 20 minutos, entre diez y 15 familiares pueden compartir un momento íntimo delante del nicho del difunto.

Desde el pasado lunes, Cecosam se está afanando en llamar a las 280 familias que han perdido a un familiar en Córdoba durante la pandemia. Sin embargo, de las más de 100 contactadas por el momento, tan sólo 36 han aceptado volver al cementerio. “Hay gente que no quiere regresar y revivir el dolor que sintió. Otras personas se encuentran fuera de Córdoba y les es imposible venir”, cuenta a CORDÓPOLIS el gerente de Cecosam, Pedro José Ruiz. La iniciativa fue promovida por los propios trabajadores de la empresa pública, que veían cómo la situación de alerta sanitaria generaba aún más dolor en las familias, “que tienen un pesar muy grande”. Hay que recordar que los cementerios todavía no están abiertos al público en general, que sí podrá acceder a los camposantos el próximo lunes, cuando Córdoba, previsiblemente, pase a la fase 2 de la desescalada.

Para la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Córdoba, Isabel Albás, esta actividad “es de justicia con unas familias que lo han pasado verdaderamente mal por no poder despedirse de sus seres queridos debido a las restricciones que ha impuesto el estado de alarma”. Albás recuerda que son los trabajadores de Cecosam los que “en todo este tiempo se han enfrentado con ejemplaridad a situaciones verdaderamente complicadas”. Según la organización de Cecosam, el cementerio de San Rafael acogerá las  visitas por la mañana; el de La Fuensanta, por la tarde; y el de La Salud, el viernes.

Para salvaguardar la seguridad sanitaria, una trabajadora de Cecosam –Rafi- recuerda que hay que mantener la distancia y que está prohibido tocar la tapa del nicho y limpiarla. Acompaña a Lola, a sus hermanos y a su abuelo hasta el nicho en el que se encuentra María, su abuela, que falleció a causa de un ictus tres días después de decretarse el estado de alarma. Lola y su familia son de las pocas que han podido velar a sus seres queridos antes de que se endurecieran las medidas. No obstante, no pudieron realizarle un velatorio íntegro ya que el tanatorio de Las Quemadas redujo su horario. María pasó una noche sin que nadie la velara.

El día del entierro no fue mejor. “Fue un momento muy frío porque entre los familiares no pudimos abrazarnos. Tan sólo estuvimos el rato que los trabajadores municipales tardaron en introducir el ataúd y cerrar el nicho. Nada más”, cuenta Lola, que agradece a Cecosam esta iniciativa ya que, por fin, su abuelo ha podido ver dónde descansa su mujer.

Tan sólo una semana más tarde, el 24 de marzo, falleció la madre de Inma, que sufría problemas de corazón que derivaron en complicaciones pulmonares. Si la crisis del coronavirus ha puesto en jaque a toda España, más aún a familias vulnerables como la de Inma. Huérfana de padre y con una discapacidad psíquica, esta cordobesa ha cuidado de su madre día y noche. Sufrió un brote de ciática y apenas podía coger a su progenitora cuando pedía levantarse de la cama. En una ocasión, dos policías tuvieron que ir hasta su vivienda para socorrerla ya que la anciana había caído al suelo. Las restricciones de movilidad de las primeras semanas de confinamiento privó a Inma de ayuda familiar. Tras la muerte de su madre, el duelo también lo comenzó sola.

Al dolor por la pérdida se une, además, la falta de recursos económicos. “No se ha podido abrir el testamento, tengo las cartillas congeladas y tampoco puedo hacer uso de la pensión de mi madre”, relata. No tiene trabajo y debe pagar un alquiler. Todas sus esperanzas las tiene depositadas en Cáritas, con quien tiene una entrevista el próximo  jueves. Mientras tanto, Cruz Roja le facilita alimentos y en breve recibirá un bono municipal de 300 euros. A pesar de todos estos sin sabores, Inma regresa a casa agradecida de haber estado con su madre el tiempo que no pudo durante su entierro.

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