En respuesta a Antonio Martín
Vamos a hablar en plata (quieta) y así nos dejamos de circunloquios. ¿No sabe qué estamento organiza la exposición? Le informamos: Fundación Cajasol y Ayuntamiento de Cádiz, ambos, promotores de la Exposición de Paco Alba. Dice usted: “Me ha estado hablando gente que ha llegado” (sic). Empieza bien. Opta por el camino menos fiable a la vez que el más incierto: el de formarse una opinión sobre algo que no ha visto y que, ni tan siquiera, ha oído; terreno resbaladizo, propicio para sacar conclusiones erróneas. Como las suyas. Conjeturas sin conocimiento. Especular, le llaman.
En primer lugar, ninguno de nosotros dos hemos dado una conferencia. Moderamos, sí, una mesa redonda, que es bien distinto, distribuyendo tiempos y preguntas a participantes, escogidos por nosotros; en este caso sus comparsistas más longevos. Nombres y hombres mayores que usted, más ligados a Paco Alba que usted, que debutaron antes en el tiempo en la fiesta y tan poco dudosos como: Emilio López Prats, Pepe Martínez Prats, Antonio Galán Miranda y José Landi Guardado. ¿Alguna objeción a ellos? ¿Ninguna, verdad?
En segundo lugar, sus informantes le han informado mal. Rematadamente mal. De hecho, le han desinformado, esto es, intencionadamente con información manipulada. Y con mala leche. Y usted se lo ha tragado como una dorá se traga el muergo. Y de ahí su rabieta. En las visitas guiadas que ambos hemos efectuado ante el público jamás hemos hablado de usted. Nunca. Ni siquiera como autor. Y podríamos haberlo hecho así, aunque fuese de manera periférica y colateral, que contextualizase los acontecimientos. Pero no lo hemos hecho. Tan sólo hemos hablado de una agrupación suya y lo hemos efectuado con sumo respeto. Y si me apura, con harta generosidad y admiración, que usted devuelve con soberbia y engreimiento. Mire lo que al respecto dice el panel de la pared, único en el que se menciona a su agrupación (que no a usted) en uno de los seis hitos que sobre Paco Alba hemos redactado:
LA NOCHE ACIAGA
Media hora de abucheos.
Madrugada del 7 al 8 de junio de 1973. Fiestas Típicas Gaditanas. La comparsa ‘Estampas goyescas’ se disponía a cantar en la final, con la ilusión de obtener lo que ya una docena de veces había conseguido: el primer premio de la modalidad. Paco Alba estaba muy satisfecho de su pasodoble; le había salido ‘tonadillado’ y su grupo mantenía la fuerza y la experiencia suficientes para competir a un primer nivel. Pero un relevo generacional, joven, con fuerza y frescura en su voces y con un extraordinario repertorio, se postulaba como serio candidato en la disputa: ‘Capricho andaluz’.
Una buena parte del Falla, desde el anonimato de ‘Paraíso’ y plateas, mostró su cara más amarga. Su lado más injusto. Su anverso cobarde e ingrato. Alrededor de treinta minutos de abucheos, fueron aguantados estoicamente en el escenario por su grupo, acompañados de inaceptables insultos, que hicieron suspender momentáneamente la función. Volvieron y cantaron, pero la herida, desproporcionada y abusiva, ya estaba abierta y los cuerpos anímicamente descompuestos. Segundo premio. No volvió Paco a escribir ninguna comparsa más.
Ya ve usted lo que son las cosas, nos hemos referido a su agrupación de esta guisa: “relevo generacional, joven, con fuerza y frescura en su voces y con un extraordinario repertorio”. ¿Qué ofensivos e irrespetuosos hemos sido con su persona, verdad? El resto, se resume arriba: el anverso cobarde e ingrato y el vil abucheo desde el anonimato que a Paco Alba y a su grupo le profirieron, con premeditación y una buena dosis de mala baba, macerada con bilis desde la cobarde oscuridad del Gallinero.
En tercer lugar, habla usted como si fuera la única persona superviviente de la madrugada de 1973. El último testigo sobreviviente. La última oportunidad de reconstruir la verdad. La piedra filosofal. El arcano que custodia el arca. El guardián de las esencias. La doctrina en su mano. Pues mire usted, ¡no! Hay miles de personas que aún viven y que también fueron testigos de aquello y cuyo testimonio es igual de válido que el suyo: periodistas que dejaron en negro sobre blanco la crónica de aquella noche; radiofonistas que lo contaron en onda media; autores y componentes que, al igual que usted, participaron en aquella función; tramoyistas, aficionados… No se entiende muy bien, señor Martín, su insistencia en ser invitado, en cualquier caso, no nos correspondía a nosotros las labores de protocolo; como no es comprensible su extrañeza y menos aún su cabreo. Reflexione su pataleta.
Cuarta cuestión. Días antes de su pregón del Momo, Javier Osuna le llamó dos veces por teléfono. Una, invitándole a retransmitir desde el palco de Canal Sur Radio (invitación que declinó), y otra posterior para ser entrevistado en su programa ‘Aquí estamos en Cádiz’ (que aceptó). ¿Por qué no aprovechó y, en ambos casos, le preguntó si era cierto lo que sus corresponsales le habían transmitido? Se hubiese tratado todo con naturalidad y cordialidad; lo hubiésemos aclarado y punto. Pero ha preferido usted silenciarlo y quejarse en un periódico digital de una provincia amiga, a partir -y esto es lo más grave- de un testimonio falaz y maledicente.
Quinto asunto. Nosotros no teníamos nada, absolutamente nada, que consultarle a usted para trabajar sobre una exposición de Paco Alba. Por lo que a nosotros respecta, jamás hemos engañado a nadie, como usted dice. “En esta puta historia” (sic), por cierto, vulgar definición que le retrata sobremanera. Aquí no hay ningún intruso, ¿o usted era el único ser vivo en la década de los 70? ¿Acaso usted es una deidad que está por encima del bien y del mal? Nos recuerda usted a Johnny Weissmüller, que terminó creyéndose su propio personaje y acabó sus días dando su grito en la ducha. Ha terminado usted por creerse su propio mito, aquel que tantas veces le han repetido, y como una terracota viviente le pierde el respeto a sus compañeros y en primera persona del singular habla desde el Olimpo: “Es mentira. La historia la sé yo porque fui parte de ella […] ese año fue como lo cuento yo porque fui protagonista. Y punto”.
Yo, yo, yo... Siempre yo. Ego, mí, me, conmigo. Le ha faltado decir: “¡La calle es mía!”, como dijera Fraga Iribarne, aquel ministro de Franco, guardián del nacionalcatolicismo. No se mire tanto en las aguas atlánticas que Némesis merodea por la Punta del Sur. Todos los grandes han sido humildes y usted pretende serlo, pero sin entender que la humildad es condición sine qua non para ello.
Javier Osuna y Santiago Moreno. Comisarios de la exposición ‘Cien años desde que nació. Paco Alba 1918-2018’ en Cádiz.
https://fundacioncajasol.com/homenaje-a-paco-alba-protagonista-del-carnaval-de-cadiz-2018-en-la-fundacion-cajasol/
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