El Cosmopatinazo

Cosmopoética es, de largo, el festival cultural más singular y original de Córdoba. Alumbrado por el equipo que trabajaba en que Córdoba se convirtiese en 2016 en la capital europea de la cultura, Cosmopoética se ha consolidado como el festival de poesía más importante de España. Como en el caso de la Mezquita, cualquier ciudad de España mataría por tener un festival así.

Primero fue en primavera y cuando el PP llegó al Ayuntamiento en 2011 se pasó a otoño. Por lo de descargar la primavera cordobesa. Al menos, no se hizo borrón y cuenta nueva. Y el festival, al menos se mantuvo. Aunque con grandes cambios: su organización salió a concurso para que se encargase una empresa y el presupuesto menguó de manera notable. En 2015, con el cogobierno del PSOE e IU, el festival se mantuvo: dirigido por una empresa y con un presupuesto escaso.

Quizás el drama es ese, que un festival del calibre del Cosmopoética, que ha traído a Córdoba a un altísimo porcentaje de premios Nobel de literatura (vivos), de premios Cervantes, de premios nacionales de poesía, dispone de un presupuesto que no es ni una cuarta parte de lo que recibirá el festival Córdoba Live Music, que este año ha celebrado su primera edición. O menos de una cuarta parte de lo que costará organizar la exposición del antiguo Egipto, o la que se organizó de los mozárabes. O la ayuda que se entregó a la Fundación Thyssen para instalarse en el C3A.

Con esos escasos mimbres, y con apenas tres meses de plazo, la Cosmopoética del 2025 ha sido un éxito. Ha tenido menos espectadores, claro, pero porque se ha renunciado a organizar conciertos, que maquillaban las cifras de organizaciones anteriores. Pero la repercusión nacional e internacional que ha logrado la edición de este año, dirigido por Azahara Palomeque (la primera mujer al frente del festival, que no hay que olvidarlo) es incontestable.

Parecía que Cosmopoética había recuperado la esencia y prometía que en próximas ediciones esa semilla iba a volver a germinar, a pesar del escaso presupuesto disponible con el que es imposible organizar aquellos festivales de 2004 a 2010 que llenaban la ciudad de poesía. Al final el dinero cunde lo que cunde.

Por eso resulta extraño que el Ayuntamiento haya decidido no prorrogar el contrato con la dirección actual y que esté ya trabajando en un nuevo pliego. Pero lo es más que los argumentos de la oposición de Vox y Hacemos Córdoba hayan coincidido casi al milímetro, en una extraña acusación de que no se ha cumplido el pliego, que no habían venido los premios Nobel prometidos, como si en pleno verano y a tres meses fuese posible amarrar la agenda de gente ocupadísima.

Córdoba no está para perder muchas oportunidades, y menos culturales. Recuerden aquella frase de que Córdoba será cultura o no será, cuando se intentó lo del 2016, pero no se consiguió. Todos los huevos están en que la ciudad se convierta ahora en una especie de capital militar de España, que no está mal (la izquierda debe asumir en algún momento que es una enorme conquista social lo de tener un ejército que te proteja de una amenaza de guerra inminente y la seguridad que da que tu vida no corra peligro constante). Pero Córdoba es mucho más. Cultura y diálogo. Por eso, en 2027 será capital mediterránea. Y por eso no se entiende nada de lo que se está haciendo con Cosmpoética.