Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Wagner
Suena a todo trapo La Cabalgata de las Walkirias en Apocalipsis Now cuando la caballería de helicópteros liderada por el coronel Kilgore (Robert Duvall) se dispone a arrasar con napalm al vietcong.
Wagner.
“Cuando escucho a Wagner más de media hora me entran ganas de invadir Polonia”, dice Woody Allen en Misterioso asesinato en Manhatan. Otra vez Wagner.
Adolf Hitler era un espectador de excepción, de mucha excepción, en el palco de la Ópera de Bayreuth, en Baviera, donde desde hace más de 150 años sólo se escucha música de Richard Wagner.
Wagner es el nombre de una “empresa paramilitar” que trabaja para la Rusia de Vladimir Putin. Llamar “empresa paramilitar” a un ejército de mercenarios es una especie de eufemismo poco afortunado.
Pero, efectivamente, esos “soldados de fortuna” funcionan como empresa. Es decir, tienen presidente, deben tener consejo de administración y, naturalmente, empleados de distinta clase: “encargados”, “reponedores”, “administradores”, “proveedores”, “mozos de almacén”, “sección de compras”, “publicistas”, “gabinete de diseño”… En fin, todos los avíos de una empresa internacional que se precie.
La Wagner, la llamaremos así como si fuera Inditex o Ferrovial, por ejemplo, hace lo que hacen las empresas multinacionales: extender sus tentáculos por donde puedan, de Ucrania a Centro África, extorsionar a los gobiernos, obtener beneficios, esquilmar a los estados incautos y acogerse a los “mercados templados”, porque al dinero no le gusta el frío.
Pobre Richard Wagner, el romántico compositor, poeta y también dramaturgo que creía en “la obra de arte total”.
Joder, pues lo consiguió ¿o han tomado su nombre en vano?
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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