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Deporte cordobés: las chicas no sólo son guerreras

Antonio López

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Decía el célebre científico Albert Einstein que “la mujer está donde le corresponde. Millones de años de evolución no se han equivocado, pues la naturaleza tiene la capacidad de corregir sus propios defectos”. Soy de aquéllos que opinan que una mente tan brillante como la del insigne físico alemán no puede estar equivocada pero, si alguien mantiene aún alguna duda al respecto, le invito a que analice los éxitos recientes del deporte cordobés. Podrá constatar que todos ellos tienen a nuestras féminas como protagonistas.

Mientras que, como regla general, los clubes masculinos de las distintas modalidades deportivas que compiten en esta ciudad aún están muy lejos de alcanzar sus respectivas máximas categorías, la ciudadanía, a lo largo del último lustro, ya ha podido disfrutar, entre otros, de dos equipos de Voleibol femenino en Superliga (Volley Córdoba y Adecor) y de un conjunto de Fútbol Sala femenino que llegó a ser campeón nacional en División de Honor (Deportivo Córdoba). Además, a partir de la próxima temporada, los aficionados al deporte también tendrán la oportunidad de acompañar al Adesal La Fuensanta en su nueva andadura en la ABF, categoría reina del balonmano femenino español. En mi opinión, demasiado premio para la poca inversión y menor interés que las instituciones públicas y entidades privadas han demostrado por el deporte femenino cordobés.

Centrándome en el último éxito alcanzado, puedo afirmar que, como amante del balonmano, he seguido con suma atención la excelsa temporada que han protagonizado las chicas de Adesal y, como el resto de aficionados a este deporte, he sufrido en los partidos de la fase final para lograr el ascenso a la ABF. En aquéllos que se disputaron en el Pabellón de La Fuensanta, lo hice “in situ”, mientras que, para los que tuvieron lugar en Valladolid, me vi obligado a recurrir a las redes sociales. A tenor de la apretada agenda institucional que el club Adesal tuvo durante la semana posterior a la consecución de su ansiado objetivo, parece ser que no he sido el único que ha otorgado a la hazaña de las fuensantinas la importancia que se merece. Los actos protocolarios, incluyendo uno con el propio Alcalde de la ciudad, se agolparon en la agenda de este humilde club. En virtud de las declaraciones que trascendieron a los medios de comunicación, parece que han existido buenos deseos, nobles intenciones y promesas de apoyo. Desgraciadamente, esta secuencia de acontecimientos no es novedosa. Si personas como Javier Bonache (Volley Córdoba), Carmen Prieto (Adecor) o Ricardo Ruiz (Deportivo Córdoba) leyeron la prensa deportiva local durante la pasada semana, me atrevería a afirmar que experimentaron un “flash back” ya que, si bien los actores políticos son otros y aún queda resquicio para la esperanza traducida ésta en un cambio de proceder, la triste historia del deporte femenino cordobés parece seguir el mismo camino que hasta la fecha, es decir, palmadita en la espalda al concluir la temporada, insuflo de ánimo cuando llega el momento de iniciar el nuevo ejercicio deportivo y, finalmente, durante la competición, cuando las necesidades económicas acucian el día a día de la entidad, puerta cerrada. Por el bien del deporte de élite en nuestra ciudad, ojalá me equivoque.

En cualquier caso, no todas mis reflexiones son negativas. Es más, me van a permitir la licencia de plantear una propuesta que, teniendo en cuenta los antecedentes expuestos, redundaría en un indudable beneficio para el deporte cordobés. Si tenemos en cuenta que las últimas alegrías en este ámbito han sido protagonizadas por féminas, el señor Nieto, aprovechando la nueva remodelación de su equipo de gobierno, debería sopesar la posibilidad de confiar la presidencia del Instituto Municipal de Deportes a una mujer para que, aplicando el sentido común y una perspectiva de género, pueda conseguir en los despachos los mismos éxitos que, recientemente, se han logrado en las pistas. Para ello, no me cabe la menor duda, se requiere una reformulación de la política deportiva de la ciudad, tanto en sus prioridades como en sus ya anquilosadas prácticas, pues es de justicia dar un mayor protagonismo y respaldo a los clubes y entidades que, con su trabajo de base y sus resultados deportivos, verdaderamente se lo hayan ganado. No es tarea fácil pero, tal como reza el título del presente artículo, las chicas no sólo son guerreras. Han demostrado ser excelentes competidoras y, a buen seguro, aportarían aire fresco a la política deportiva cordobesa.

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