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Los caracoleros despiden la peor temporada de su historia

Retirada de puestos de caracoles | ÁLEX GALLEGOS

Alejandra Luque

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La apertura de los puestos de caracoles en Córdoba siempre es una fecha apuntada en el calendario para muchos cordobeses. La tradición gastronómica ha ido mutando cada año hasta ofrecer un sinfín de variedades de salsas que hacen las delicias de muchos. Sin embargo, el consumo de este plato ha caído de manera estratosférica durante esta temporada debido a la crisis del coronavirus, lo que ha llevado a los caracoles a vivir la peor temporada de su historia, que finalizó el pasado 28 de abril y que este martes ha culminado con la retirada de puestos.

Al igual que el resto de establecimientos de la hostelería, estos empresarios tuvieron que echar el cierre una vez decretado el estado de alarma. Hasta ese momento, la temporada de caracoles apenas pudo disfrutarse durante 21 días. El presidente de la Asociación de Comerciantes Caracoleros, Cristian Pérez, recuerda que las sensaciones eran “muy buenas” desde la apertura de los puestos “ya que las temperaturas, ni muy altas ni muy bajas, permitieron” un mayor trasiego de clientes.

Después de tres semanas a un ritmo muy bueno en todos los puestos, el decreto del estado de alarma hundió las previsiones y llevó a muchos empresarios a deshacerse de stock: desde caracoles a los condimentos que utilizan para realizar las salsas. Lo único que pudo salvarse fue el género de las bebidas, cuya fecha de caducidad es mucho mayor. La destrucción de empleo fue la gran losa para este sector, acuciado por ser un producto de temporada. Muchos trabajadores fueron al ERTE mientras que otros engrosaron la lista del paro, como ocurrió con los empleados de Pérez.

Otros propietarios de puestos decidieron volver a sus naves para preparar caracoles y enviarlos a domicilio. El objetivo era que la hoja de balance no diera números negativos a final de mes. Este fue el caso de los hermanos Javier y Juan Carlos Muñoz, que regentan los puestos de Cruz de Juárez y de Caracol Cordobés, o Mari Cruz Pérez, de Caracol Express.

Tras este primer intento por salvar la temporada, el Ayuntamiento de Córdoba les propuso a los empresarios abrir sus puestos en la fase 0 de la desescalada, aunque sólo para la recogida de pedidos. Los caracoleros recibieron la iniciativa con los brazos abiertos, que se apresuraron en limpiar y acondicionar sus puestos. Sin embargo, explica Pérez, se encontraron con una nueva traba: “La gente salía a recoger los pedidos a partir de las 20:00, cuando se podía salir para hacer deporte. Esto nos llevó a estar en los puestos desde por la mañana aunque sólo hacíamos caja a partir de esa hora. Pero el Boletín Oficial del Estado (BOE) recogía que se podía salir durante todo el día si era para comprar o recoger pedidos”.

La tercera balsa de salvación llegó el pasado 5 de mayo, cuando el Ayuntamiento permitió a estos empresarios la colocación de veladores, aunque reducidos a un 50% de acuerdo a la normativa establecida en el BOE. Aunque esto supuso “un alivio”, el calor que ya se iba notando en la ciudad impidió un mayor consumo de este alimento. Junto a las pérdidas, los caracoleros tuvieron que hacer un gran desembolso en material desinfectante y otro tipo de utensilios ya que algunos puestos sustituyeron las cucharas y los vasos de cristal por otros desechables.

Una vez abiertos, tanto los empresarios como el Consistorio barajaron posibles opciones para atajar los resultados de la temporada, entre las que se encontraban reabrir en octubre. No obstante, los caracoleros no vieron con buenos ojos esta iniciativa ya que, en ese caso, los caracoles no serían frescos, sino congelados, por lo que desecharon la propuesta.

Para el puesto de Pérez, ubicado en la zona del Carrefour Zahira, la temporada le ha dado para “cubrir gastos rozando el límite”. La ganancia ha sido poca y afronta el año con las miras puestas en conseguir un empleo en alguna empresa ya que el puesto es la única fuente de ingresos que tenía. Asegura que la crisis del coronavirus ha sido mucho peor que la económica de 2008 ya que los precios populares de los caracoles lo hacen un producto asequible para la ciudadanía. Sin embargo, sus clientes -mayoritariamente de edad avanzada- fueron acudiendo muy tímidamente a su puesto. El empresario espera que la temporada que viene pueda paliar esta pasada, catalogada como “de ruina total”.

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