Estación de tren de Córdoba: 25 años de un antes y un después en el urbanismo de la ciudad
La antigua estación de Renfe dejó de funcionar el 7 de septiembre de 1994 y dos días después, el 9 de septiembre de hace ahora 25 años, se inauguraba oficialmente la que desde entonces es la estación de trenes de Córdoba. Un cuarto de siglo en el que, con el tren de Alta Velocidad AVE, se dejaban atrás 135 años de historia en la antigua estación y se daba la bienvenida a la era moderna del ferrocarril.
La idea de una nueva estación inició su gestación a mediados de los años 80, cuando se comenzó a fraguar la idea de construir un nuevo acceso ferroviario a Andalucía que tuviera el ancho de vía internacional para circular a alta velocidad como ya existía en otros países. A finales de los 90 se logró firmar el acuerdo y, unos años después, la ciudad vio hecho realidad su anhelo.
Una vez finalizado el proyecto de construcción de las nuevas instalaciones, aunque estas entraron en funcionamiento a finales del mes de agosto de 1994, no fue hasta el 9 de septiembre cuando el rey Juan Carlos I hizo los honores de su inauguración. Junto al monarca, las autoridades de la época dieron el pistoletazo de salida a la nueva estación: el alcalde Herminio Trigo, el presidente de la Junta Manuel Chaves y el entonces ministro de Obras Públicas José Borrell.
La nueva estación de ferrocarril, con las vías soterradas en la ciudad, marcaba un antes y un después en Córdoba. El nuevo edificio, de 8.000 metros cuadrados dentro de los terrenos liberados de Renfe, se convertía en punta de lanza de la obra más importante de la capital, que suponía el inicio de la mayor transformación urbanística de la ciudad.
El Archivo Municipal recuerda ahora cómo, tras su inauguración, comenzaron a levantarse las vías ferroviarias en superficie que habían estado en uso hasta entonces y poco después, se iniciaron las obras de los nuevos pasos y la urbanización de los viales.
Desaparecieron también los pasos a nivel, con lo que se pudieron utilizar nuevos itinerarios para el tráfico rodado y se dio por cerrada la época en la que la ciudad estuvo estrangulada por el trazado ferroviario urbano y sus barreras. La liberación de unas 50 hectáreas de terreno en pleno centro de la ciudad supuso el establecimiento de edificios con oficinas, viviendas y locales de ocio.
Desde entonces, los nuevos viales y la zona ajardinada que los separa son hoy la huella visible de aquella transformación en cuyo horizonte se levanta desde entonces la estación de trenes.
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