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Virus

Juana Guerrero

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Ese brillo en los ojos, el calor corporal, la sequedad de la boca, la extraña mimosidad y los cambios bruscos de risa floja a llanto descontrolado, son indicadores inequívocos, no de un enamoramiento muy muy precoz, sino de la incubación, DE NUEVO, de un VIRUS por parte del hospitalario organismo de tu criatura, al que no se le escapa ni uno. Allí donde hay un virus está mi criaturita, receptiva, muy receptiva, dispuesta a hacerle un hueco en su interior. Y …¿Qué acompaña en esta ocasión a esa fiebre que supuestamente tanto y tanto le está haciendo crecer?, ¿serán mocos, vómitos, diarrea, un poquito de cada?. Sea lo que sea, ya puedes ir arrancando las hojas de la agenda que tenías programadas para esta semana y preparando barriles de café, porque vas a pasar unos días de gran entretenimiento y unas noches que ni te cuento.

Que tendrán esos cuerpecitos que por el día, por muy agresivo que sea el virus no dejan de saltar, correr, chillar,…En cambio, cuando cae la noche, quizá por influencia de la luna, les afloran todos los malestares y ocurre algo muy curioso: se olvidan de que tienen PADRE. ¡Vaya¡, por muy corresponsable que este sea, solo quieren estar con MAMÁ. ¡Vaya faena¡. Eso te obliga a pasar la noche en vela calmando el llanto, limpiando el vómito, poniendo supositorios y sobre todo poniendo el termómetro cada 15 min no me vaya a convulsionar de la fiebre.

Si la cosa se complica acabas en Urgencias (que esa será otra historia) pero lo normal es la visita a la consulta pediátrica. Voy tanto por allí, que estoy por pedirle el whatsapp a mi pediatra. Tengo familiares de primer grado de consanguineidad a las que veo con menos frecuencia. El diagnóstico siempre es el mismo: infección vírica. Que yo creo que es una respuesta tipo cuando no se sabe muy bien qué le pasa. Si nos hubieran dado un cromo de esos de colección cada vez que se le ha diagnosticado un virus, ya habríamos cumplimentado dos álbumes por lo menos. Que si el virus de la gripe, el de la gastroenteritis,…y el que tiene el nombre más curioso: el “boca, manos, pies”. Uy, uy, uy…ese si que parece completito. Es que hay virus para todo. Cuando llegan a la adolescencia creo que les entra el virus de la rebeldía y el de la pereza, que son de lentísimo tratamiento.

Con todos los fármacos recetados montas en tu casa un hospital de campaña y te atrincheras para hacer frente a ese bichito minúsculo (me refiero al virus, no a la criatura), y en mi caso cruzo los dedos para que no haya vómitos en esta ocasión. No los soporto. No hay molestia en mi criatura que no acabe con su aparato digestivo como un volcán en erupción. Dentro de veinte años aun se podrá localizar en las paredes de mi casa (en todas) restos de ADN de origen gástrico. También quedará algo en sofás y sobre todo en la ropa de cama, y en el colchón, que por muchas vueltas que le des las manchas no se van. Les aseguro que llevo meses intentando que aprenda a pedir vomitar en el váter.

La verdad es que, que tu criatura tenga un virus tiene su parte ventajosa: durante unos días no vendrán a casa visitas con menores de siete años y además si te la llevas a comprar te dejan saltarte la cola de espera. No por solidaridad con tu enferma criatura sino por el miedo al contagio. ¿Tiene un virus? ¡¡¡Ahhhh¡¡¡¡¡, la gente te abre paso como si en lugar de gastroenteritis tuviera la peste bubónica. Yo he de reconocer que hago lo mismo cuando no se trata de mi pequeño del alma. Estoy tratando de superarlo en “Hipocondríacas anónimas”.

Por otra parte, hay que hacer frente, una vez más, al Consejo de Sabias, en esta ocasión a su comisión científica, que además de darte mil remedios para su curación, te echará la culpa de la enfermedad por haberlo metido en la guardería. Grrrrrrr. Esta gente va a acabar culpándote hasta de las lluvias de agosto. Ojalá alguna mañana, siempre y cuando el seguro asuma todos los costes, caiga un meteorito sobre mi casa y pueda decirles “menos mal que la criaturita estaba en la guardería….”. Y digo yo, si las guarderías son el origen de las enfermedades infantiles, ¿Por qué enferman aquellas criaturas que no van a la guarde? Ah, claro…,se contagian de las escolarizadas…y, ¿Por qué las administraciones públicas permiten la existencia de estos criaderos víricos si tan nocivos son para la salud?. Quien sabe…seguro que el negocio de las farmacéuticas está detrás.

¿Se han dado cuenta de que todo el mundo se apiada de la criatura y pasa de los progenitores?. Que si “pobre…, tan pequeño”, “qué penita”,…bla bla bla… Las madres y padres corresponsables somos víctimas colaterales del virus y no se nos tiene la más mínima consideración, a nadie le da por preguntar que qué tal lo llevas. Y eso que normalmente tu estado físico es más alarmante. Y, las empresas españolas, estas quizá para el siglo XXX, consideren como baja laboral la enfermedad de la descendencia que no requiera hospitalización. ¡JA¡, A esto lo llamo conciliación utópica.

En fin, me da a mi que hasta la pubertad me quedan muchas pilas que reponer en el termómetro digital. Ahora a mi criatura le ha dado por lamer el suelo. El de la calle. Si, como lo leen. Te despistas y ahí lo tienes bocabajo y devorando literalmente el asfalto. Tanto hervirle el chupete para que acabe enganchado al alquitrán. Así que en los próximos meses seguro que podremos cumplimentar el álbum de las infecciones.

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