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Los abuelos cordobeses del yihadista, destrozados al ver a su nieto en televisión

Los dos yihadistas cordobeses, madre e hijo.

Alfonso Alba

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Los abuelos de Muhammad Yasin Ahram Pérez son un matrimonio normal, que tenía una vida normal en un barrio normal de Córdoba hasta que un día su hija, Tomasa, salió por la puerta para no volverla a ver. Ramón y Carmen viven, tras años de trabajo y sacrificio, en piso modesto de Córdoba. Allí sigue estando la foto de Tomasa, la hija que un día decidió olvidar su pasado y convertirse al Islam tras casarse con un marroquí que conoció en Pedro Abad. En 2014 se convirtió en la primera española que se pasaba a las filas del Estado Islámico en Siria. Ahora, su hijo mayor, Muhammad Yasin Ahram Pérez, apodado Abu Lais Al Qurtubí -en español, el cordobés-, es protagonista en el primer vídeo que el Estado Islámico ha publicado en español, en el que reivindica los atentados de Barcelona.

“Se me pone el vello de punta cada vez que lo veo en la televisión”, explica Ramón Pérez en el descansillo de su casa. Viene de la calle, de tomar café en el bar. Allí, a través de la televisión, ha vuelto a ver a su nieto, al que conoció hace muchos años y del que no ha vuelto a saber nada hasta este miércoles. Su mujer, Carmen, está hundida. Su vida se quebró cuando su hija olvidó a su familia y se destrozó cuando supo que se había pasado a las filas del Estado Islámico. “Es que no nos lo podemos creer”, insiste Ramón, cabizbajo, mientras muestra su brazo con el vello literalmente de punta.

Ramón lleva sin ver a su hija más de 15 años y se enteró por El Mundo de que tenía seis nietos en total cuando este periódico publicó un reportaje en 2014 sobre la primera española que se pasaba al Estado Islámico. Su mujer y él conocieron a dos de sus nietos, los mayores, entre los que se encuentra Al Qurtubí, pero no al resto de la prole. Hoy, cinco de sus nietos y su yerno están considerados como terroristas yihadistas. Su yerno está en la cárcel desde 2009. Sus nietos no. Supuestamente están en algún lugar indeterminado entre Siria e Irak, luchando en las filas del Estado Islámico. Ni Ramón ni su mujer Carmen lo saben. Ni se lo explican tampoco: “He estado toda mi vida trabajando para esto. Ella podía haber hecho lo que quisiera, podía haber estudiado lo que fuera, pero llegó él y metió la pata”, insiste Ramón, con unos ojos de no haber dormido en toda la noche. “Esto es horroroso, horroroso”, repite.

El padre de Al Qurtubí es Abdelah Ahram, un marroquí que cruzó el Estrecho en los noventa y que conoció a Tomasa Pérez cuando era una adolescente, con apenas 17 años. Abdelah Ahram está en la cárcel de Tetuán, condenado por intentar organizar atentados suicidas. Era el año 2009. Pero antes, el matrimonio, que se conoció en la casa que la familia de Tomasa posee en Pedro Abad -donde se construyó una mezquita abbassíe que condena todos estos hechos-, vivió varios años en Córdoba.

Tomasa y Abdelah Ahram se instalaron en Alcolea, donde creció Al Qurtubí al poco de nacer. Fue allí donde conoció, brevemente, a sus abuelos. La familia se trasladó posteriormente a Cataluña y en 2003 a Suecia, de donde regresaron a Marruecos y de nuevo a España, pero a la barriada de El Príncipe en Ceuta. Hasta 2013, la familia vivió allí. Pero en 2014 El Mundo reveló que Tomasa Pérez y sus cinco hijos (su única hija se quedó en Marruecos cuidando de sus otros abuelos, enfermos) viajaron a Siria para unirse a las filas del Estado Islámico.

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