Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

¡Al suelo, que son los nuestros!

.

Alfonso Alba

0

El Reino es una película hipnótica en la que todo nos suena. Todo lo que le pasa a Antonio de la Torre nos recuerda al principio a Ricardo Costa, el que fue secretario general del PP en Valencia, pero después empieza a parecerse a otros políticos en otros partidos en los que al final casi siempre la ambición personal más que el deseo de cambiar las cosas se acaba imponiendo.

Es una película hipnótica pero de ficción. Sorogoyen se ha cuidado en lo que es una obra maestra de pisar charcos. Pero España tiene una película o una serie de Netflix, en una forma de entender la política muy italiana en el fondo. O quizás muy global. ¿O es diferente ese ¡al suelo, que son los nuestros! en Estados Unidos o Dinamarca? Series, también de ficción, como House of Cards o Borgen nos lo demuestran.

No somos tan diferentes. O quizás sí. A nuestra manera. Pero cada vez que la política se tensa por la proximidad de una campaña electoral en la que todo está por decidir (sí, en Andalucía probablemente gane el PSOE pero necesitará pactar y ahí es dónde estará la madre de todas las batallas) aflora ese ¡al suelo, que vienen los nuestros! O como decía Andreotti, que en la vida están los amigos, los enemigos, los enemigos a muerte y los compañeros de partido.

Cuando hay más formaciones con opciones a tener diputados, las posibilidades de repartir cargos se estrecha. Y muchos de los que de verdad se han batido el cobre en estos años se quedan fuera. Algunos lo asumen con indignación. Así es la política. Otros pelean. Otros se escinden y muchos se cabrean pero poco más. Al final, y aunque ahora están volviendo las primarias, las apisonadoras de los grandes partidos se imponen. Y por mucho que haya habido esas primarias, esos procesos (muchas veces viciados también) más democráticos, el líder acaba colocando a los suyos. O si el líder se ha enfadado con el superior se desata una guerra interna donde todos acaban pringados.

A partir de la semana que viene todo serán buenas palabras de ilusión y ganas de cambiar las cosas en todas las candidaturas. Pero esta semana que acaba ha sido de intensa batalla interna y silenciosa, de momento, en el interior de los grandes partidos mientras se decidían las listas electorales.

Etiquetas
stats