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Animalario doer

Ángel Ramírez

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Después de años de esfuerzo parece que en Córdoba están proliferando los emprendedores y sus  foros de encuentros. No es que les eche mucha cuenta la ciudad, pero en la red ya montan su lío, y buena cosa es. El próximo jueves 3 de octubre tiene lugar un encuentro en Córdoba de la comunidad Ouishare, una red internacional de la economía colaborativa, y allí supongo que se dejará ver esta peculiar fauna. Por si no estáis muy en la cosa, os adelanto un estudio caracteriológico que estoy concluyendo, a partir del cruce de distintas variables según un conocido modelo de regresión. Cinco perfiles de emprendedor me han salido, y aquí os los cuento para someterlos a debate.

Emprendesaurio Rex: De verbo reticular y profético, es la versión actual del “trabaje usted como trabajo yo”, un predador autosatisfecho y displicente. Forjado en las teorías elitistas, cree que el mundo es para los talentosos con cojones como él, y el resto, qué le vamos a hacer. Muy conectado con el empresariado tradicional, del que se diferencia por pura distinción bourdiana, al igual que a éste gusta tanto de hacer chanzas y críticas de la Administración como todo tipo de negocios a su costa (concesiones, subvenciones, concursos…). No le va el buenrollismo que impera en el gremio, aunque alguna sonrisa comercial se permite, y hace gala de ese liberalismo falsamente darwinista tan caro a mentes simples.

Emprendesinpasarse: Más simpático, es un liberal sin pasarse, que tiende a jugar limpio, y está abierto a que casi todo el mundo juegue a esta cosa, sin pasarse. Ha asumido el informalismo en el vestir, le gusta usar palabras inglesas, las biografías, los hashtag y sonríe con facilidad. Es fan del capital relacional y le gusta más un encuentro que a una monja una furgoneta.

Emprendedor hedonista: Exdirectivo al que no le gusta madrugar ni que le metan bulla, puebla los dominicales de nuestros periódicos. El estudio genealógico muestra a un directivo, no proveniente de jornalero ni trabajador de fundición precisamente, que por falta de tradición lleva mal tener jefes y horarios, y en un momento dado abandona su carrera en corporación internacional para montar su pequeño y próspero negocio. Gusta dejarse ver fumando puros, de festín gastronómico, o cualquier otro ejercicio de sibaritismo. Apañao, le interesa menos el mundo mundial, orientado a crear su  microclima particular.

Emprendehipster: Moderno de gorra y perilla empeñado en salvar al capitalismo de su pecado original, estar basado en el abuso. Nueva versión de la democracia económica de la Europa nórdica de los 70, quiere sustituir la competencia por colaboración, y el secreto por lo open y lo compartido, e intenta obviar el fenómeno del poder y suponer o promover la igualdad. De origen con menos perejiles no quiere ni loco ser currante por cuenta ajena (si es en lo público, quizás…), e imagina un mundo de oferentes de cosas interesantes sin Cortes Inglés ni Zaras.

Emprendepringao: Son la gran mayoría y, parafraseando a Cernuda, son emprendedores a la manera de aquellos que no pueden ser otra cosa, oséase, que están parados. Encontramos tres subcategorías, los que intentan vender como autónomo lo que siempre pensaron que les haría técnicos en la Administración o alguna empresa; los que le han visto el fondo a la cosa y están por cualquier negocio (de servicios personales preferentemente); y los parados de toda la vida, que se autodenominan emprendedores o free lance para mejorar su autoestima y empleabilidad. Los de más arriba les aplauden y animan. Veremos a ver.

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