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Compromiso y sensibilidad, presente y futuro

Rafael Ávalos

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Eduardo Capdevila pronuncia un Pregón de Juventud lleno de emoción y con mensajes de valor | Destaca la importancia de los jóvenes y ensalza el papel de la Mezquita-Catedral en un texto de gran carácter poético

Termina la noche en la Real Colegiata de San Hipólito. Acaba al mismo tiempo un recorrido de especial significado por la Semana Santa de Córdoba, por sus devociones y sus templos, por su sentido y por las emociones que genera. Es un camino trazado por vivencias propias y al mismo tiempo marcado por una realidad presente para cualquier cofrade que mantenga plena su vista. Sensibilidad y compromiso se dieron la mano este viernes en un discurso brillante, el que ofreció Eduardo Capdevila a razón del Pregón de Juventud de este 2016. La suya fue una voz madura en la corta edad, porque pertenece al que es uno de los más valiosos, si no el que más, elementos de que gozan las hermandades dentro de su patrimonio. Ése no es otro que la juventud, a la cual representó el cofrade de Buena Muerte, Expiración, Merced y Quinta Angustia y a la cual dirigió buena parte de su mensaje.

El escenario elegido en esta ocasión para la cita, que el pasado año tuviera lugar en la iglesia de la Merced, fue la Real Colegiata de San Hipólito, donde unos minutos antes tuvo lugar el culto al Santísimo Cristo de la Buena Muerte. La imagen estuvo presente en todos los sentidos, pues Eduardo Capdevila le realizó mención más de una vez a lo largo de su discurso. La noche comenzó, allá por las 21:30, con la presentación de Juan José Primo Maldonado, hermano que lo es de Expiración, Sentencia, Linares y Quinta Angustia. Fue él quien llamó a la puerta emocional de los presentes, una puerta que después cruzó el pregonero joven con la fuerza de un discurso desarrollado a la perfección. Sus palabras brotaron tanto en forma de poesía como de prosa, si bien destacaron en su carácter lírico.

Comenzó Capdevila su intervención con un paseo emocional por Córdoba, que le hizo llegar hasta la Mezquita-Catedral. Tras dedicar unas bellas palabras a la ciudad, ensalzó el que es su corazón y su alma, que este año además tendrá el papel que debiera en Semana Santa. “Hay que ir a la Catedral porque es el templo madre, porque hay que postrarse ante el Santísimo y no sólo por reivindicación política”, explicó a El Cirineo de Córdoba el pregonero joven. En ese sentido, quiso destacar el carácter decidido que en su día tuvieran las hermandades del Martes Santo para acudir en su totalidad al primer templo de la Diócesis. “Me gusta ponerlas de ejemplo, porque son hermandades jóvenes y se atrevieron a dar ese paso”, señaló acerca de dicha mención en su texto.

Esa realidad bien sirve para dibujar el valor de la juventud, que en las hermandades también lo tiene. Y no menos. Eduardo Capdevila resaltó el papel que juegan en la actualidad los grupos jóvenes en las corporaciones cordobesas y lo hizo a través de la función que asumen en la labor de obra social. No en vano, muchas son las iniciativas que promueven en esa dirección quienes, también dejó clara esa idea, deben vivir cada etapa con intensidad sin querer saltar a la siguiente sin más. “Tenemos que seguir formándonos, sin tener prisa por llegar, e ir de la mano de la junta de gobierno de la que algún día queremos formar parte”, apuntó a este medio Capdevila acerca de un mensaje cargado de madurez. Ésta se vio reflejada en todo momento en su voz.

Por supuesto, como no podía ser de otra forma, el Pregón de Juventud estuvo plagado de menciones a hermandades e imágenes de Córdoba. Eduardo Capdevila trazó el recorrido a través de sus propios sentimientos, pero también con la mirada que pueda tener cualquier cofrade. En ese trayecto por las devociones de la ciudad el pregonero dedicó un espacio a todas las titulares marianas de las corporaciones penitenciales, que cerró con una poesía. También hubo versos dirigidos al Cristo del Remedio de Ánimas, a Jesús Caído, a María Santísima de la Esperanza o a la Reina de los Ángeles -titular de la Sangre-, así como palabras paras las cofradías de barrio del Lunes Santo. Capdevila mostró también una tradición compartida con sus compañeros en Cuaresma: recorrer los templos de la ciudad. En ese sentido, gozó de especial importancia la Real Iglesia de San Lorenzo Mártir. El pregonero, además, contó en algunas poesías con el acompañamiento a la guitarra de Jesús Gómez.

Antes de cerrar con unos versos para la Semana Santa cordobesa en su conjunto, Eduardo Capdevila también dedicó su propio espacio en el pregón a la Expiración y la Buena Muerte. Precisamente el Crucificado de la hermandad de la Madrugada, presente en la cita por tener lugar en la Real Colegiata de San Hipólito, formó parte de las palabras con mayor carga de sentimiento. El pregonero joven relató la complicada experiencia de la lucha por la vida de su padre dos años atrás debido a un infarto cerebral. Entonces, acudió cada día a la presencia del Cristo de Castillo Lastrucci para rogar la recuperación de su progenitor, como finalmente sucedió. El corazón latió más fuerte entonces entre todos los presentes, testigos de la sensibilidad y el compromiso de la juventud, que es patrimonio presente y de futuro para las hermandades.

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