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El rebaño da la felicidad, en las ovejas

Alfonso Alba

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Viendo una foto de un rebaño grandioso de ovejas adornando el devenir de un día en apariencia normal en nuestra ciudad de Córdoba, me representa el espejismo actual de la vida que nos ha tocado afrontar en estos tiempos. La estampa repleta de

seres lanosos, envuelven a

un hombre cargado de años, de trabajo, conduciéndolos por ese desierto de asfalto en el que lo más verde en la visual apariencia, son largas ramificaciones semafóricas.

Decía, que ese señor y sus obedientes herbívoros, podrían representar con toda transparencia y realidad a lo que hoy en día somos, borregos y ovejas al servicio de uno. Todo mi respeto y admiración hacia ese señor que encima conozco. Introduzcanse en el paralelismo. No se queden en el pastor.

Somos así, un rebaño de ovejas aletargadas, apiñadas, temerosas de despegarme del tumulto,

no recibamos un garrotazo. Eso es Córdoba, Andalucía, España,… un tremendo prado habitado por rebaños cercados, que apenas salgas de la valla, zas! zarpazo y para dentro. Esas ovejas, las de la foto digo, esas son más inteligentes que nosotros, son más pacientes que nosotros, más humildes, … No tienen vergüenza de qué le dirán desde fuera, hacen oídos sordos, apenas balan, eso sí, dejan un rastro a su paso que dejan huella, han sido importantes, han dado la nota, en silencio, todas unidas, a algunas le miras la cara y parecen sonreir, formando un todo, y encima conseguirán su objetivo, único, deseado y

que no es otro que su ración alimenticia para el futuro. Se conforman con poco. Y aquí el quid de la cuestión.

El hombre, la mujer, no es así. Al hombre y la mujer le ha perdido el raciocinio. El razonar, nos hace diferentes unos de otros, que viene bien, pero para este caso no. En cuanto uno piensa, échate a temblar. Si tiene poder, o carguillo, ya mejor que desaparezcas. ¿Quién se conforma con poco?, la respuesta es clara: quienes han sucumbido a salirse del rebaño.

Esos, que lo único que han podido hacer es ponerse a los pies de un carguillo, ahora se ven abandonados a su suerte. Y es que, oveja herida, oveja muerta.

El poder de algunos o algunas, no lo han sabido aprovechar. El engrase de esta máquina llamada mundo, lo han guardado a buen recaudo esos carguillos. Ese engrase se llama dinero, sin engrase, la máquina no funciona. Sin máquina no se produce, y si no se produce, mueres. Lo mismo que una oveja. Si se para, no comerá, morirá, y por tanto adiós a la lana, adiós al queso, adiós oveja,… adiós.

Sin embargo el poder, el carguillo, sigue recopilando su producto, ya que lo ha invertido en otros menesteres, y en esos, ahí sí produce. Y para él esa máquina habrá muerto por falta de engrase, pero tendrá otra que engrasar y posteriormente matar… Y así gira este ejemplo, bueno este ejemplo y nosotros. Desgraciadamente en estos tiempos abundan carguillos hasta debajo de las losas, pero no podemos parar sus máquinas, son las que nos dan de comer, o la que si ahora no nos dan, nos darán.

Qué difícil esto de vivir donde vivimos y como vivimos. Este agotamiento, las ovejas no lo tienen. Ellas van siempre fuertes, gozosas, pues su puerta del fondo la están viendo para darse el festín.

Eso podría hacer el hombre, mirar esa puerta del futuro, la que tenemos delante y no vemos. La que nos haría vivir con la alegría que nos merecemos pero, ¿cómo decirle a uno del rebaño que se ha salido que sonría aunque no tenga engrase para su familia? ¿qué decirle? ¿Cómo ayudarle a reir? ¿Cómo mostrarle nuestra solidaridad?. ..

La respuesta la tienen las ovejas, esas que ayer cruzaban desde el puente del Arenal hasta la avenida Carlos III para encarar la Cañada Real Soriana...

Jesús Riaño

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