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Drama

Alfonso Alba

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Hay semanas que parecen siglos. Hace siete días, los españoles tomaban las urnas y Vox daba la sorpresa. La derecha de la derecha lanzaba vivas a España y celebraba un histórico resultado, mientras el centro político (o lo que se supone que debía serlo pero que casi nunca lo ejerció) se derrumbaba. Albert Rivera, un político joven, de repente se convertía en un anciano y abandonaba la política al día siguiente. Y apenas 48 horas después, esos brindis patrióticos (hasta por los Tercios de Flandes he llegado a ver en un vídeo real y extraño) se convertían en drama. El PSOE y Unidas Podemos alcanzaban un acuerdo en tiempo récord tras haber tenido meses para firmarlo y parecía que el país, directamente, iba a desaparecer de la noche a la mañana. Las familias más conservadores y con posibles (afortunados que los tienen y lo pueden hacer) empezaban a hacer transmisiones de propiedad no vaya a ser “que el Coletas nos fría a impuestos” mientras otros ya anunciaban de una manera muy patriótica que se iban a llevar su dinero a Suiza.

Y pasan años que parecen centurias. Hace poco menos de un año el PSOE perdió, por sorpresa, la Junta de Andalucía en las primeras elecciones en las que la derecha de la derecha tuvo representación pública. Pablo Iglesias lanzó una “alerta antifascista” que al día siguiente llenó plazas ante el advenimiento de tiempos oscuros (no voy a decir que no lo sean, pero quizás más grises que negros).

Vivimos en el drama y la hipérbole permanente. En diciembre del año pasado, Andalucía no se convirtió en la Alemania de 1936 ni España se va a transformar ahora en la Unión Soviética de 1917. Y no, no estoy equiparando a unos y otros. No, para mí unos no son iguales que los otros. A mí, hasta la fecha, jamás ningún partido me ha prohibido entrar a sus ruedas de prensa, a sus mítines o a sus actos. Me han odiado más o menos, me han tragado más o menos, y me he llevado con todos mejor o peor. Pero jamás se le ocurrió a nadie privar a la ciudadanía del derecho democrático a la información libre.

Tampoco ningún partido político se había cuestionado jamás consensos y derechos alcanzados, como el de todos contra la violencia machista. Es horrible volver a debatir sobre asuntos que zanjaron, y para muy bien, nuestros padres.

Pero, insisto, nos sobra drama. La derecha de la derecha está contaminando el debate político, vale. E influye, y mucho, en el gobierno de la Junta. Correcto. Pero 2019 pasará a la historia como el año en el que España le retiró todos los honores al mayor dictador y genocida de su historia, por ejemplo.

Aún tengo que ver que finalmente haya un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Y si lo hubiera, tengo que ver también qué fuerza real puede tener, y qué cosas se van a cambiar o no. Demasiadas expectativas tiene la derecha en ese ejecutivo. Veremos.

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