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El mensaje

Luis Medina

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Cuando el Córdoba marcó, varias jornadas después de no hacerlo en casa, el gol que lo ponía por delante, desde el banquillo se reaccionó haciendo de manera inmediata un cambio defensivo: Luso por Abel. No me pareció mal porque Abel anda ofreciendo prestaciones bastante mejorables. Pero el trasfondo, por rápido y rotundo, no me acabó de gustar.

No muchos minutos después, Fran Cruz entró por Pedro dejando un mensaje claro a equipo y grada. Un mensaje con muchos contenidos, a cuál más elocuente, y todos ellos de discutible certeza. Por ejemplo, y de manera genérica, la clásica aspiración de “cerrar el partido”. Nunca he entendido que eso se pueda hacer a más de un cuarto de hora del final, ganando por un único gol. Es un mensaje conservador, que sólo pretende salvar la crítica si el partido se escapara por no haberlo hecho. Me pregunto qué ocurre cuando sucede al contrario. Ayer, sin ir más lejos. Cuando se escoge el camino del “otro fútbol”, de despreciar la posesión y el dominio como factor más favorable y decisivo del fútbol contemporáneo. La intensidad, la voluntad superando a la prudencia, sólo aparecieron en los diez minutos últimos, tras consumarse el castigo a tanta cicatería. Tristes guerras si no es amor la empresa.

Otro contenido del mensaje que emitió ayer Albert Ferrer es que Fran Cruz le parece un mediocentro de segunda división. Un error que nos costará puntos en la medida en que se insista en él.

Un mensaje subliminal, y no por ello menos trascendental es que el entrenador no confía en la consistencia o el carácter del equipo. Ponerse por delante en el marcador y blindar de manera inmediata el equipo es pellizcarse de incredulidad. Lo peor es que nadie blinda nada en el fútbol actual. A los defensores del resultadismo me gustaría preguntarles por qué asocian su filosofía a evitar jugar con desparpajo, con gusto por el deporte que se practica. Me gustaría conocer la ecuación por la que obtienen sus conclusiones. A mí no me salen los mismas soluciones.

El último contenido consecuente del mensaje del actual entrenador es que tiene un discurso que difiere bastante de la realidad. Me gustaría saber qué entiende por “llevar la manija del partido”, “hacer un buen fútbol” y no digamos “intensidad”. Puede que, en su descargo, precise que necesita tiempo. Pero de tiempo se dispone en pretemporada. Por eso para esta situación se requería un entrenador contrastado, habituado a la presión de un momento así y con ascendente sobre un grupo de jugadores sin liderazgo. Se requería, justamente, la figura en la que este presidente no ha creído en ningún momento.

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