¿Quién quiere a Xisco?
Xisco corre en un entrenamiento | ÁLVARO CARMONA
No debe ser fácil vivir lo que está viviendo Xisco. O sí. Quién sabe si llega un determinado momento en la trayectoria de un futbolista en el que se altera la escala de valores, se establece un nuevo orden de prioridades y se busca, más que la gloria -concepto ambiguo y subjetivo-, la estabilidad. Protagonismo en el campo o un buen contrato firmado. He ahí el dilema. A quien tenga esos dos espacios cubiertos, en los tiempos que corren, se le puede colocar la a etiqueta de privilegiado. Pero resulta evidente que Francisco Jiménez Tejada, conocido como Xisco, no puede decir eso. Su presencia en la cancha ha pasado de intrascendente a nula. Por primera vez desde que milita en el Córdoba, el delantero balear no entró en una convocatoria estando -a menos que alguien, ya sea el club o él mismo, digan lo contrario- en condiciones físicas para hacerlo. A Almería se llevó Ferrer a Nabil Ghilas, el último en llegar al club, que tuvo sus minutos en el campo y además no lo hizo mal. Aunque anda pasadito de kilos, el argelino recibió un mensaje rápido: cuentan con él. El mismo recado que se le envió a Xisco, pero al revés.
El balear ya no es la primera opción. Ni la segunda. Su estrella apenas luce. Hay quien asegura que se ha apagado. ¿Se puede recuperar a Xisco? ¿Quiere hacerlo realmente el Córdoba? ¿Qué está dispuesto a hacer el jugador? La situación es sencilla de entender, pero tiene una solución compleja. Que Xisco tiene uno de los mejores contratos en el Córdoba ya se sabía. El Córdoba tuvo que hacer un esfuerzo en verano de 2013 para traerlo y se le presentó con honores en El Arcángel. El ascenso a Primera le reportó -a él y a otros- una mejora y ahí se complicó todo. Simple y llanamente, el Córdoba no se lo puede permitir. Tiene 28 años y vinculo hasta verano de 2016. Es un lastre económico insostenible. Y si, además, el futbolista no juega, ya me dirán ustedes cómo es el negocio. El aireo de su sueldo y su poca presencia en el equipo han causado el efecto clásico en estos casos: sus niveles de popularidad andan por el subsuelo.
En el club le mantienen apartado del foco mediático. Por lo que pueda ocurrir. Mientras tanto, el ex del Depor y Newcastle sigue en el disparadero. Su nombre aparece en encuestas, tertulias y foros asociado siempre a una sensación de fiasco que resulta irritante. Apenas encuentra defensores. Ni siquiera ahora que Mike Havenaar -que como todo ariete de más de 1'90 que aterriza en El Arcángel está bajo sospecha- atraviesa por una fase oscura. Al japonés le silbaron en su debut en casa, ante el Celta. Pero ni siquiera ese día se reclamó la salida de Xisco. Ahora todos miran la oronda figura de Ghilas, rezando para que le funcione la dieta y no le revienten las costuras de la camiseta Acerbis. El 'efecto Nabil' es la esperanza del cordobesismo. ¿Y quién quiere a Xisco?
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