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Abrazos desde la distancia para los abuelos de las residencias de ancianos

Abrazos desde la distancia para los abuelos de las residencias de ancianos | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Hace dos meses, a finales de septiembre, desde la residencia Orpea videollamaron a Mercedes. Desde el centro le comunicaban que su padre, contagiado de Covid 19, podría fallecer. Dos meses después, este 25 de diciembre han ido a desearle feliz Navidad a otra residencia donde pueden verlo y hablarle. Eso sí, desde la calle, a través de una reja. Su padre, de 77 años, les sonríe desde el jardín de la Residencia Castilla. Ha logrado superar el Covid y ahora vive, más feliz, en otra residencia donde sí que puede ver un rato al mediodía a su familia.

Este 25 de diciembre es especial. Pero lo es aún más para los miles de familiares de los residentes en los diferentes geriátricos de España, algunos cerrados a cal y canto desde el mes de marzo cuando la pandemia comenzó a castigar con dureza a este colectivo, causando estragos. Luis ha acompañado a su madre para ver a su padre, al que lleva sin abrazar desde primavera. Este día tan especial ha disfrazado a su perro de Papá Noel, que también le acompaña. Al otro lado de la reja su padre también sonríe.

Cada familia de cada uno de los residentes tiene una historia. Más allá de los números diarios de positivos, contagios, hospitalizados y, desgraciadamente, fallecidos, hay un nombre, hay unos hijos, unos sobrinos. Hay una historia. Una de ellas es la de Mercedes, que solo tiene buenas palabras para los “ángeles” de la residencia que hoy cuidan a su padre en este geriátrico de la avenida del Brillante. Mercedes tuvo que sacar a su padre de la residencia Orpea y asegura, en conversación con este periódico, que gracias a eso está hoy vivo. Fue de los primeros en contagiarse en el brote de este geriátrico y estuvo hospitalizado primero en Reina Sofía, regresó a la residencia y cuando la llamaron para despedirse ella decidió sacarlo de allí y llevarlo a la Cruz Roja.

El padre de Mercedes reconoce a sus seis hijos al otro lado de la verja cuando van a verlo. Les habla y les saluda. Hace dos meses no. Antes, igualmente, solo podía ver a su padre una vez cada seis semanas. Son seis hermanos y la residencia solo permitía una visita semanal de 30 minutos. Ahora no, ahora puede ir cada vez que los trabajadores de este centro sacan al jardín a los residentes. “Son estupendos, de verdad”, asegura. Este día de Nochebuena tuvieron hasta la visita de Papá Noel y un menú especial en unos tiempos que no son fáciles.

La madre de Luis visita a su marido todos los días. Siempre que puede, acude a la residencia, para ver a su marido al otro lado de la reja. Lleva desde el mes de marzo sin poder darle un abrazo. Es duro, pero es emocionante el continuo peregrinaje de familiares a la reja de esta residencia en un día como el de Navidad.

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