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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Elecciones, ese extraño juego de olores

Elecciones

Magdalena Entrenas

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¿Les ha ocurrido alguna vez eso de invitar amigos a comer a su casa, deseando sorprenderlos y que todo luzca perfecto y cuando llegan aún huele a sofrito? El colmo es haber tratado de ocultar el olor con el difusor de olor a colonia infantil o ese otro de aceites esenciales de mango y lima, porque el resultado es un bodrio de tal calibre que, o huele a mango con cebolla, a niño con “caca” o al mismo sofrito, pero reforzado con frescor a lima.

Pues en tiempos de elecciones y de listas electorales, pasa lo mismo. Cada partido quiere ofrecer la mejor receta para los invitados que han de depositar el voto en las urnas. El problema es no acertar con la receta o que el resultado sea una mezcla con olor intenso a colonia y sofrito.

A la política antes se dedicaban los políticos. Fíjense qué tontería he dicho. Pues no. Se hacía política con políticos de verdad, dedicados solo a eso y, por supuesto, hombres o mujeres de partido a los que votabas a sabiendas de cuál era su ideología, siendo obvio que esta casaba con un programa electoral claro y definido que conocíamos antes de depositar el voto. En derecho societario puedes impugnar los acuerdos sociales si no te han dado toda la información necesaria antes de votar. Pues resulta que, en la política, esa que rige luego tu vida, votas sin saber nada de nada. Luego vienen las sorpresas.

Ahora no hay programas, ni parece importar que no los haya. Tampoco importa si zutanito va en la lista de un partido que no es el suyo, ni cómo piensa o qué va a defender. Puede incluso que extrañamente haya sido de otro partido hasta tres cuartos de hora antes. ¡Qué más da! … Si no hay programa, nada hay que explicar.

¿Están los partidos faltos de candidatos propios? ¿Estamos de nuevo haciendo experimentos tecnocráticos? La tecnocracia está más que inventada y curiosamente nunca se ha aplicado con éxito. Italia es la reina de la tecnocracia y su fracaso. Y en este país, investiguen, qué gobiernos tecnócratas hubo y cuáles eran sus motivaciones reales.

“Debemos construir una sociedad en la que cada uno haga aquello en lo que es mejor”, sostenía Platón. Si, lo sé. Pero también sostenía que la tiranía procedía de la democracia; una democracia que, discúlpenme, nada tiene que ver con la nuestra actual. Recurrir a supuestos tecnócratas es un fracaso rotundo de la capacidad de gestión de los políticos.

Y, además, los intereses en conflicto que surgen son muy difíciles de evitar. Desasirse de manera rotunda de cualquier interés particular, de cualquier incompatibilidad por mínima que sea, cuando se viene de una vida anterior a la que seguramente se volverá tras lo que dura una -o un par- de legislaturas,para gestionar lo público sólo con la bandera del interés general, me parece un ejercicio de honestidad y dificultad al alcance de muy pocos.

Las células sensitivas de la pituitaria amarilla empiezan a captar los miles de olores inevitables a mezcla de sofrito. Habrá que estar atentos y abrir las ventanas … o lo que haga falta.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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