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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Imagen de archivo del presidente de Ferrovial, Rafael del Pino. EFE/Kote Rodrigo

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Una de las batallas culturales perdida para siempre es la de los impuestos. No conozco a nadie que quiera pagar impuestos y que si lo hace solo es por evitar una multa o la cárcel. Al contrario, conozco a mucha gente que se busca la vida para pagar menos impuestos. Y no les culpo.

En España tenemos al campeón de la evasión fiscal, el emérito Juan Carlos I. Era, o sigue siendo, el primer español. Y ha sido el que mejor ha salido librado de un plan que al principio fue cutre pero luego ha sido genial que le ha evitado pagar impuestos. Con ese referente, ¿de qué manera se gana una batalla cultural para que cale entre la ciudadanía que el estado del bienestar depende de que se paguen impuestos?

Los políticos consideran que uno de sus mensajes fuerza para ganar las elecciones es prometer que van a reducir los impuestos a la mínima expresión. “El dinero debe estar en el bolsillo de los ciudadanos”, es una de esas frases nacidas de una agencia de publicidad de Estados Unidos con la que seguro alguien ganó una vez las elecciones. Pero es terrible.

No voy a entrar en el debate de si en España se pagan muchos o pocos impuestos (que ya sabemos que la fiscalidad es inferior a la media europea) pero sí en que lo que prima es una especie de Patio de Monipodio donde lo más español es tratar de pagar lo menos posible.

Ferrovial se va a Países Bajos, dice, para pagar un 5% menos de impuestos. Que eso, en una empresa de sus dimensiones, es un dineral que va a dejar un gran agujero en las arcas públicas españolas. Países Bajos e Irlanda practican algo que se ha puesto de moda también en la España de las autonomías, el dumping fiscal. Bajar impuestos para atraer empresas. Se recauda menos pero como vienen más empresas pues al final pagan más. Una especie de juegos del hambre en la que se canibalizan los estados a sí mismos. Neoliberalismo en estado puro.

En Europa, y también en España, hay algo que no funciona bien y que ya advirtieron aquellos que, como Anguita, se opusieron a Maastricht: la unión económica es disfuncional si no existe una unión fiscal. Mientras Europa, y España, no avance en una unificación de las tasas e impuestos que pagan sus ciudadanos, vivan donde vivan, la igualdad y la convergencia entre territorios no llegará nunca. Países Bajos o Madrid pueden bajar impuestos por que son enormes, tienen grandes empresas y fortunas. Lugares en los que hace falta invertir mucho, como la España vaciada, para llevar servicios públicos no se pueden permitir el lujo de bajar impuestos. Y si no los bajan, nunca llegarán esas empresas o esas fortunas. Y el problema seguirá enquistándose, y los ricos serán más ricos aún, y los pobres, pues más pobres.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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