Fuentes: Cómo entrar con salero en Primera
Ocurrió este fin de semana en el estadio Cornellá-El Prat de Barcelona. A Fuentes, jugador del Espanyol, se le echaron encima todos sus compañeros en una celebración singular. Le abrazaban -algunos le propinaban collejas con cierta mofa- para felicitarle por un gol que no había marcado. El cordobés no sonreía exactamente. En las imágenes de televisión se le aprecia un gesto entre el cansancio y la satisfacción, aliñado con una pizca de decepción. Había motivo. Su primer gol sirve para derrotar a un líder... y realmente no lo había anotado. Y cuando juegas como lateral izquierdo, sabes que no tendrás muchas más oportunidades. Una alegría rara.
Fuentes había recibido un balón de Simao en la banda izquierda y, en un gesto que lleva repitiendo desde que era un crío, lo envió al corazón del área con la altura y la precisión justas para que llegara un rematador en carrera. El destinatario era Sergio García, el goleador de guardia en el Espanyol, pero en medio se cruzó el guardameta del Atlético de Madrid, Thibaut Courtois, que salía con la sana y desesperada intención de desviar la trayectoria del balón. El belga consiguió su propósito, pero el desenlace hizo que se le viniera el mundo encima. La pelota tocó en su bota y se desvió hacia el interior de la portería.
El Espanyol se adelantaba por 1-0 al Atlético de Madrid, que no había sido derrotado hasta entonces. Menuda hazaña. Como hubiera resultado poco elegante agradecer a Courtois el favor recibido, todos los blanquiazules corrieron hacia Fuentes, el último compañero que había tocado el balón antes de que la grada estallara. Y Fuentes, con gesto de asombro, recibió la cariñosa paliza de los periquitos en la celebración de un gol cuya autoría, según se reflejó en el acta del árbitro y en todos los medios, se adjudicó al portero del Atlético. Los locales terminaron venciendo y ya son quintos en la clasificación. Zona europea, le dicen a eso. Y este cordobés de La Fuensanta, que lleva siete partidos disputados en Primera, tiene bastante que ver en el asunto.
El cordobés ha irrumpido con fuerza, después de llegar el pasado verano como uno de esos fichajes de complemento, sin demasiado revuelo mediático. Ahora los focos apuntan a este lateral izquierdo que ha sido titular desde el inicio del campeonato en Balaídos, donde a veces le tocó vigilar a Charles, un ex compañero en el año de mayor gloria blanquiverde. Con Fuentes en el once, el Espanyol engarzó cinco jornadas sin perder. Frente al Athletic de Bilbao se lesionó con una distensión en el músculo semitendinoso de la pierna derecha.
El percance le tuvo dos jornadas fuera y el Espanyol perdió sus dos primeros partidos. Por esa razón, Javier Aguirre le reclutó de nuevo en cuanto pudo para darle en propiedad el flanco izquierdo de la retaguardia. Y ahí sigue Juan Fuentes, que cumple en la marca y hasta firma goles... aunque realmente no los marque. Le cuenta, estadísticamente, como una asistencia. Lo curioso del caso es que su pase lo recoge el portero contrario para hacerse un autogol. De chiste. Ya tiene una buena anécdota que contar a sus nietos.
Fuentes, como otros muchos cordobeses, se fue del Córdoba sin querer. Eso dijo en la hora del adiós. Su contrato se acabó y no hubo acuerdo para continuar, o para firmar alguna cláusula que le dejara las puertas abiertas hacia Primera y algún dinero al equipo en el que estuvo toda la vida. Unos dicen que hubo negociaciones. Otros, que sólo fueron conversaciones. Quizá ni eso. Quién sabe a quién hacer caso en estas historias de amor roto, de despecho y portazo que, al final, nunca es definitivo. Porque hay quien sueña con volver a ver a Juan Fuentes corriendo por la banda izquierda de El Arcángel. Algún día ocurrirá. De momento, el defensa de La Fuensanta es de Primera. Forma parte del grupo de héroes que protagonizaron el “ascenso por fascículos” del mejor Córdoba de las últimas décadas, ése que jugó el play off de ascenso ante el Valladolid en junio de 2012. El equipo no dio el salto, pero sus integrantes han ido catando poco a poco la élite: desde su entrenador, Paco Jémez, hasta el propio Fuentes pasando por Fernández, Ximo Navarro, Dubarbier, Fede Vico (éste en Bélgica con el Anderlecht), Javi Hervás o Charles.
