Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El cabreo latente

Alfonso Alba

0

La gente está muy cabreada. No hay más que darse una vuelta por Twitter, leer comentarios en Facebook o poner una tertulia política en la tele. Como si se tratara de un plató permanente de La Sexta Noche, sin argumentos y con más demagogia que otra cosa se enzarzan en lo que me niego a llamar debates y son meras discusiones.

En 2010 hubo una huelga general y después llegó el 15-M. Cuando el PP ganó las elecciones generales y aprobó su primera reforma laboral otra huelga más. Al menos hasta 2014, el cabreo se mostró en la calle de una manera más o menos controlada con una multitud de convocatoria de manifestaciones. Ese año también hubo protestas y las primeras elecciones de un ciclo que se ha alargado hasta el verano del 2016.

Entonces, en las europeas de 2014 irrumpió Podemos. Poco después, comenzó a crecer Ciudadanos. El PP y el PSOE comenzaron a ceder espacio. En las encuestas de finales de 2014 Podemos llegó a ser hasta el primer partido en intención de voto. Muchos de los que estaban cabreados y movilizados en la calle se fueron a casa hartos de pelear contra una mayoría absoluta del PP que apenas hacía concesiones. Se marcharon a esperar que Podemos ganara las elecciones y a que cambiara las cosas.

En 2017, el cabreo sigue ahí, pero ya no es patrimonio de los que se movilizaron antes de 2014. Hoy hay mucha gente cabreada. Están los cabreados con el Gobierno, los cabreados con el PSOE, los cabreados con Podemos y los hartos de todo en general. Pero están cabreados y ya está. Quieren que todo cambie, pero no saben cómo. Quieren que todo vuelva a ser como antes de 2007 pero saben que eso es imposible. Quieren que se acabe el paro, la crisis, la corrupción. Todos quieren, me inclino a pensar, un futuro próspero. Y como nadie se lo concede, están cabreados.

Pero es un cabreo de barra de bar, de iPhone con Twitter, de protesta en una comida familiar. Pero es un cabreo que (permítanme generalizar, ya sé que hay excepciones) nadie ni nada lo está canalizando. Y eso es peligroso. No hay nada más que darse una vuelta por Europa. O leer el Twitter del presidente electo de los Estados Unidos de América, al que han votado los americanos cabreados.

Etiquetas
stats