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Escrache a Cajasur

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Alfonso Alba

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Una quincena de personas entra en la sede del Bulevar del Gran Capitán mientras unas 200 reciben entre aplausos a la portavoz nacional de Stop Desahucios Ada Colau

¿Era o no era un escrache? Los periodistas se lo preguntaban en la puerta. Unos decían que sí, otros que no, otros que sólo era una ocupación, otros que escrache es la palabra de moda y que con ella se relaciona a cualquier movimiento de protesta no habitual en España. El caso es que si lo que ha ocurrido esta mañana en las oficinas de Cajasur del Bulevar del Gran Capitán no era un escrache se le parecía bastante.

A las 12.00, un grupo de una quincena de activistas entró en estas oficinas. Al poco tiempo, mostraron sus camisetas. Eran activistas y familias que están teniendo problemas para pagar sus hipotecas. Entre ellos, destacaba la familia de Francisco Lema Bretón, el joven de 36 años que se suicidó en febrero por las deudas. Según el portavoz de Stop Desahucios en Córdoba, Rafael Blázquez, Cajasur les reclama la deuda que dejó su familiar, fallecido. Los activistas y afectados por la hipoteca demandaron negociar con algún responsable de la entidad.

Fuera, sobre las 13.00, unos 200 activistas de Stop Desahucios se solidarizaban con los encerrados (u ocupantes, o escracheadores) y esperaban, también, la llegada de Ada Colau, la portavoz nacional de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Colau llegó sobre las 13.20 entre vítores y aplausos. Como una estrella mediática, los activistas no paraban de saludarle y de pedirle que se hiciera fotografías con ellos. Colau no lo dudó, a pesar de que poco después, ya micrófono en mano, decía que no era “nadie especial”, sino una persona que se ha hecho muy popular por haber representado a estos colectivos en el Congreso de los Diputados.

A partir de entonces, la cosa se complicó. Pese a que la protesta siempre fue pacífica y primó el diálogo, los encerrados aseguraban que nadie quería recibirlos y que, además, no les dejaban acudir a los servicios. Lejos, a unos 50 metros, un escaso grupo de cinco policías nacionales vigilaban la protesta, que estaba siendo controlada, en todo momento, por los guardias de seguridad de Cajasur. Tan pacífica fue la protesta que una vez acabada, sobre las 15.00, algunos guardias de seguridad estrecharon sus manos con los activistas de Stop Desahucios, recibidos en la calle entre aplausos por sus compañeros.

Poco antes, Ada Colau cogió el altavoz para arengar a los activistas que “hemos perdido el miedo. Somos miles. Como si fuéramos una misma familia”, dijo. Colau rechazó la “campaña de acoso” y “sin argumentos” después de que la PAH haya recibido un premio de derechos humanos en Europa y el PP haya pedido su retirada. “Cuando se quedan sin razones, difaman”, denunció.

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