Proyecto “top”, pero “low cost”
Abrimos un concurso de ideas para buscar un adjetivo que defina al presidente del Córdoba. Más allá de lo ya muchas veces comentado acerca de montar un buen proyecto y desmontarlo (filosofía incluida) al año siguiente, nos encontramos con que tras la arriesgada y fallida experiencia de subir a Rafa Berges al primer equipo la temporada pasada para pilotar el equipo, este año, con redoble de tambor, abordó el más difícil todavía. Incluso el peor todavía. En el año del ascenso más barato. En el año idóneo para tener decisión. En el año, el tercero, que se había marcado como límite para alcanzar el sueño de la primera división, pone todas las fichas en el tapete y se juega los abonos de la próxima temporada a acabar entre los seis primeros. En los laterales de su proyecto “top”, Janse, Campabadal, Samu y Raúl Bravo. Al frente, Pablo Villa, un entrenador cuya mayor responsabilidad había sido el filial del Córdoba en tercera división.
Hace una semana, y tras varias jornadas pensándoselo, decidió cesarlo. Once puntos de los últimos treinta y tres y un juego cada vez peor hasta límites casi propios del paso de Lucas Alcaraz por nuestro inefable equipo fueron un lógico detonante. De nada servía justificar que la marcha del equipo no es tan mala a dos o tres puntos del play-off. Toda la segunda división está cerca de cualquier puesto. El problema, sin embargo, no era Pablo Villa. El problema, como queda demostrado una semana después era quien lo firmó. Tanto es así, que, tras el cese, se demuestra que no había pensado recambio. Tras varios contactos, una semana después, no hay nuevo entrenador que haya querido hacerse cargo del proyecto. O que haya querido aceptar las condiciones del presidente, que no quiero ni imaginar. O que haya querido ambas cosas, que juntas pueden ser un chiste. ¿Se le habrá ocurrido proponer un contrato a Abel Resino o a Víctor Fernández por objetivos? La solución, una vez más, de este presidente, es dejar el equipo al meritorio de turno. Con todos mis respetos para Luis Carrión, es lo que de momento es. Nada hace pensar que quien estaba de segundo de Villa viera o supiera algo que no hubiera compartido con el titular del banquillo. La semana de dilación del dirigente cordobesista ha sonado a un nuevo giro de ruleta a la espera de un buen resultado en Soria que diera una excusa (una inexplicable e irresponsable excusa) para apostar, por omisión, con el nuevo entrenador low cost con que jugarse el ascenso. Pero lo que se va a jugar, con el estado actual de las cosas, y tras el nuevo ridículo del equipo en campo del Numancia, es el descenso.
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