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Se ruega no molestar al recién nacido

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María Isabel Martínez

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Siguiendo con la saga “Se ruega no molestar”, hoy traemos un nuevo capítulo en el que vamos a hablar un poco de la la buena intención, aunque no siempre buena elección, de coger a un bebé nada más nacer (inclusive más allá de esta situación inicial) y pasarlo de mano en mano como la falsa moneda, tratando de argumentarlo para que nadie se sienta mal y se comprenda la necesidad de entender a esa madre, las necesidades de ese bebé y por supuesto, dejar de hacerlo (lo de coger al bebé).

Empecemos por el principio, por el bebé. Cuando nace un bebé, éste es un ser inmaduro en todas sus funciones, incluida su capacidad de defenderse frente a agresiones externas. Su sistema inmune es incapaz de protegerlo aún de exposiciones a bacterias, virus y resto de bichos que viven en el ambiente que le rodea. Aún no está vacunado y por tanto, es un ser tremendamente vulnerable como podéis entender. ¿Cómo se protege el bebé entonces? Gracias a los anticuerpos que su madre le pasa mediante la lactancia materna, de ahí que la evidencia científica y toda la comunidad médica y sanitaria recomiende dar el pecho al bebé.

Ahora seguimos con los “bichos”. La microbiota es el conjunto de microorganismos que nos colonizan a todos y se encuentran la mayoría de ellos en nuestros intestinos, aunque también en menor medida en piel y en nuestros orificios (mamas, vagina, boca, oídos, etc..) y en definitiva, forman parte de nuestro cuerpo. Estos ejercen una acción beneficiosa sobre nosotros (y nosotros sobre ellos) si la variedad de microorganismos (cepas o nichos) que adquirimos es la correcta, pues si no lo es y esta se encuentra alterada (fenómeno llamado disbiosis), se volverá hostil y en lugar de ayudarnos, nos predispondrá a sufrir enfermedades como la dermatitis atópica, obesidad, la diabetes, enfermedades autoinmunes (intolerancia al gluten), alergias o síndromes metabólicos entre otras muchas más.

Vale, una vez visto esto, lo unimos. El bebé debe permanecer con su madre en todo momento y siempre que se pueda, porque es la forma correcta en la que se coloniza un bebé (mediante el parto y el contacto piel con piel) ya que ello le va a proporcionar beneficios de salud a corto y largo plazo, pero SÓLO SERÁ SU MADRE LA QUE LE PROPORCIONE ESE BENEFICIO. Si el bebé es cogido por extraños, se colonizará de forma incorrecta (por la microbiota del compañero de trabajo, el primo del pueblo o mi vecina del quinto) y si alguno de esos microorganismos viene con mala uva, podrían hacer enfermar al bebé puesto que no puede defenderse de ellos. Sin embargo, si el bebé está colonizado por la flora de la madre, ésta, además de colonizarlo de forma correcta, le transmitirá los anticuerpos necesarios para que si alguno de esos microorganismos se pone chulito, pueda defenderse.  Por eso, desde el punto de vista del correcto establecimiento de la microbiota, es importante no coger al bebé (salvo su madre y su padre, claro).

Por otra parte, conozcamos que la vía de transmisión de virus y bacterias más frecuente es la oral (a través de la respiración y saliva) y las manos (que lo tocan todo), luego imaginad cuál es la manera más fácil de transmitir una infección a un bebé recién nacido y vulnerable: Sí sí, cogerlo y besarlo, habéis adivinado.

¿Cuántos de nosotros nos lavamos las manos antes de coger a un bebé? Venga, a ver esas manos arriba, que no veo ninguna. Pues eso es IMPRESCINDIBLE. Y lo de los besuqueos.....mejor lo obviamos. ¡¡Qué manía de besar a los bebés!! Ni que decir tiene, que si se está resfriado o convaleciente, jamás se debería de ir a visitar a un bebé, y si no se está,casi que tampoco, al menos en los primeros días. Ojo, que no se trata de meter al niño en una burbuja, no, se trata de ser precavidos y dejar que esa madre y ese hijo se vinculen en la intimidad, se conozcan y se transmitan los beneficios de estar unidos sin espectadores ni interferencias.

Sigamos. El bebé ha de estar con su madre (y su padre, por supuesto) ya que es la única persona a la que reconoce (por su olor, por su sabor y por sus facciones) por tanto será la única persona con la que ese bebé se encontrará seguro y fuera de peligro. ¿Os habéis planteado alguna vez qué diría un bebé (si pudiese hablar) en respuesta a la pregunta de si será de su agrado que lo cojan extraños a los que no conoce? No hace falta pensar mucho para imaginar que la respuesta sería que prefiere estar con su madre y no separarse de ella pues es la única persona que puede aportarle ahora seguridad. Mientras está con ella, el bebé sabe que no le va a pasar nada malo. Él está acostumbrado al olor de su madre y a reconocerla a través de él, pero si lo coge la abuela, impregnada en Chanel, la tita, de Kenzo o la compi de Carolina Herrera.....imaginad la confusión de ese pobre niño/a en manos de extraños y sin saber si éstos son hostiles o vienen en son de paz.... venga haced un esfuerzo. Mejor no tentar la suerte.

Pero ahora, damos un paso más. ¿Os habéis planteado alguna vez si a las madres nos gusta que nos cojan a los hijos? Eso sí lo podéis hacer, preguntad a una recién parida si le gusta que su hijo pase de mano en mano. A la mayor parte de las madres no nos gusta, porque ese bebé ha sido gestado y parido por nosotras y nuestro instinto nos dice que su supervivencia depende de nuestra protección y este sentimiento intenso te arrastra a no querer que tu hijo sea despegado de ti, aunque internamente sepas que no le van a hacer daño (o sí) si lo coge la abuela o la tita. Eso no se puede remediar, te hierve solo. Yo me recuerdo a mí misma en modo “gata en celo” cuando nacieron mis hijos y que se me removían las tripas cada vez que alguien los cogía sin mi permiso, con el tiempo se me pasó ese sentimiento de posesión y sobreprotección (obviamente),  pero al principio era un sentimiento muy fuerte e incontrolable que me hacía sentir muy mal. Sentía que mis hijos me necesitaban y yo a ellos y no podía remediarlo. Y tenía que tragar saliva para no parecer una desagradable y una madre ñoña como poco, pero me sentía rota cada vez que veía a mis hijos en manos extrañas (y ahí metía a todo el mundo que no fuera el padre de la criatura).

Y puestos a repartir...¿Y los fumadores/as? Que cogen al bebé después de fumar y dejar todas las sustancias nocivas del tabaco sobre su ropa (además de en sus pulmones) la cual entrará en contacto directo con el bebé.... No hace falta ampliar esta imprudencia, ¿verdad?

Visto lo visto, sed pacientes que podréis cogerlo más adelante, siempre con las mínimas precauciones expuestas anteriormente, pero cuando pase un tiempo y esa mamá lo estime oportuno. Ya veréis como más adelante ella misma os dirá, anda cógelo un ratito, pero sólo ocurrirá cuando ella se sienta preparada y sienta que su cachorro también lo está.

Venga, no me odiéis...nos vemos en la próxima disección.

Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz

Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz

Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.

Máster en Nutrición Clínica, Alimentación, Obesidad y Nutrición Vegetariana. Universidad de Barcelona

Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil

Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos

www.cemlosarcos.es

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