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Generalidades comunes: posible cemento de un tripartito

Representantes del PSOE, a la izquierda, y de Ganemos, en la sede de la agrupación de electores  | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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PSOE, Ganemos e IU se sientan hoy a negociar un futuro gobierno en común buscando las áreas de contacto en sus programas |

La flexibilidad es la capacidad que tiene un objeto de doblarse sin romperse. Si consideramos a los partidos políticos como entes materiales, esa contorsión ajena a su forma original es la que les permite adaptarse a situaciones inesperadas. Por ejemplo, gobiernos de coalición. Si existiesen leyes físicas universales aplicadas a la negociación política, nos dirían que dos formaciones -o tres- empujadas a encontrarse aplicarán la misma fuerza para doblarse hasta alcanzar todas un nuevo estado de reposo en las generalidades comunes.

En esas amplias parcelas de grandes propósitos y pocas concreciones es donde comienzan las negociaciones y a veces, incluso, se llegan a los pactos. Por eso, los partidos se cuidan mucho de mantener en sus programas las suficientes imprecisiones -también en las promesas más concretas- como margen de flexibilidad de cara a posibles negociaciones.

En estas se han encontrado el PSOE, Ganemos e IU, que esta tarde tienen una reunión a tres para comprobar si existen esos lugares comunes de contacto de cara a un gobierno tripartito en el Ayuntamiento de Córdoba. Pasando por alto el carácter asambleario de Ganemos y la voz última de sus afiliados y simpatizantes o el referéndum entre su militancia anunciado por IU para tomar cualquier decisión, un vistazo a sus líneas maestras confirma que ese mar de aguas calmas para negociar existe. Un océano habitado por compromisos, medidas, acciones, propuestas y puntos de partida tan amplios en el fondo y en la forma que es difícil no coincidir.

Aunque todos plantean, en caso de lograr un marco de entendimiento, dejar para más adelante un programa que incluya la letra pequeña, es cierto que hoy los partidos pueden empezar a entrar en el detalle. Ganemos, por ejemplo, lleva en su carpeta 36 condiciones para entrar en un gobierno.

En todo caso, las ideas

generales clásicas para cimentar una negociación jalonan los documentos de partida de las tres formaciones: transparencia en las actividades municipales, participación ciudadana, garantía de viviendas y suministros básicos, recuperación de lo público, potenciación de los servicios sociales, ampliación e la educación y la cultura, apuesta por la igualdad de género, la inclusión y la educación, son solo algunos ejemplos de lugares comunes.

Aun siendo cierto que el PSOE es el que ha dibujado un marco más general con sus 15 puntos de partida y que la agrupación de electores Ganemos ha ido más al grano, todas las formaciones -incluida Izquierda Unida- procuran no detallar demasiado cómo llevar a cabo esos deseos -algunos innegociables, otros llamados líneas rojas o llaves verdes- a sabiendas de que es en las notas a pie de página donde pueden empezar los problemas.

Y es ahí, en esa tendencia a concretar, donde tal vez Ganemos, la tercera fuerza en votos y la formación más joven, pueda intentar bajar el balón al césped. Si le dejan. Entre sus detalles destaca uno sensible. Ganemos ha puesto encima de la mesa, y por escrito, la reclamación de la titularidad pública de la Mezquita-Catedral y de “todos aquellos otros bienes de uso público que hayan sido usurpados”. Un tema obviado en los 15 puntos socialistas y que en el documento Compromisos, medidas y acciones, recoge en su punto siete, dentro de malucha conga las inmatriculaciones. Los tres partidos, sin embargo, firmaron un mismo compromiso con la Plataforma Mezquita-Catedral Patrimonio de Todos para luchar por su titularidad pública y una gestión diferente.

En estos márgenes más concretos, Ganemos aboga por una auditoría municipal, una rebaja de salarios de los grupos municipales, control de coches oficiales y reducción de altos cargos y asesores. Izquierda Unida, por su parte, apuesta por “la revisión de algunos desarrollos del PGOU de 2003 de cara a su desclasificación”. El PSOE prefiere, por el momento, no atarse tanto las manos y apostar por márgenes generosos de discusión.

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