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El día más triste

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José Carlos León

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Escribió T.S. Elliot que abril era el mes más cruel. Así arranca The Waste Land, el monumental poema en el que lamenta el inicio de la primavera porque, en oposición al duro y honesto invierno, “engendra lilas, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces”. Básicamente, abril es una putada porque tras los fríos y las nieves aparenta que todo puede volver a florecer, y eso en un mundo que todavía se lamía las heridas tras la Gran Guerra sonaba casi a recochineo. Se podría decir que el mundo no tenía el chichi pa farolillos.

Si abril era el mes más cruel, hoy es el día más triste del año, también conocido como Blue Monday. El nombre y la fecha se le ocurrieron al psicólogo británico Cliff Arnall en base a una fórmula pseudocientífica que le valió las miradas raras de sus colegas de la Universidad de Cardiff, pero que le hizo ganar un montón de pasta. Arnall se inventó que para el tercer lunes de enero ya se te habrá pasado la euforia navideña, tendrás un socavón en el bolsillo, te habrás dado cuenta de que hace un frío que pela y, sobre todo, la habrás cagado en todos tus intentos de alcanzar esos propósitos de año nuevo con los que acompañaste las uvas. Ni has dejado de fumar, ni te has apuntado al gimnasio, ni a la academia de inglés, no has adelgazado ni un gramo y sigues trabajando en ese sitio del que estás hasta las narices. Toda la motivación con la que estrenaste 2020 se ha ido por el desagüe y no has movido ni un dedo para hacer todos esos cambios que declaraste con tanto entusiasmo como falta de convicción. Definitivamente, hoy es un día de mierda. Y lo sabes.

Vaya por delante que tras ese trasfondo académico, todo es una gran mentira. Lo del Blue Monday lo explotó en 2005 una empresa de comunicación para crear una campaña publicitaria que lo único que buscaba es hurgar en el dolor de los pálidos británicos que tras el falso oasis navideño volvían a su triste rutina. La agencia Porter Novelli sólo quería incidir en lo miserable de sus vidas para que compraran cuanto antes vuelos y paquetes vacacionales que les hicieran olvidar la pena entre pinta y pinta. Hacer daño es rentable.

En realidad, si hasta el día de los enamorados es un mero negocio, ¿por qué no sacarle rentabilidad al día más jodido del año? Si nos dicen cuándo tenemos que querernos, cuándo ser solidarios o cuándo ser feministas, decirnos cuándo tenemos que estar tristes no parece una idea descabellada. La cuestión es que como el propio Arnall ha dicho rebelándose contra su propia criatura, “las fórmulas valen para la generalidad, pero cada uno tiene que encontrar soluciones a su vida y a sus necesidades”. El psicólogo perdió el crédito cuando lo dijo en el lanzamiento de una campaña turística de las Islas Canarias llamada #StopBlueMonday, pero puede sacarse alguna lectura de sus palabras.

Cualquier día es bueno para empezar un cambio. Hoy es el mejor. No hay que esperar al 1 de enero ni al próximo lunes. Paso de decirle a nadie lo que tiene que hacer, así que cada uno se plantee su propio calendario y su plan de acción. Lo interesante de este lunes negro es preguntarse por qué no hemos empezado a hacer todo eso que habíamos dicho. Es probable que nos esté faltando alguna de estas dos cosas: asumir la responsabilidad o encontrar la motivación necesaria para comenzar.

La gran pregunta para hallar nuestra automotivación es “¿para qué?”. Así nos cuestionamos realmente cuál es la finalidad de eso que nos habíamos planteado, su verdadera funcionalidad, qué nos aporta y qué necesidad viene a cubrirnos. Si tenemos claras las respuestas a todas esas cuestiones tendremos el antídoto perfecto contra la inacción. Si aún no hemos movido ni un dedo es que sencillamente ese propósito que marcamos hace unas semanas no tiene ninguna trascendencia para nosotros. Dicho de otra manera, por muy importante que sea, no nos motiva lo más mínimo.

Seguro que conoces a una fumadora empedernida a la que ni su salud, ni la de los demás, le hizo abandonar el tabaco hasta que un día se quedó embarazada y, de repente, soltó el último cigarrillo. Simplemente encontró un motivo lo suficientemente importante para dar pasos, para afrontar cambios y, en definitiva, impulsar una nueva forma de ser. Halló su para qué, y eso bastó para romper viejos hábitos, o al menos para dejarlos aparcados durante nueve meses.

El ejemplo es válido para introducir otra pregunta interesante, como ¿a quién más pueden afectar esos cambios? Es decir, ¿quién puede verse beneficiado por esos nuevos hábitos? Es lo que llamamos el factor ecológico de las decisiones, ya que aunque éstas sean eminentemente personales terminan afectando a la gente que tenemos a nuestro alrededor, posiblemente a los que más nos quieren. Dicho de otra forma, si no estás dispuesto a introducir algún cambio de hábitos por ti, ¿por quién estás dispuesto a hacerlo? ¿Quién merece la pena lo suficiente para que introduzcas algún cambio en tu vida? La pregunta es jodida, pero puede ser muy estimulante. Todos conocemos gente con la autoestima justita y a la que le cuesta hacer las cosas por sí mismo, o incluso que cree que no se merece algo mejor. Sin embargo, sí están dispuestos a hacer lo que haga falta por alguien, aunque sea a costa de dar más amor del que se tienen a sí mismos. Si hablamos de necesidades, existen individuos que no se mueven por el reconocimiento o el crecimiento propio, pero sí por un profundo sentido de contribución a los demás. Si eso es suficiente para romper la pesada losa de la inacción, bienvenido sea.

Sinceramente, no sé si hoy es día más triste del año y la verdad es que me da igual. Hoy es un día como otro cualquiera, tan bueno o tan malo para empezar un pequeño o gran cambio. Simplemente empieza por preguntarte qué quieres cambiar. Si ya lo tienes claro, busca un para qué suficientemente sólido y convincente que te haga mover el culo, porque si no lo encuentras lo único que tendrás será un bonito propósito con una nula motivación.  Y como supongo que vives rodeado de gente, piensa quién más se puede ver beneficiado por esa dinámica de cambio, y probablemente habrás cerrado el círculo de la motivación. Ahora todo está en tu mano. Feliz Blue Monday.

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