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El Cólico del Mutante

Juana Guerrero

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Noches de desenfreno, abuso de estimulantes, aspecto demacrado, aletargamiento, desorientación, desnutrición, incoherencia verbal, ataques alternos de risa y de llanto, pensamientos psicóticos, alucinaciones, y por supuesto, de atuendo, un chándal. No, no estoy describiendo los desfases de un yonki ochentero, sino los primeros meses que comparten una madre/padre corresponsables con su criatura aquejada del architemido Cólico de lactante.

Esto del cólico vienen a ser unos gases muy mal gestionados. Es algo descrito por la comunidad pediátrica como una molestia gastrointestinal del neonato.¿Molestia?, molestia es un padrastro, pero cuando el bebé se pasa llorando todo el día, llegando a veces a durar la llantera hasta tres horas seguidas, la cosa se reviste de cierta importancia. Porque no se trata de un lloriqueo sino de un llanto ensordecedor y estridente que convierte a tu encantadora criatura en un mutante de cara desencajada y aspecto siniestro que parece que te está gritando: ¡¡maldita seas¡¡, ¿para qué me has traído a este mundo?. Y pasa un día y otro y no deja de llorar, día y noche, noche y día. Por más que lo intentas no encuentra consuelo, ya lo pones en la cuna, en el capazo, en el sofá, te lo pones en el regazo, en el hombro, bocarriba, bocabajo...(más postureo que en el kamasutra, y nada...). Llegas a pensar que te odia, a ti  y al mundo en general. Te pasas el día con el retoño en brazos aguantando como puedes sus quejidos. Es algo absolutamente demencial. Para quien haya tenido la suerte de no vivir la experiencia que pruebe a colocarse unos auriculares y a escuchar durante al menos dos horas la sirena de una ambulancia (ni no, ni no,…). Y que luego intente ver el mundo como un lugar maravilloso. Llega un momento en que el llanto se instala en tu cerebro lobotomizado, y de ahí no sale por muy lejos que estés de la criatura. Intentas salir a pasear con el bebé para ver si eso lo calma y te tienes que volver, con el bebé en un brazo y empujando carrito con la otra, porque la gente te para por la calle para preguntarte qué le has hecho a la criatura para que llore tanto. ¿Qué qué le he hecho?. ¡¡¡Parirlo, señora. Simplemente parirlo¡¡¡.

Pero bueno,  también hay algún momento de respiro. Sí,  el ambiente se relaja, y atufa, cuando la criatura suelta algún airecillo. Eso sin duda lo calma y a ti un pedete de tu retoño sin duda te llena de orgullo y satisfacción. Cuesta creer que una criatura tan pequeñita pueda acumular semejante cantidad de aire (temes que salga propulsada),  y el estruendo de la expulsión de gas es más celebrada que un gol de la Roja en el Mundial, y ya si viene acompañada de heces, la excitación es máxima (esa caca cómo mola, se merece una ola.Ueeeeeeeeeeeee). Quién te ha visto y quién te ve¡. Bochornoso……

En cualquier caso ver a tu recién estrenado bebé sufriendo de esa manera y no poder hacer nada te llena de impotencia. Las noches te las pasas zombi vagando por la casa arrastrando tus pies, criatura en brazos, y con una expresión casi tan psicótica como la de Jack Nicholson en “El Resplandor” y un estado mental prácticamente igual de delirante. El Consejo de Sabias te anima: “Mujer, si eso se pasa con la cuarentena”. - Mentira...-“Bueno..., no dura más de tres meses”. Ah, eso me consuela. Total ¿que son 90 días teniendo a un bebé sufriente en brazos?. Pues exactamente 2160 horas. Deprimente. Y la gente te dice una y otra vez “disfruta de él ahora que es pequeñito. Que el tiempo pasa rápido”. ¿Cómo se disfruta de esto, que es más desagradable que una carraca?. ¿Qué el tiempo pasa rápido?, no cuando no se duerme.

Si lo superas, es decir, si has conseguido no sufrir una embolia cerebral, y no has regalado tu churumbel  a una familia de vendedores ambulantes que lo pudieran alejar de tu casa, sin duda puedes aspirar a formar parte de cualquier cuerpo de élite militar. Pocas cosas habrá más duras que lo que has vivido.

En fin que no cunda el pánico, que esta “molestia” que sólo la padecen el ¡¡¡¡40% de los neonatos¡¡¡¡ tiene solución, pero en la medicina alternativa. A mi criatura le funcionó el Método Rubio, basado en masajes osteopáticos. Lástima que lo descubriera pasados los dos meses. La de sufrimiento que nos hubiéramos ahorrado.

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