Al Muriano se asciende por una vía romana
En Fátima hay un puente romano que vive entre naves industriales, gasolineras y descuido. Es el puente del Arroyo (de los) Pedroches, que probablemente haya visto más romanos que el puente grande de Córdoba. Allí se lavaban los coches cuando por Jesús Rescatado pasaba el 22. Desde Fátima ese puente lleva a Roma. O lleva a Mérida. O a Santiago. O a Toledo. O a Almadén. Y seguro al Muriano. En ese puente confluía la Vía Augusta y la Vía a Emérita, la de la riqueza ceremonial y la de la riqueza real.
El Muriano es el Mariano. Es decir, el corazón metalífero por excelencia de la Tierra de Córdoba. El centro de los Montes de Mario, el hombre más rico de las Hispanias, propietario durante cierto tiempo de las ricas minas de Sierra Morena. El Muriano es hoy memoria de un nombre de una reputación mayor para Córdoba. El Muriano es hoy parte del término de Córdoba, aunque no lo parezca.
Durante siglos, los túrdulos y turdetanos anteriores a los romanos fueron al Muriano y a la Meseta cruzando allí por Fátima como pudieron, bien por un puente de madera, bien por un vado, bien por el agua. Los romanos estuvieron varios siglos haciendo lo mismo. Sólo a final de s. I. d. C. esos mismos romanos dieron piedra al puente del arroyo Pedroches. La vía al Muriano seguía siendo cada vez más fértil en minerales y en piedra para construir. Por ese puente, pasa incluso el canal del segundo de los acueductos de la Córdoba romana, el que llevaba agua al Circo Romano de Orive. Ese puente de Fátima es historia de Córdoba.
Los cordobeses caballistas, senderistas y peroleros saben que el Santuario de Linares está en pleno camino histórico al Muriano. Los romanos también santificaban los caminos con altares y santuarios. Pero entre Linares y Fátima está Seseña. Es decir, toda la “desurbanización” de piedra hortera de Sandokán de Córdoba en la Carrera del Caballo. Por supuesto que no iba a quedar la vía. Desde Linares esa vía romana se llama Cañada Real Soriana. Pero sigue siendo más romana que merina. Allí hay un puentecillo precioso, el del mismo arroyo de Linares, que es obra islámica en uno de los divertículos de la vía principal.
Sandokán de Córdoba
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