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Religión y escuela, agua y aceite

Rafa Japón

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Le he estado dando muchas vueltas a esta entrada, no por miedo a herir sensibilidades, sino porque pretendía explicarme lo mejor posible. Expongo primero mi conclusión, razonada durante toda mi vida personal y profesional, y después trataré de defenderla. Allá voy. La religión debe estar fuera de las escuelas o, al menos, no debería formar parte del conjunto de materias.

¿A qué viene esto, Rafalito?  En la nueva LOMCE de Wert, la religión católica vuelve a ganar la cruzada y se sitúa como asignatura evaluable. No contentos con este espectacular avance, los obispos quieren que también se dé en el Bachillerato y en Educación Infantil.

Nuestra chistosa Constitución (cada vez me chirría más ponerla con mayúsculas) dice, por un lado, que somos un estado aconfesional y, por otro, disfraza como derecho que los padres puedan exigir educación religiosa para sus hijos. Coherencia total. Recuerdo que la Constitución es ese mismo libro que dice que somos iguales ante la ley o que tenemos derecho a una vivienda digna. Es por ello que quiero dejar aparcadas las leyes y utilizar el sentido común.

¿En qué puede ayudar a mis hijos “estudiar” religión? Históricamente, la religión ha intentado secuestrar una serie de valores como la solidaridad, la piedad, la caridad, la esperanza... ¡incluso el amor! Pues miren ustedes, esos valores son inherentes al ser humano y, por supuesto, independientes de si el individuo tiene fe en Cristo, Mahoma o el Córdoba CF. Han leído bien, el Córdoba CF. Yo tengo fe en él y me gustaría que mis hijos también la tuvieran, pero no por ello pido que les hablen del Córdoba en las escuelas, porque en absoluto ayudaría a su desarrollo intelectual, ni siquiera social. Si yo quiero que mis hijos sean del Córdoba, les pago el abono y los llevo al estadio, que es mi templo.

La enseñanza de religión, al menos tal como está dispuesta en el currículo, no hace sino mermar el desarrollo del pensamiento crítico del adolescente y, por tanto, supone un perjuicio evidente para su intelecto. El protagonismo de la religión en las escuelas debería limitarse al estudio de su lucha por construir su propia moral y las consecuencias que ha tenido y sigue teniendo en la sociedad. Pero estos contenidos serían más propios de materias como la Historia o la Filosofía, por lo que la asignatura de religión no tendría razón de ser.

Afortunadamente, los chicos no son tontos y se toman a pitorreo todos los mitos religiosos, por no decir la religión en sí. Este es un triunfo conseguido principalmente por los profesores de Ciencias, ya que explicamos que los milagros no casan con el método científico. Nosotros no exigimos fe, esclarecemos y razonamos cada uno de los conceptos físicos, químicos o biológicos. No se trata de crear dogmas, todo lo contrario, ya que hacemos mucho hincapié en que la belleza de la Ciencia se basa precisamente en ponerlo todo en duda, hasta la propia Ciencia.

Yo quiero que mis hijos piensen y razonen. En el siglo XXI no tiene ningún sentido que nadie les cuente que una chica tuvo un hijo sin tener relaciones sexuales, que este chico se entretenía haciendo milagros y que cuando los malos lo mataron, resucitó. Y mucho menos que el grupo de personas que se encarga de la transmisión de estas fantasías le dicte lo que es bueno y es malo. Si cambio de parecer lo apuntaré a catequesis, que para eso están las iglesias.

Por favor, no respeten mi opinión (ella no va a quejarse), sino todo lo contrario. Las opiniones están para discutirlas por lo que deseo críticas, discusiones y vade retros.

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