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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Barcelona y las recetas

Barcelona.

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Ir a Barcelona a trabajar siempre me permitió pasear por una ciudad fascinante. !Siempre tan cosmopolita! Pasear. Descubrir tiendas diferentes, diseños innovadores, restaurantes tan diversos como los sabores del mundo, innovación, gente cool, a la última, divertida, diversa, ciudadanos del mundo. 

Cuando aquí solo podía elegir entre Bic naranja o Bic cristal, en Barcelona alucinaba con aquellas papelerías sin límite de diseños de estilográficas, roller y bolígrafos, con cientos de tipos de papel, cajas serigrafiadas y sellos de lacre. He cenado en restaurantes temáticos, descubrí el mundo de la noche más canalla en aquel lugar inclasificable y único de la calle Aribau que se llamaba Satanassa. !Ay aquellas noches de risas y libertad y mañanas de afonía con un par de varidasas! He paseado por un flamante puerto olímpico, he hecho colas interminables en el Acuario y alucinado en el Maremagnum. Y cuando volvía a Córdoba era como oler a naftalina después de ser arrasada por un vendaval de aire fresco. 

Esta semana he vuelto a Barcelona para comprobar con más tristeza que nostalgia que aunque quien tuvo retuvo, ahora es solo una ciudad más y al mismo tiempo mucho menos. 

Multitud de locales cerrados en el mismísimo Paseo de Gracia, o en Vía Layetana. Unas Ramblas donde ahora se pasea sin la magia de aquel bullicio multicolor. Una ciudad insegura, asustada, visible y terriblemente fraccionada, descuidada y hasta decadente. No con esa decadencia sostenida que tanto me gusta de Italia, sino con una decadencia real. Donde reinó la modernidad, ahora yacen edificios descoloridos y con girones en sus fachadas como ese alma otrora cosmopolita, hoy provinciana. 

He vuelto sin resaca y sin oler a naftalina a una Cordoba que por contra ha ido de menos a más… pero lo he hecho resfriada y con dolor de garganta. Así que corrí a la Farmacia a por mi Varidasa. Cuando esperaba mi turno una señora pidió paracetamol de un gramo. “Tiene usted este que son 10 comprimidos y vale 3,50€ , o este otro que la caja trae 20 y cuesta 1,90 €”. “Pues está claro -contestó hasta con sorna la señora -”. “Ya pero para el segundo Usted necesita receta”.

La perversión del sistema. La gestión desprovista del interés ciudadano, la ausencia de políticos que más allá de defender ideas sectarias inservibles, gestionen de verdad. O te vuelves por la receta y colapsas más aún el sistema de salud publico, con una cita médica absurda y además incrementas el gasto público farmacéutico, o te rascas el bolsillo y pagas el doble por la mitad. 

Miré al farmacéutico y le dije “De la Varidasa, ni hablamos ”. “Ni hablamos - me contestó entre risas”.  “Bueno, pues entonces dame una píldora del día después que esa si que es sin receta”. 

Así nos va, como a Barcelona. 

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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