Los 15 años de la nueva vida de la Corredera
La Plaza de la Corredera inició su vida tal como hoy la vemos hace ahora 15 años. Y es que fue precisamente en diciembre de 2001 cuando concluyeron las obras de remodelación que le dieron su actual aspecto y posibilidades de uso, dejando atrás la imagen de la plaza deteriorada y circundada por el tráfico que arrastraba en las décadas anteriores.
La particular arquitectura de esta plaza mayor cuadrangular porticada llevaba consigo una extensa historia detrás: allí se habían sucedido a lo largo del tiempo desde una cárcel a la casa consistorial, del mercado a una industria de sombreros, comercios tradicionales y las corridas de toros que le dieron nombre. Todo ese poso histórico y arquitectónico debía combinarse con una remodelación que rehabilitara su estructura y su imagen, y le otorgara una nueva vida que añadir a las páginas de su historia.
Con la decisión tomada en 1986 de remodelar la plaza, las obras no comenzaron hasta la década de los años 90, bajo el proyecto del arquitecto Juan Cuenca y con el Ayuntamiento de Córdoba y la Junta de Andalucía como promotores de toda la rehabilitación. Porque además de restaurar las fachadas y de cambiar el pavimento de la plaza, el alumbrado y el mobiliario urbano, también se urbanizaron entonces las calles circundantes, se habilitaron viviendas, se renovó el mercado y se remodelaron espacios anexos. En total, más de una década de actuación que, en su momento, provocaron protestas de comerciantes y vecinos: unos por las pérdidas que el largo período de obras provocaba en sus negocios y los otros por las molestias que debieron sufrir viviendo en la zona.
La imagen que hoy vemos en la plaza tuvo una de sus principales actuaciones en las fachadas de la plaza, para lo cual se estudiaron las imprimaciones de color que había tenido la plaza años atrás: aparecieron el color rojo y el tono hueso que se recuperaron en la intervención y le dieron su aspecto actual, incluido en los arcos de su perímetro porticado. Y por dentro, se consolidaron las estructuras, las cubiertas y se colocaron gárgolas para sustituir a los bajantes y, en los soportales, se combinó el suelo de piedra negra y las vigas de madera en el techo.
El espacio cuadrangular de la plaza en sí dejó atrás la zona elevada en el centro que servía de plataforma para mercados antaño y la calzada que la rodeaba de tráfico. Se le devolvió su topografía original en un plano a un solo nivel, pavimentado con losas de granito y sobre el que sólo aparecían dos elementos: una fuente abrevadero en una esquina de la plaza y un cubo de vidrio que albergaba la bajada al sótano, donde se integraron restos arqueológicos que aparecieron durante las obras.
Como mobiliario urbano, algunos bancos y las farolas, de diseño vanguardista, que fueron punto de algunas protestas por su imagen en esta plaza tradicional cuando se colocaron. Mientras, el espacio de tránsito para vehículos quedó delimitado desde la entrada por el Arco Alto hasta la salida por el Arco Bajo en uno de los bordes de la plaza.
Y a la vez, durante estos años se intervino en zonas del entorno de la plaza, donde se construyeron viviendas de protección oficial y se rehabilitó la fachada de la Ermita del Socorro, además de pavimentar las calles de acceso a la plaza como Toril y Espartería, rehabilitar el mercado Sánchez Peña y el edificio de la Casa de Doña Jacinta.
Con su nueva imagen estrenada en 2001, después el Ayuntamiento aprobó el plan de usos y actividades de la Plaza de la Corredera que recogía su vertiente comercial, social y dinamizadora del casco histórico de la ciudad. Desde entonces, el día a día de los establecimientos hosteleros de la plaza, la vida del mercado de abastos y los comercios tradicionales que aguantaron el paso del tiempo y de las obras, se han combinado en este espacio con actividades lúdicas, culturales y deportivas en distintas fechas del año. Es la nueva vida de la única plaza mayor cuadrangular de Andalucía, punto de visita también para el turismo que llega a la ciudad.
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