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Nunca dejes de soñar...

Marian Castro

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"Soñó ser un ángel que volaba durante toda la noche, y fue tan real que llega a amanecer con agujetas en las alas"

dice el actor malagueño Dani Rovira en su libro de micro cuentos, una joya que recomiendo para el que no la conozca aún, Agujetas en las alas y 88 razones para seguir volando (AGUILAR, 2015).

Soñar es por definición creer con los ojos cerrados en que algo es posible, por muy difícil que parezca. La historia del mundo se cuenta a través de sueños, el que soñó con que podrías ver a oscuras con una bombilla, otro soñó que había cura para enfermedades entonces mortíferas y dio con la penicilina... un largo etcétera me llevaría enumerar otros. En la historia de España hay un sinfín de soñadores que alcanzaron su meta y hoy son nombres ilustres, ejemplos a seguir. Pero, ¿cuándo empezaron acaso no lo tomaron por locos, tarados, ilusos...?

Así están muchos jóvenes de mi generación -cuando aún no habían mutilado las aspiraciones de la juventud de finales de los noventa con realities y talk-shows televisivos ciclados de proteína- jóvenes que querían ser pilotos, astronautas, científicos, actores o directores de cine... ¿Dónde está el camino a su sueño? Muchas veces fuera de ese país que los vio nacer, España. Hoy, hoy mismo, tenemos ejemplos cercanos, son noticia.

Javier Fernández, un joven madrileño que un día le diría a sus padres eso de...

“papá, me gusta patinar, pero patinar sobre hielo”

, ¿y dónde se ha visto que en un país donde el verano se eterniza como es España haya tradición de pistas de patinaje para que lo practique, o peor, acaso no está mal visto que un jovencito se dedique a bailar sobre hielo con unas cuchillas en los pies...? Expatriarse... Estados Unidos y una entregada familia que lo ha respaldado han colocado a este joven en la cima del patinaje mundial: cuatro veces campeón europeo y dos campeón del mundo.

Digo, ejemplos hay muchos. ¿Qué me dicen de este joven biólogo madrileño que solicitó por diez veces una beca en nuestro país que han denegado? ¿Por qué? ¿Por falta de talento, de dinero, de creer en su capacidad? Ahora Ciro Cabal, quien no se cansó de creer que era posible, a sus 33 años se marcha con una beca a investigar en Princeton, a conseguir su sueño. ¿Quién sabe si otro importante avance para la humanidad? Cabal tendrá agujetas en las alas, de soñar, de intentarlo, de no desistir; al igual que Fernández, al igual que otros miles de jóvenes españoles. Pero lástima que otros se queden por el camino, o simplemente, sus sueños sean pisoteados por el share de conseguir fama un minuto en pantalla y pasar a ser un ángel sin alas, sin ganas de seguir volando.

Nunca dejéis de soñar. 

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