Mi bebé mamífero
Esta semana celebramos la Semana Mundial de la Lactancia y por ello, no podíamos dedicar nuestra entrada esta semana a otra cosa que no fuera la lactancia.
Lactancia materna, necesidad de estar unidos desde el principio
Las primeras dos primeras horas tras el parto son fundamentales para el éxito de la lactancia, ya que en ellas se produce lo que llamamos la Fase de Enamoramiento Madre-hijo, que facilitará el buen agarre por parte del bebé y el desencadenamiento de hormonas en la madre.
Ésta libera durante el parto una cantidad importante de oxitocina y endorfinas -hormonas llamadas del amor- que predispondrán a la madre a apegarse a ese bebé en cuerpo y alma y al bebé -que recibe las hormonas también a través de la sangre del cordón- a permanecer en contacto físico y visual con su madre y a tranquilizarse, mediante una actitud llamada “alerta tranquila”, que durará unas dos horas y que le facilita el agarre y la búsqueda del pezón materno.
En este contexto el bebé, dotado de un instinto primario y rudimentario de supervivencia, poco a poco irá buscando el pezón de la madre -reconociéndolo por su aumento de tamaño y pigmentación característica que acontece durante el embarazo- y terminará por agarrarse de forma espontánea sin que nadie tenga que darle instrucción alguna. Para ello flexionará y extenderá sus articulaciones para ir reptando por el cuerpo de su madre, levantará la cabeza con los ojos bien abiertos, pellizcará a su madre mientras lo intenta una y otra vez hasta que por fin lo conseguirá. A esto lo llamamos agarre espontáneo y hay bebés que lo consiguen pronto y otros que pueden tardar algo más en hacerlo, pero en cualquier caso, dejarle que lo intente por sí mismo es muy beneficioso para ambos, madre e hijo.
El bebé que se agarra por sí mismo, tendrá una tasa más alta de agarre correcto y por tanto, tendrá menos dificultades para mamar correctamente. Mientras el bebé lo intenta, la madre va reforzando los vínculos afectivos con su hijo y eso hará que se motive más a cuidar de él además de ir estimulando el mecanismo hormonal que hará que la leche suba antes. Los niveles de oxitocina son muy altos en la madre en estos primeros momentos con lo que su útero se contraerá con fuerza y disminuirá de forma importante la probabilidad de tener una hemorragia puerperal.
El bebé debe estar pegado barriga con barriga a la mamá, los labios bien abiertos y evertidos hacia afuera, el pezón y todo lo que le quepa de areola dentro de la boca, las mejillas redondeadas al mamar (nunca hundidas) y la lengua rodeando pezón y areola. Si el bebé se agarra así, es muy probable que mame correctamente y a la madre no le duela con lo cual estará más relajada y predispuesta a amamantar a su hijo.
La lactancia materna no es dolorosa, aunque asumimos que los primeros días, incluso semanas, los pezones pueden estar sensibles y molestar en las primeras succiones, remitiendo estas molestias conforme avanza la tetada. Si el dolor permanece durante la toma ininterrumpidamente, es que algo está fallando y hay que buscar ayuda profesional para solventarlo de manera precoz.
A partir de aquí, es sólo cuestión de confianza entre esa madre y ese hijo. Confianza por parte de esa madre que se sabe capaz de alimentar correctamente a su hijo por su condición de mamífera y que a la hora de tomar decisiones, hará prevalecer su instinto animal antes que el racional.
Confianza por parte del bebé, que sabrá que sus reclamos serán atendidos por su madre cada vez que lo necesite sin interferencias de horarios, relojes, comentarios o lógicas inexplicables. Escuchar al bebé y escucharte a ti misma es la mejor manera de comenzar la lactancia correctamente. Y si necesitas ayuda, pídela de forma precoz, pero busca ayuda profesional, créeme, otro tipo de “ayuda bienintencionada” no hará más que sembrar la duda en ti y hacerte tomar decisiones equivocadas.
Es sumamente importante evitar interferencias como biberones o chupetes, que no sólo no son necesarias, sino que confunden a nuestro bebé (y a su madre) y no se lo ponen nada fácil a ninguno de los dos. Todo lo que tu hijo necesita, se lo puedes aportar tú. Formáis un buen equipo.
Ten confianza en ti misma y en tu bebé. Créeme si te digo que la Naturaleza nos ha traído hasta aquí por alguna razón. Eres mamífera y tu bebé es mamífero, es lo que nos es propio, por tanto no dudes. Saca tu lado animal. Lo estás haciendo muy bien.
Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz
Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.
Máster en Nutrición Clínica, Alimentación, Obesidad y Nutrición Vegetariana. Universidad de Barcelona
Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil
Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos
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