A Fuentes le reclutó desde el filial Lucas Alcaraz, que rápidamente se dio cuenta de las cualidades de un zurdo que hacía muchas cosas en el campo pero que, fundamentalmente, se centraba en lo que se le mandaba desde el banquillo. Si le decían que subiera, lo hacía. Si no, pues atrás. Un mandado. Pero con una solvencia creciente y una alta fiabilidad. Le tocó debutar a los 19 años en Sevilla, en el campo de Heliópolis, en una eliminatoria de Copa del Rey ante el Betis a partido único. El Córdoba venció por 1-2. Era septiembre de 2009 y el club blanquiverde iniciaba ahí un idilio con esta competición que le llevó a batir un récord: el único equipo de Segunda que llega hasta octavos de final cuatro años seguidos. En todo ese ciclo estuvo Fuentes, que tiene grabado ese primer once en el Benito Villamarín: Fernando López, Richy (Carpintero), Juan Rafael Fuentes (Agus), Javi Herreros, David Lopes, Jesús Rueda, José Luis Cabrera, Antonio Pascual, Javi Flores, José Vega y Pepe Díaz (Juanjo). Desde entonces, 127 encuentros de blanquiverde a las órdenes de Paco Jémez, Rafa Berges y Juan Esnáider. Un fijo. Uno de los nuestros. Un chaval sencillo que no se complicaba la vida dentro del césped. Fuentes formó parte de una quinta de cordobeses que proporcionó a la afición una inyección de orgullo localista. Al lado de Fernández, Javi Hervás o Fede Vico compuso, al lado de otros más veteranos como Gaspar, Pepe Díaz o Alberto Aguilar, un núcleo local que dio identidad a un proyecto deportivo inusualmente ambicioso.
Un lateral izquierdo de 23 años que acumula dos campañas como titular en uno de los equipos revelación de Segunda tiene cartel en Primera. Fuentes era consciente de que su nombre estaba apuntado en varias agendas. Se lo decía su representante. El que tuvo antes y el que llegó después para abrirle los ojos y ponerle delante un plan de futuro interesante. El Espanyol alcanzó un acuerdo para llevárselo el pasado verano y el futbolista, prudente, no quiso pronunciarse en público aunque su adiós estaba más que decidido.
Los últimos meses en El Arcángel no fueron nada agradables. El Córdoba era una formación en desbandada y Fuentes era uno de los que ya tenía su destino escrito lejos de su tierra. Cuando la noticia se confirmó no cogió a nadie por sorpresa. El Espanyol, con una economía cortita, lo sumó a su proyecto como una apuesta de futuro. Le ofrecía un contrato más alto -tampoco desorbitado- y una oportunidad entre los mejores. Y Fuentes, como cabía esperar, se lo ha tomado en serio. Mucho. Las bromas -que las hace a menudo- siempre las deja para después. En el césped frunce el ceño y se dedica a defender, porque es defensa, y a subir de vez en cuando al ataque si le dan permiso para hacerlo. Este pasado domingo lo hizo y fue decisivo para que el Espanyol privara al Atlético de ser líder de Primera. Hasta le aclamaron por un gol que no marcó. Su primer gol en la élite lo marcó el portero rival a pase suyo y en su propio marco. Una jugada de chiste que Fuentes nunca olvidará.
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