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Cuando fracasar no es una opción

Córdoba – Lorca Deportiva en El Arcángel | ÁLEX GALLEGOS

José Carlos León

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Preparar una oposición durante años, gastar todos tus ahorros en montar una empresa, cambiar un sueldo estable por otro más volátil… Al fin y al cabo, afrontar un reto en el que no hay plan B, en el que sólo cabe el éxito, en el que simplemente fracasar no es una opción. ¿Has estado alguna vez ante una situación similar? Es posible, porque a poco que salgamos de nuestra bendita seguridad y afrontemos desafíos de crecimiento personal o profesional nos estaremos metiendo en problemas. Son situaciones que nos retan y que en ocasiones nos obligan a dar saltos de fe sin red de seguridad amortiguando un posible error. Y eso es lo que empezó ayer el Córdoba.

Puede que esta temporada de Segunda B sea una gran metáfora del mundo post Covid, de lo que nos espera a todos en este mar de incertidumbre en el que nos tendremos que tatuar en la mente unas siglas que definen el entorno al que nos enfrentamos: VUCA. Volátil, incierto, complejo y ambiguo. De repente, al equipo blanquiverde le han cambiado el tablero y las reglas del juego, convirtiendo el curso en una carrera al sprint llena de obstáculos y en la que no están permitidos los errores. Sólo hay un objetivo y no hay segundas oportunidades. Ascender o fracasar, no hay otra.

El club lo asume y los jugadores también, al menos de puertas para afuera, institucionalizando el discurso de la proclamada como mejor plantilla de la categoría. Todos los futbolistas y responsables del club admiten sin tapujos que al CCF sólo le vale ascender, y que todo lo que sea seguir otro año en Segunda B es un desastre deportivo, pero sobre todo social y económico.

Sólo me cabe una duda. ¿Están todos plenamente alineados con ese discurso? ¿Saben a lo que se enfrentan? ¿Saben lo que significa? ¿Aceptan el reto y están suficientemente motivados para ello? ¿Y si lo están, están encontrando el tipo de motivación que necesitan para afrontar este desafío?

Son un montón de preguntas, pero quizás todas puedan empezar a responderse por la última, y aunque tomaremos como punto de partida un contexto deportivo, trata de llevártelo a cualquier situación de tu día a día. Asumiendo que la Segunda B es un infierno para clubes de la tradición y el tamaño del Córdoba y que esta temporada va a ser particularmente una desesperada carrera por escapar de este tormento, todos los implicados en la tarea tendrán que tener muy claro a lo que se enfrentan. El mensaje oficial es que el objetivo es el ascenso, y eso supondría un premio mayúsculo sólo reservado para cuatro de los 102 que parten de salida. Es jugártelo todo a una carta para alcanzar el éxito mientras 98 equipos quedan por el camino. ¿Duro, verdad?

Podríamos entonces que el objetivo del CCF es la gloria del ascenso, la alegría desbordada tras ese partido final del play off y (ojalá podamos) la fiesta en Las Tendillas con toda la afición. Eso implica ocho meses de trabajo por un día de euforia. 250 días a destajo por un premio efímero que seguramente valdrá la pena, pero que puede que no sirva a todo el mundo como estímulo para mantener la tensión durante una temporada que no permite errores.

Hay otra perspectiva, y es que el objetivo del club sea huir cuanto antes de una categoría impropia de una ciudad y una entidad con la historia y el peso del Córdoba. Puede que hasta que llegue el lejano día del ascenso, lo conveniente sea hacer todo lo posible por escapar de este tormento que supone una categoría maldita, un cementerio de elefantes donde purgan otras grandes ciudades. Quizás, sólo quizás, el estímulo no sea el horizonte de la gloria, sino la cotidiana presencia de una situación indeseada y que hiere hasta las entrañas de toda una afición, de una ciudad.

Aquí entramos de lleno en uno de los principios básicos de la motivación. ¿Qué nos empuja a hacer las cosas o a no hacerlas? ¿Cuáles son los motivos que nos llevan a ponernos en acción y a salir del punto muerto? ¿Qué te hace mover el culo? Las teorías más simples dicen que los dos grandes focos de motivación del ser humano son la búsqueda del placer o la huida del dolor. O nos esforzamos al máximo para alcanzar la gloria y lo hacemos para escapar del tormento. El Córdoba está ante esa situación, y aunque todo apunta a que su foco debería estar puesto en lo primero, lo cierto es que su día a día va a estar en salir cuanto antes de una Segunda B en la que un club de este tamaño es simplemente inviable.

El problema está en que el éxito es un objetivo a medio plazo, pero su consecución es imposible sin un compromiso absoluto con el proceso, con lo inmediato, con lo cotidiano. Por eso el Córdoba, como todos nosotros en nuestros distintos retos, debemos marcarnos la meta de perseguir el placer, pero con el estímulo de huir del dolor. Sólo si nuestra situación actual es suficientemente dolorosa e incómoda como para hacernos la vida imposible seremos capaces de hacer algo distinto y extraordinario que nos acerque a un objetivo quizás hoy lejano. Por eso ni el CCF ni ninguno de nosotros deberíamos perder de vista la perspectiva de la meta, pero con el estímulo del día a día.

¿Y qué motivación es mejor? La que a ti te sirva. Descubre si eres buscador del placer o huidor del dolor. Ninguna es mejor que otra. La respuesta sólo depende de su operatividad y de cómo te afecten subjetivamente en la consecución de tus objetivos. Por eso viene la duda de si todos los que este año se van a enfundar la blanquiverde están alineados con la hipotética consecución de la gloria, aunque para ello sea necesario el trance diario de lidiar con un infierno del que todos queremos salir. De ello dependerá en buena parte que un día a finales de junio podamos estar celebrando algo grande o penando un año más en las cavernas.

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